El estadio contemplativo en el que nos encontramos cuando vamos en el transporte público es maravilloso. Si estás cómodo y alejado de tus obligaciones esa nadería del paisaje puede ayudar a que aclares tus ideas o que se te ocurran ideas geniales. Es tal vez por eso que una buena parte de la sociedad noruega lleva tiempo enganchada a la Slow TV, un tipo de programa que arrancó sobre el año 2000 en su televisión pública, la NRK, y en la que los espectadores ven maratones de horas y horas de duración de streamings de cosas de lo más mundanas. Y les encanta.
Los noruegos retransmiten gente practicando la pesca del salmón, fuegos ardientes en chimeneas y hasta personas tejiendo… O el producto estrella: viajes en tren, cuya primera retransmisión se cuenta también como el punto de arranque de esta fiebre. El primer gran triunfo, el icónico viaje Oslo-Bergen de 2009 de un tren traqueteante que pasaba por túneles oscuros, montañas nevadas o valles con niebla. Dos años después, en 2011, se emitieron sin descanso las 134 horas que duró la travesía del Hurtigruten por la costa noruega hasta el Ártico.
Contra nuestra cultura audiovisual artificial, un poco de realidad
Hay quien piensa que es la regresión del formato reality show, hoy en día demasiado hipervitaminado. Para otros, es el Gran Hermano aplicado al mundo real, lejos del artificio de los personajes que suelen aparecer en él. ¿Por qué no sustituimos a las personas por pájaros? Eso pensaron en Piip-show, emisión en directo de 14 horas diarias de dos pajareras en las que herrerillos, trepadores y alguna que otra ardilla entraban y salían a placer en los comederos. Además, en este caso se trata de una mirada a la naturaleza que contrasta con los documentales de animales, en los que los realizadores pueden manipular los resultados para producir la imagen que buscan y así matar la verdad que esconde la espontaneidad.
El éxito de estos programas es tremendo. Como comentaba en El Mundo Thomas Hellum, el programador de NRK, “la nuestra es una televisión sin publicidad financiada por la audiencia, así que tenemos la obligación de arriesgar y hacer programas que la televisión comercial no puede o no quiere hacer", y la enorme respuesta de apoyo del público, con audiencias que van de entre 500.000 a 3 millones (la población noruega es de 5) sólo en sus emisiones en directo habla de lo interesante de esta propuesta, de cómo es posible que estuviéramos necesitándola sin saberlo. Como dice uno de los responsables de estos programas, les han llegado varios tuits de personas que se acercan con curiosidad a estos videos para descubrir que se han pasado horas y horas enganchados.
Tampoco todos los espectadores se acercan a esto de la misma forma. Hay noruegos que comentan que la retransmisión de estos programas se trata más de una excusa para quedar con amigos y familia y así vivir algo juntos. Si pones una hoguera o un paisaje de fondo, no siempre vas a estar atendiendo. Es una idea del uso de la televisión de una forma distinta, ambiental en vez de requerir toda nuestra atención.
Aquí, un nido de águila marina en directo para que veas con tus seres queridos:
La Slow TV se puede agrupar fácilmente dentro de los nuevos slow movements, una congregación de diferentes ramas de nuestra vida que claman por la reducción del frenetismo de nuestro día a día. Desde el Instituto Mundial de la Lentitud han hablado de las ventajas de hacer más lenta la producción de alimentos, el trabajo manufacturado, la educación e incluso el sexo. Geir Berthelsen, fundador de esta especie de laboratorio de ideas, defiende que "la lentitud en las relaciones humanas" produce "una mejor salud y más oportunidades para vivir una buena vida". Para Carl Honoré, escritor de Elogio de la lentitud: Desafiando el culto a la velocidad, debemos arremeter contra el núcleo de esta educación humana en la era “Silicon”.
Todo esto bordea, también, con el mindfulness comercial. Muchos de los videos que puedes encontrarte censuran el sonido natural del ambiente para incorporarles música ambiental o cánticos a lo Enya. Pero a nuestro parecer, eso rompe parte del encanto de la experiencia que proponían originalmente en la televisión noruega y que hace que se conecte de forma más directa ese mundo lento y real que desde nuestros hogares teníamos medio olvidado. Además, el sonido es una parte esencial de estas obras. Es decir, si sólo podemos entrar en los paisajes con dos de nuestros cinco sentidos, vista y oído, ¿por qué quitarle encima uno de ellos?
Una terapia desintoxicante de lo más placentera
Ahora, sólo nos falta enviarle una propuesta a RTVE para que instale cámaras en tiempo real en calles, trayectos de AVE o alguno de nuestros hermosos parajes naturales para contemplar todo lo que la naturaleza puede ofrecernos. Imagínate ver durante horas un precioso rincón susurrante de Doñana en el que de pronto aparezca un lince. Sería una experiencia, desde luego, inolvidable.
Mientras esperamos a que eso ocurra, te dejamos aquí algunas increíbles propuestas que no debes dejar pasar. Igual parece difícil sacar tiempo para ver durante horas una imagen fija, pero eso es sólo si pensamos desde el punto de vista tradicional de las cosas. Para limpiar nuestra mente necesitamos aburrirnos. Y créenos, estos viajes merecen la pena.
Un paseo por la nieve
Ir a 300km/h por el paisaje urbano de Taiwan
Una playa paradisíaca en directo y cámara fija
Una cascada natural
Seis horas de noche estrellada
Una fogata frente al río
El paseo de un monje
Vale, esta última no es un programa del tipo Slow TV, pero sí una película que reflexiona sobre el ritmo de vida occidental contemporáneo frente a la tradición oriental. Dos horas en las que un monje budista camina con una lentitud prodigiosa lo que serían como 200 metros en la vida real. Y el efecto que causa en ti, es bastante parecido.