Corren tiempos de tipos bajos. Las magras perspectivas a las que se enfrenta la economía global hacen probable que el Banco Central Europeo se mantenga rígido en sus políticas adoptadas durante el último lustro. El pasado lunes la entidad recalcaba su disponibilidad a insuflar más estímulos a la economía del continente. O dicho de otro modo: a mantener una política fiscal expansiva que, en consecuencia, redunde en unos tipos de interés al 0%. Durante la última década el mercado se ha habituado a ellos. Cada vez es más complejo encontrar altas rentabilidades, incluso allí donde, por definición, se suelen ofrecer.
Bono basura negativo. Lo cuenta Bloomberg: al menos 14 empresas europeas cuyos bonos se consideran "basura", es decir, extremadamente volátiles y con alto riesgo de impago, ofrecen ya intereses negativos. Quiere decir esto que los compradores de su deuda deben pagar, perder una parte de su inversión, por el privilegio de poseerla. Hasta ahora, esto había sido habitual en bonos seguros, como los emitidos por Japón, Suiza o Dinamarca, economías estables donde los inversores acudían en busca de refugio. Era preferible perder una parte del dinero a arriesgarlo en otros lugares.
Ahora también está sucediendo en los bonos basura, instrumentos donde los intereses, por definición, eran altos, dada lo incierto de la inversión.
Bajo interés. Un efecto de la dirección adoptada por los bancos centrales europeos. A principios de 2019 ninguna empresa operando en el mercado de bonos basura ofrecía intereses negativos. Su multiplicación es un fenómeno mundial, a la espera de que la Reserva Federal Estadounidense también se decante por un recorte de los tipos de interés. Como explica el Financial Times, los inversores en busca de altas rentabilidades cada vez tienen más complicado encontrar lugares donde poner su dinero. Hoy los bonos freciendo intereses por encima del 5% sólo representan el 3% del mercado financiero; hace una década superaban el 50%.
¿Por qué? Lo explicaron nuestros compañeros de El Blog Salmón en su momento: tras las calamitosas experiencias inflacionarias de los setenta y de los ochenta, la prioridad de los bancos centrales ha sido la de estabilizar el valor del dinero. El control de los tipos de interés se ha agudizado durante el último lustro, cuando el Banco Central Europeo acudió en ayuda de la maltrecha economía de la eurozona. Era preferible congelar los tipos, cuando no devaluarlos, en un contexto de limitado crecimiento económico, poco aumento de los salarios y tímido repunte del crédito.
A consecuencia, los países europeos pudieron emitir deuda con una mayor comodidad, tras el terrorífico verano de 2012. El caso más extremo es el de Alemania: emite rentabilidad negativa en sus bonos a seis años. Los inversores pierden parte de su dinero cuando los compran. A cambio, saben que estará a buen recaudo, en un valor refugio.
Tendencia. Esta anomalía se ha extendido no ya a los bonos de países prósperos y de economías sólidas, sino de todo tipo de entidades y economías. El 27% del mercado de valores global ya ofrece intereses negativos, una excepción histórica. Muchos inversores están optando por ellos ante la perspectiva de una crisis económica internacional agravada por la guerra comercial y por la irresuelta salida de la recesión anterior. Es preferible pagar una comisión por guardar el dinero en un lugar seguro a exponerlo a las puertas de tiempos turbulentos.
Donde hace años era sencillo encontrar rentabilidades al 5% o al 10%, hoy es una tarea compleja.
Para todos. Es la era de los tipos negativos, y del "dinero gratis", como lo verbaliza un inversor consultado por el FT. Antaño financiarse requería pagar ciertos intereses. Hoy comienza a ser al revés: ya hay bancos daneses, como Jyske Bank, ofreciendo abiertamente hipotecas al -0,5% (el montante de la deuda se reduce más de lo que pagas en tus cuotas), y la posibilidad de que los clientes de los bancos comencemos a pagar una comisión por tener nuestro dinero a buen recaudo está cada día más cerca (las entidades ya lo hacen, obligadas por el BCE; y en países como Suiza los grandes depósitos por encima de los 500.000, también).
¿Buenas noticias? No exactamente. En Europa, los tipos bajos son una consecuencia artificial promovida por el BCE: quiere facilitar las cosas a las economías de la eurozona, y que el dinero se mueva (ahora mismo tenerlo en la cuenta del banco implica una segura devaluación). Hay una gran incertidumbre entre el sector financiero por el crecimiento de los intereses negativos. A largo plazo, las consecuencias son inciertas. A corto plazo, la progresiva venta de bonos con intereses muy elevados, como está sucediendo este verano, no anuncia nada positivo. Es el "canario en la mina" de la recesión global que se nos viene encima.
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