Japón es un país lleno de antiguas tradiciones y de extrañas tendencias, pero el Gobierno quiere tratar de adaptarse a los nuevos tiempos. Su nuevo sistema de identificación basado en un carné digital quiere tratar de solucionar muchos de los conflictos de una gestión anticuada y desconectada, pero los japoneses no lo ven claro.
Qué es "My number". Se trata de un nuevo tipo de tarjeta de identificación que se basa en una tarjeta física con un número de 12 dígitos, un chip inteligente y que también cuenta con la foto y algunos datos básicos de la persona a la que corresponde. Es algo así como nuestro DNI electrónico.
Cuándo se creó. En 2015 Japón trató de implantar un nuevo sistema de identificación personal llamado "My number". El objetivo era afrontar problemas administrativos que se habían ido enquistando desde hacía años, como la evasión de impuestos o la falta de información sobre los ciudadanos. La falta de coordinación entre organismos públicos —cada uno con información diferente y que no se compartía— era un problema importante, y parecía una solución razonable.
Primero, gestiones administrativas; ahora, gestiones sanitarias. La emisión de este tipo de tarjetas nunca ha acabado de tener demasiado éxito a pesar de facilitar gestiones administrativas. Hace meses que Japón quiere impulsar su uso con una nueva medida: integrar la tarjeta de su sistema de seguridad social (o el carné de conducir) con My Number. Las actuales tarjetas de la Seguridad Social no tienen foto, y serán inválidas a finales de 2024.
Miedo a la privacidad. Pero los japoneses están preocupados ante la amenaza de que sus datos acaben siendo mal utilizados o robados. Como señalan en APNews, algunos ven este esfuerzo como una violación de su derecho a la privacidad.
El Gobierno de Japón ha establecido el plazo de finales de 2024 como límite para que la gente solicite su tarjeta "My Number" e integre allí sus datos sanitarios. La amenaza es clara: a partir de 2025, si no tienes esa tarjeta podrías no acceder a los servicios médicos y sanitarios del país.
Pero si ya funcionaba todo. Los críticos al cambio afirman que las tarjetas ya funcionaban y esto no haría más que plantear nuevos problemas. Saeko Fuimori, que trabaja en la industria musical, no se fía: "Lleva un microchip y eso significa que puede haber fraude. Si esto viniera de un gobierno confiable y la economía fuera próspera, tal vez lo pensaríamos, pero no ahora".
Miedo a la hipervigilancia. Irónicamente, conseguir esta tarjeta digital hace necesario seguir un farragoso proceso analógico enviando formularios, pero además los ciudadanos creen que este tipo de documento no ayuda.
Koichi Kurosawa, responsable de un organismo que agrupa varios sindicatos, explicaba cómo la gente estaría contenta con el proceso si hiciese su trabajo más fácil y corto, pero estaba produciendo lo contrario en varios escenarios de trabajo en Japón. "La gente cree que se trata de asignar números a las personas del mismo modo que los equipos tienen números en sus uniformes. Les preocupa que esto conduzca a una vigilancia más estricta".