Ningún humano ha ido a la Luna desde 1972 y sólo 12 personas lo han hecho en total: todos hombres estadounidenses. Pero puede que pronto la lista sea mucho más larga. ¿Por qué la Luna? ¿No hemos hecho ya todo lo que había que hacer allí? Más o menos: existen nuevas razones que hacen que los países quieran ir a la Luna.
La India, China, Rusia, Japón y Europa ya tienen planes para llevar misiones humanas y de otro tipo a la luna (algunos de ellos con pruebas ya exitosas, como la India) mientras que Corea del Sur y Corea del Norte también los ojos puestos en la Luna. Incluso parece que a la NASA le han vuelto a entrar las ganas y hace poco anunciaba una visión renovada del Portal de Espacio Profundo que incluye un puerto de escala en la Luna para las rutas a Marte y más allá. Elon Musk también ha hecho un llamamiento para crear una base lunar.
Las empresas privadas están compitiendo por obtener su trozo del pastel de la luna atraídas por el premio XPRIZE de Google, dotado de varios millones de dólares que desafía a los participantes a desarrollar métodos de bajo coste para la exploración robótica espacial. Hay cinco motivos principales por los que la carrera espacial vuelve a estar en auge.
Razón 1: una visión para la innovación
Tanto en el pasado como en el presente, una de las razones por la que el espacio atrae el interés y las inversiones de los seres humanos es nuestra curiosidad por explorar y llegar al límite, tanto física como visceralmente. Pero el espacio también actúa como una fuerza unificadora, proporcionando una visión clara que ayuda al progreso de la tecnología y de la innovación.
Después de que el tema haya sido más bien ignorado durante las últimas décadas, la exploración espacial vuelve a impulsar el desarrollo tecnológico, inspirando la colaboración entre la ciencia y la ingeniería, así como creando orgullo nacional. Es algo que se pudo ver reflejado en la agenda del último Congreso Internacional de Astronáutica en Australia. Estos alicientes son especialmente importantes para algunas economías emergentes como India, China y Rusia, lo que significa que los jugadores más establecidos como Europa y los EE.UU. tienen que trabajar más duro si quieren seguirles el ritmo.
Se espera que el reciente anuncio de que Australia tendrá su propia agencia espacial pueda crear nuevas oportunidades para el país.
Razón 2: ventajas económicas y geopolíticas
Paradójicamente, la exploración de la Luna promueve tanto la cooperación como la competencia internacional. Incluso si un país no tiene su propio programa espacial, puede desarrollar mecanismos que vuelen en las naves espaciales construidas y establecidas por otras naciones. Por ejemplo, la nave espacial Chandrayaan-1 de la India lleva mecanismos de Suecia, Alemania, Reino Unido, Bulgaria y los EE.UU. a la Luna.
Esto ayuda a combinar las diferentes economías y supone un gran aliciente para mantener la paz.
La competencia económica y geopolítica se debe a que la Luna todavía está considerada como territorio no reconocido y no puede pertenecer a ningún país, al menos según un Tratado de 1967 de la ONU firmado por más de 100 países. No obstante, existen incentivos para querer establecerse en la Luna. Por ejemplo, el helio-3 (un isótopo del elemento helio) abunda en la Luna y es raro en la Tierra. Es un combustible potencial para la fusión nuclear, una fuente de energía casi ilimitada y no contaminante. China, en particular, ha manifestado un gran interés por el helio-3 de la Luna.
La situación es similar a la de la Antártida en la década de los 50 cuando el continente estaba dividido por los 12 países que realizaban por aquel entonces programas científicos en la región. El envío de una nave espacial a la Luna (incluso si falla prematuramente como el caso de la India Chandrayaan-1) podría convertirse en un ejemplo a seguir si algún día la Luna acaba siendo utilizada para zonas de investigación y desarrollo económico.
Rusia, China, Japón, Europa y los EE.UU. hicieron aterrizar (o estrellar) naves espaciales en la Luna en las décadas posteriores a la misión Apolo.
Razón 3: un objetivo fácil
Las agencias espaciales en crecimiento necesitan misiones con éxito y la Luna es un objetivo tentador. La comunicación por radio para la relativamente corta distancia entre la Tierra y la Luna (384.400 kilómetros) es casi instantánea (1-2 segundos). Entre la Tierra y Marte, la comunicación bidireccional puede tardar una hora. La baja gravedad y la falta de atmósfera en la Luna también simplifica las operaciones para orbitadores y módulos de aterrizaje. Las misiones lunares rusas demostraron que es técnicamente factible aplicar la robótica para traer muestras de la Luna a la Tierra.
China se propone poner en marcha una misión robótica a la Luna en los próximos 1-2 años en busca de muestras. Si tiene éxito, estas serán las primeras muestras traídas de la Luna desde la misión Luna 24 en 1976.
Razón 4: nuevos descubrimientos
A pesar de décadas de observaciones, cada nueva misión a la Luna produce nuevos descubrimientos.
La nave espacial japonesa Selene y la misión de la India Chandrayaan-1 descubrieron nuevas distribuciones de minerales en la Luna y sondearon regiones con recursos potenciales. Un descubrimiento interesante ha sido la presencia de agua helada y otros compuestos orgánicos en las regiones que están en la zona de la luna que nunca ve la luz del sol. De estar presente en cantidades suficientes, el agua helada en la Luna podría ser utilizada como un recurso para la generación de combustible o para facilitar los asentamientos humanos.
Esto sería una gran ventaja para las futuras misiones futuras si tenemos en cuenta el coste de llevar agua de la Tierra a la Luna. Aunque se necesitan avances inmensos en la ingeniería para extraer estos recursos en entornos a temperaturas que rondan los -250 ℃, son estos desafíos los que hacen que se creen nuevas tecnologías.
Reason 5: un aprendizaje sobre la Tierra
Aparte de algunos aspectos prácticos, la exploración de la Luna nos ha revelado ideas completamente nuevas sobre el origen del sistema solar.
Antes de las misiones Apolo, se pensaba que los planetas se formaban durante largos períodos de tiempo tras una lenta aglomeración de partículas de polvo. Las rocas lunares traídas a la Tierra por las misiones Apollo cambiaron esa idea de un día para otro. Ahora sabemos que las colisiones entre planetas gigantes eran algo normal y que una colisión de un planeta del tamaño de Marte con la Tierra probablemente formó la Luna (animación).
También hemos aprendido que las formas circulares oscuras de la Luna son cicatrices de impactos de asteroides producidos por los cambios en las órbitas de Júpiter y Saturno. Sin duda, los futuros estudios de la Luna nos darán más información sobre el origen de la Tierra, nuestro planeta. La exploración del espacio no se trata solo sobre lo que hay ahí fuera. Viajar a la Luna crea puestos de trabajo, supone innovaciones técnicas e implica nuevos descubrimientos que mejoran la vida de todos nosotros “aquí abajo”.
Autores: Marc Norman, Universidad Nacional Australiana; Penelope king, Universidad Nacional Australiana.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.