Es un antiquísimo mantra que de tanto en cuanto se cuela en el debate público. Las carreras de Humanidades no tienen salida, por lo que el estado debería destinar más recursos a las de Ciencias. Australia ha decidido llevar esa idea al extremo. A partir de este año, subvencionará a los alumnos que cursen titulaciones prácticas y duplicará el precio de las menos útiles en el mercado laboral.
Más gente. Lo ha anunciado el gobierno en un contexto de elevada demanda universitaria. El coronavirus ha provocado dos cosas: por un lado, que los más de 20.000 jóvenes australianos que tradicionalmente se toman un año libre ("gap year") no lo hagan este año; por otro, que la recesión empuje a miles de potenciales trabajadores a las aulas. Para 2023 el gobierno aspira a crear 39.000 plazas universitarias más.
Cifras, elegidas. Es una cuestión de incentivos. El ejecutivo abaratará el precio de la matrícula, elevadísimo en Australia, subvencionando un porcentaje del curso. Los futuros alumnos de Enfermería, Psicología, Idiomas, Magisterio, Matemáticas, Ciencia, Salud, Arquitectura o Ciencias Medioambientales pagarán entre 2.500€ y 4.700€ al año. Han sido elegidas porque se asume que el mercado laboral se dirigirá a esas áreas a corto plazo, ofreciendo más salidas.
Penalizadas. Pierden las Humanidades, como no podía ser de otro modo. Los estudiantes de Artes o Historia tendrán que pagar unos 8.900€ al año, más del doble de lo que venían haciendo y a la altura de carreras tradicionalmente caras, como Derecho o Comercio (cuyas tasas a su vez crecerán en torno al 30%). Australia aplica así un enfoque puramente mercantil a la formación universitaria.
El argumento. "La carrera será más barata si los estudiantes eligen estudiar en áreas donde se prevé un aumento de las oportunidades laborales". Así de simple lo ha explicado el ministro de Educación, Dan Tehan. Una mejor inversión de los impuestos del contribuyente, en sus palabras. Según sus cálculos, el 62% de los nuevos trabajos generados por la economía australiana a corto plazo provendrán del sector sanitario, de las ciencias, de la tecnología, de la educación y de la construcción.
El gobierno desea aumentar la tasa de empleo post-universitario al 78% (ahora mismo al 72%).
Experimentos. Australia no está sola. Hace cuatro años, Japón solicitó a sus universidades la reducción o la completa eliminación de las carreras de arte y humanidades. La excusa, la necesidad de recortar en gasto público. La realidad, muy similar a la australiana: un convencimiento de que la formación universitaria tiene un carácter "útil", y por tanto debe encaminarse no a materias intelectuales o humanistas, sino a ciencias, tecnología, ingenierías y matemáticas (STEM).
Realidad. ¿Pero debe ser así? En términos de empleabilidad, los datos sí favorecen a las carreras STEM. En España, los egresados de Humanidades disfrutan de una inserción laboral del 50% cuatro años después de abandonar la Universidad, frente al 64% del total. En Estados Unidos y Reino Unido varía en función de qué se cataloga como "Humanidades" o no, pero los porcentajes son más reducidos (de hasta apenas un 1%).
Pero conviene matizar. En 2015, muy cerca de la crisis a la que nos volvemos a dirigir, el desempleo entre titulados en Humanidades alcanzaba el 28%, no muy por encima de los titulados en Ciencias (24%). Es un debate cíclico. Y aunque hay diferencias, no son tan pronunciadas como cabría pensar (Arquitectura y Ciencias no eran carreras con mucha más salida en el pico de la crisis).
Otro conocimiento. Con todo, enmarcar el debate en torno a la "empleabilidad" es el peor favor posible para las Humanidades. Si alguien desea trazar una defensa a su favor es preferible hacerlo por aquí: las Ciencias y muy especialmente la Tecnología necesitan de formación humanista, porque la técnica no opera en el vacío sino en espacios sociales. Hemos hablado muy a menudo de cómo la innovación tecnológica afecta a la sociedad que estamos construyendo. Humanidades y STEM han de ir de la mano necesariamente.
Imagen: Nathan Dumlao/Unsplash