Mientras Europa aún arde bajo las altas temperaturas, algunos ya hacen acopio de estufas. Espera, ¿estufas en pleno agosto? Sí. Uno de los peores inviernos que vamos a vivir (por la pésima situación energética actual) está a la vuelta de la esquina. Mientras, los gobiernos tratan de asegurar nuevos proveedores de gas para garantizar que la calefacción siga en marcha este invierno a la par que la guerra en Ucrania obliga a cortar la dependencia del gas ruso. Los europeos no tendrán más remedio que reducir su consumo. El presidente francés, Emmanuel Macron, ya advertía sobre un "escenario en el que tenemos que arreglárnoslas sin gas ruso".
Eso significa una cosa: la vuelta a las estufas eléctricas.
Sin gas, sin calefacción. El problema ha empeorado este verano, sobre todo desde que la empresa estatal rusa Gazprom cortó el suministro de gas en el Nord Stream 1 a solo el 40% de su capacidad. Hay que recordar que este gaseoducto proporciona gas a Alemania, nada menos que el 35% de sus reservas (antes de la guerra era el 55%). Francia es menos dependiente, pero se verá afectada: importa un 17%. Por otro lado, Putin ya ha dejado de enviar gas a Finlandia, Polonia y Bulgaria. Y ahora existe un "riesgo grande" de que Moscú haga lo mismo con todo el continente.
Es por eso que el precio del gas se ha disparado en toda Europa, triplicándose en Alemania durante este año. Y es gracias a esa subida provocada por la escasez que el consumo ya ha caído hasta un 10% en Europa. Y aún falta el invierno.
Lo que le toca al ciudadano medio. Artículos como este pululan ya en la prensa berlinesa: "¿Debo invertir en un calentador eléctrico este invierno?". Con los precios del gas en aumento en Alemania y el miedo a no poder pagar la factura de la calefacción (o ni siquiera se use), las estufas se encuentran entre los muchos dispositivos para calentar la casa que ya llenan los estantes de las tiendas alemanas.
Una imagen vale más que mil palabras.
A la caza de una estufa. Las ventas de estufas y otros calentadores eléctricos no dejan de aumentar. Se vendieron unos 600.000 aparatos en Alemania en los primeros seis meses de 2022, según la firma de investigación de mercado GFK, un aumento del 35% con respecto a 2021. Desde junio, esa cifra podría ser más grande: la cadena de bricolaje Hornbach contaba que la demanda aumentaría un 500%.
La popular tienda Eisen Doring, que lleva en el negocio de artículos eléctricos 120 años en Berlín, señalaba en este artículo de Euronews que no para de repetirle a la gente que no le quedan más estufas y que no puede garantizar cuándo traerán más los proveedores. "Todo está completamente agotado. Todo el mundo quiere comprarlas porque si no tienes gas, hace frío en casa", explicaba el dueño.
Los problemas. El primero de ellos es que no está claro cuánto podría ahorrarse la gente, e incluso si les saldrá a perder. En este momento, el precio de electricidad en Alemania está actualmente en una media de 30 céntimos por kilovatio hora, en comparación con los de petróleo y gas de 15 céntimos por kilovatio hora. Esto significa que usar estufas costaría casi el doble que usar un radiador. Y algunos expertos también avisan de otro gran problema: si se encienden demasiados de estos dispositivos al mismo tiempo, existe el riesgo de apagones masivos.
A futuro. El plan de la Unión Europea está bastante claro: reemplazar el gas con energías renovables. Pero llevar a cabo la conversión necesitará más tiempo. Al no poder compensar ya el déficit, algunos países como Países Bajos ya han suspendido las regulaciones ambientales para aumentar la producción de carbón y generar electricidad, a pesar de lo contaminante que es. Es una de las tristes consecuencias de la crisis energética. Volver a aquello que queríamos enterrar para siempre.