Desde que "la casta" terminara varado en las elecciones del pasado junio, Podemos ha atravesado una crisis estructural, un congreso divisivo, el triunfo de Pablo Iglesias al frente de la organización y una remodelación total de la estructura del partido. Y también, claro, una revolución de enfoque: adiós a "la casta", hola a "la trama".
El término ha agitado las redes sociales de Podemos desde que fuera presentado en sociedad, y al margen de lo mucho o poco que haya logrado calar en el discurso del votante de a pie, la formación izquierdista continúa haciendo campaña a través de él. ¿El último ejemplo? Un autobús, bautizado "el #TramaBus", que recorrerá España explicando a los españoles en qué consiste "la trama" y cómo aspira Podemos a acabar con ella.
Yup, la idea es tan extravagante que ha alcanzado el Trending Topic nacional ipso facto.
Sacamos la trama a la calle con el #TramaBUS 🚌🕸 pic.twitter.com/cUgJ8mzVKh
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 17 de abril de 2017
¿O quizá no es tan extravagante? A Podemos se le han juntado tanto partidarios como detractores en su propia campaña de márketing, una continuación de la permanente campaña electoral a la que tanto se adhieren los partidos hoy en día, y ha recibido tantos cálidos aplausos como furibundas críticas. Pero todo lo que pueda tener de ridículo el autobús de turno lo tiene de lógico. Así que veamos los porqués de cada opción.
Lo ridículo
El autobús-concepto: autobuses hay muchos, así como conceptos políticos más o menos elaborados, pero la suma de ambos no sólo retrotrae a ejemplos recientes no tan alentadores, sino que además se presta al ridículo de forma precoz. El #TramaBus es un éxito de imagen en gran medida porque hay más personas mofándose de él que alabando sus buenas y genuinas intenciones (explicar qué es "la trama", algo paternalista).
Nuevas imágenes del interior del #TramaBUS pic.twitter.com/OnO72c7cFp
— Ismaël (@PassePartout__) 17 de abril de 2017
Una pasada el #TramaBus. pic.twitter.com/YNbZvgIiEx
— Mxngxl (@Mongolear) 17 de abril de 2017
— Jorge Galindo (@JorgeGalindo) 17 de abril de 2017
Poco después, además, Podemos ha dado un giro de guión inesperado a la campaña de promoción con una mezcla de estrategia viral a mitad de camino entre la inocencia brillante o el maquiavelismo consciente: un recortable a imprimir por cada interesado para que todos podamos tener en casa nuestro #TramaBus. Una suerte de juego colegial en el que el votante puede participar con su réplica entusiasta o no del autobús de Podemos.
Podéis haceros también vuestro propio #TramaBUS con este recortable. Envíanos tus fotos 😉👇 pic.twitter.com/AlfQIZhTEy
— PODEMOS (@ahorapodemos) 17 de abril de 2017
Así queda el #TramaBUS🚌 recortable 😜 pic.twitter.com/GqPnyHtH6u
— PODEMOS (@ahorapodemos) 17 de abril de 2017
Y sobre todo, la idea de fondo: Podemos lleva impulsando la idea de "la trama" tanto tiempo que a día de hoy podría parecer ya quemada, una consecuencia del modelo en movimiento del partido, ya asentado en las instituciones y sin elecciones a la vista.
Un último detalle: la idea de un autobús-ideológico lleva, hoy, irremediablemente al de HazteOir. La organización ultraconservadora lanzó a las calles un vehículo en el que negaba la realidad de las personas transgénero y que pretendía difundir su mensaje en las puertas de los colegios. El autobús causó una polémica nacional instantánea, siendo prohibido por el Ayuntamiento de Madrid y exportado, no sin ruido, a Nueva York.
Lo no tan ridículo si lo piensas
¿Por qué un autobús? Primero, porque permite visibilizar una idea o una imagen de forma muy rápida. Podemos puede ser consciente de que su cámara de resonancia en Twitter tiene limitaciones, de modo que, ¿qué mejor idea que sacar sus teorías a la calle para que las puedan ver todos aquellos que no siguen la actualidad política en Twitter? Aquí Podemos no ha hecho nada revolucionario: todos los partidos lo hicieron antes.
Bus de C's: la frase en gallego mal escrita y la bandera gallega con la franja al revés. Para algo son reformistas. pic.twitter.com/ZZ1cTGloDw
— Fer González Gonzo (@a_lo_gonzo) 12 de septiembre de 2016
Y todos lo hicieron con diversas polémicas. Por ejemplo, Ciudadanos patinó con su apelación a la identidad gallega durante la última campaña electoral. En su bus de campaña, la franja de la bandera gallega estaba al revés (la tira diagonal debería haber ido en el sentido contrario) y la frase-eslógan contenía importantes faltas gramaticales en gallego. Lo que parecía un bus sin importancia, se convirtió en un problema de imagen en Galicia.
Pero la herramienta de campaña es habitual. Las Nuevas Generaciones tienen su particular autobús-propaganda en movimiento, y Esperanza Aguirre también ha optado en alguna ocasión por incluir ingeniosos juegos de palabras en autobuses para promocionar su imagen. En el PSOE, tanto Susana Díaz como Pedro Sánchez han utilizado los suyos.
¿Diferencias? Todos ellos se desplegaron en el contexto de diversas campañas electorales. Pero todos tienen su sentido estratégico, reafirmado, quizás, por el autobús-mensaje más famoso e infausto de todos: el del Brexit.
"Enviamos a la Unión Europea 350 millones de libras a la semana. Financiemos nuestro sistema de salud público en su lugar", rezaba un gigantesco autobús rojo que hizo las mieles de los partidarios de la salida del Reino Unido de la Unión Europea durante los días previos al referéndum. La cifra era falsa y mucho menor, así como la asunción de que el dinero de Reino Unido en la UE se restaba del NHS, pero funcionó: el eslogan fue muy potente y ganó arraigo en las cuatro esquinas del país, contribuyendo al voto final.
"£60bn will be put aside for Brexit, not spent on the NHS" - almost the exact opposite of what the bus said... https://t.co/39SxnoLjhb pic.twitter.com/FXHFo1IZNC
— Ben Organ (@benorgan) 6 de marzo de 2017
Cuando al día siguiente los periodistas británicos preguntaron a los partidarios del Brexit si no tenían reparos en haber mentido a su población de forma tan evidente, algunos, como Nigel Farage, prefirieron desentenderse de cualquier relación con la campaña. El bus se había convertido en un objeto tóxico, en un ejemplo de la post-verdad y en un símbolo del Brexit, pero también en un icono de la fuerza narrativa de un mensaje y un bus.
¿La lectura de aquel episodio? Si quieres contar algo, cuéntalo en un autobús. Da igual que sea cierto o no, parece funcionar.