Francia lleva avivando un debate durante esta última década sobre el uso del lenguaje inclusivo. Por un lado, ha sido ampliamente defendido en círculos feministas, para quienes el lenguaje masculino no es neutro e implica una "invisibilización" de las mujeres. Por otro lado, la Academia Francesa de la Lengua se posicionó claramente en contra hace años, al considerarlo una aberración. Incluso el exprimer ministro, Édouard Philippe, ordenó prohibirlo en los textos y actas oficiales.
Tras varias iniciativas progresistas de modificar la lengua, el gobierno francés prácticamente ha puesto punto y final a esta batalla: ha prohibido el lenguaje inclusivo en las escuelas.
El veto en la educación. El ministro de Educación ha sentenciado señalando que el lenguaje inclusivo "constituye un obstáculo a la comprensión de la escritura". Básicamente, consideran que incorporar un sufijo femenino en un sustantivo masculino a través de un punto u otra forma, constituye un obstáculo al aprendizaje de los alumnos y no debe ser usado como alternativa para la feminización de la lengua. Además, hacen hincapié en que puede afectar a la lectura en voz alta y a la pronunciación, al no ser posible una transcripción oral de ese tipo de grafías.
Así lo destacaba el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer: "El aprendizaje y el dominio del francés contribuyen a luchar contra los estereotipos y garantizan la igualdad de oportunidades de los alumnos, algo que no debe verse penalizado por un lenguaje cuya complejidad e inestabilidad se presentan como un obstáculo para esa meta". Contrariamente a lo que sugiere el adjetivo "inclusivo", los niños con ciertas discapacidades o problemas de aprendizaje podrían tener dificultades.
Venía de lejos. Si nos fijamos bien, de acuerdo a la gramática francesa, todos los pronombres, sustantivos y adjetivos llevan el género del objeto o la persona a la que se refieren. Es decir, no hay un pronombre de género neutral como they —en inglés—, y el masculino se considera la forma predominante para el plural. En España sucede lo mismo. Hasta hace poco, muchos cargos laborales ni siquiera tenían una forma femenina. Algo que incluso defendía la Académie française, la institución de vigilancia abrumadoramente masculina que hace dos años abandonó el plan de llamar a las mujeres presidentas Madame le président (señora presidente).
Desde hace años, las organizaciones feministas argumentan que este sesgo es una desventaja para las mujeres y que puede florecer desigualdades de género en otras áreas. Pero su cruzada por hacer que el lenguaje sea más neutral se ha encontrado con una gran resistencia a cada paso.
La respuesta de la Academia. Hasta tal punto se llegó, que los legisladores del partido en el poder LREM y la oposición Les Républicains presentaron en febrero un proyecto que proponía vetar el uso de palabras neutras, entre los funcionarios del gobierno y los trabajadores civiles. La propuesta llegaba tres años después de que una circular del gobierno le aconsejara a los ministros que no utilizaran el lenguaje inclusivo, que la Académie française había previamente calificado como una "aberración" que, a su juicio, pone al lenguaje en un "peligro mortal".
Françaises, Français. Eliane Viennot, historiadora y profesora de literatura en la Universidad Jean-Monnet en Saint-Etienne, explicaba en un reportaje de France 24 que "hemos alimentado la idea de que las reglas del lenguaje son sagradas y que las feministas están socavando nuestra cultura". Y que ese es el tipo de discurso que "desata respuestas emocionales pero que sencillamente no soporta el escrutinio". Volviendo la vista atrás, el general Charles de Gaulle, antiguo presidente y héroe de la Resistencia fue también un líder indiscutible del lenguaje inclusivo al dirigirse al público con su famoso Françaises, Français (francesas, franceses).
Ahora, rechazando el conservadurismo de la Académie, los defensores del lenguaje inclusivo proponen utilizar ambas palabras, como lo hizo De Gaulle, o buscar alternativas para la neutralidad de género, como la population française (la población francesa). Otra opción es utilizar los puntos medios, un punto flotante situado en la mitad de la palabra, para incluir ambas formas del género, como Français·es.
Inclusión femenina. Algunos estudios han demostrado que, actualmente, el lenguaje francés sólo aumenta las desigualdades de género. Según una reciente investigación, un grupo de lingüistas franceses sugería que una gran cantidad de mujeres se sentían desanimadas por las ofertas laborales que sólo utilizaban formas masculinas. Además, se ha comprobado que el uso del lenguaje inclusivo aumenta la confianza de las mujeres para aplicar a las ofertas de trabajo o para realizar estudios en un campo específico del conocimiento.
Repasando algunas formas del francés, advertimos que profesiones como bombero (pompier) o cirujano (chirurgien) no existen en femenino. Sin embargo, enfermero/a sí (infirmier, infirmière). “Para los trabajos más valorados socialmente existe mayor resistencia", decía Raphael Haddad, experto analista del habla en una entrevista de Libération. Con todo, el debate que lleva ocupando la agenda pública durante años se ha saldado con una decisión final. La apoyada por la Academia. Adiós al lenguaje inclusivo.
Imagen: GTRES