Es la idea que sobrevuela la cabeza de miles de personas ahora que se ha conocido la noticia: “justo ahora”. Rita Barberá moría esta mañana de un infarto en un hotel de Madrid a la espera de comparecer de nuevo en el juicio en el que se ponía a la senadora contra las cuerdas de la corrupción de su partido.
Barberá, la baronesa del PP, tenía que contar todo lo que otros políticos y empresarios habían estado callando. Pero el partido de Mariano Rajoy se librará del difícil trago de ver cómo se mete entre rejas a una de las mandamases de su organización.
Los trajes de Gürtel, el principio del fin
Como muchos sabrán, Barberá, la que fue alcaldera se Valencia por el PP durante más de 20 años, era una enorme figura de autoridad en el seno de su partido, donde algunos la llamaban La Jefa. Pero tras décadas de éxito, contando con el apoyo de los valencianos, las cosas se le empezaron a complicar a la regidora a partir de 2012, cuando se empezó a hablar de los trapos sucios de la división regional del partido.
A raíz del caso Gürtel se desveló una grabación de tres años atrás en la que el gerente de Orange Market, Cándido Herrero, y el representante de dicha empresa en Valencia, Álvaro Pérez, El Bigotes, dejaban constancia de que el empresario pensaba comprarle un bolso de Louis Vuitton a la regidora, a lo que ella restaba importancia diciendo que los regalos a los políticos son una cosa “habitual”.
En 2011 Gürtel puso en el punto de mira al presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps y otros altos cargos del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, que habrían concedido adjudicaciones a empresas supuestamente a cambio de regalos, como trajes o chaquetas. Barberá luchó contra Rajoy para mantener a Camps todo lo posible al frente de la gestión valenciana.
En los veinte años de la alcaldesa, es la Generalitat la que había subvencionado los enormes presupuestos urbanísticos que vivió la capital de la provincia en esos años del ladrillo. El AVE a Valencia, la ampliación del puerto, la ampliación de la red de Metrovalencia, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, las dos ediciones de la Copa América de Vela o la ampliación del Jardín del Turia son sólo algunos de los tantos que se fraguó el PP valenciano en aquel tiempo.
Años después se descubriría que la comunidad que había intentado crear el Circuito Urbano de Valencia, ese que rivalizase con la fórmula 1 de Mónaco, gestionaba de forma negligente la construcción de centros educativos y forzaba a algunos niños a estudiar en barracones.
El retorno de Metrovalencia y el caloret
El bolso de lujo es simbólico, pero levantó una corriente crítica hacia la figura de la alcaldesa que se reforzó con el asedio de los medios locales. Cuando en 2013 se conoció el demantelamiento de Canal Nou, la cadena televisiva regional que contaba con 1.800 empleados y que había supuesto miles de millones de gasto, algunos de los trabajadores internos comenzaron a criticar al gobierno vigente.
Los redactores tomaron la señal y pidieron públicamente perdón a las víctimas del desastre de 2006 de Metrovalencia en el que murieron 43 personas. Según los periodistas, no fue nada ética la falta de cobertura informativa que se le dió al desastre en todos estos años. Los locutores acusaron directalmente al despacho del Palau de la Generalitat de dar la orden de no informar sobre el suceso. En 2013, mientras miles de valencianos protestaban frente al Ayuntamiento por la falta de investigación de las muertes de Metrovalencia y ante las crecientes acusaciones de corrupción, Barberá respondía así:
Aunque su nombre había pasado por casos como Emarsa, Nóos o Imelsa, la crisis de Barberá se haría definitiva en 2015 el acto de la Crida, el momento de anunciamiento del inicio de la fiesta de las Fallas en la que daría un discurso salpicado de errores gramaticales en valenciano.
Volvemos a 2015. Su figura, tan popular en la región, querida por buena parte del electorado, se fue disolviendo. A ello ayudó Rita Leaks, la web de Compromís que filtró al público cientos de documentos con gastos de difícil justificación del Ayuntamiento de Valencia durante los años de crisis. Los "gastos de representación" suponían viajes, comidas y diferentes actos, algunos de los cuales estaban atribuidos a la alcaldesa.
El Ayuntamiento se habría gastado así hasta 25.000 euros en regalos de Navidad, y algunas comidas durante las Fallas tenían facturas de más de 2.000 euros. Según la candidata de Compromís a la Generalitat, aquello podía constituir delito, y la Fiscalía abrió diligencias.
Con la mayor deuda porcentual comunitaria de nuestro país, Valencia iba a ser ese año una ciudad difícil de gobernar, pero la insistencia del partido por que La Jefa (una de las pocas figuras carismáticas que aún le quedaban al PP) se volviese a presentar a las siguientes elecciones la avocó al fracaso electoral.
De la mayoría absoluta se ha pasado a que el PP se lleve un 25% de los votos, y Compromís, el partido del cambio en la región, sólo ha sacado un concejal menos que el partido que llevaba ganando más de 20 años. El descontento del pueblo ha certificado el fin de la carrera política de Barberá, que se refugia en el Senado a pesar de que había rechazado que fuese a acabar en esa institución.
Barberá senadora, una aforada desprotegida
Barberá estaba acostumbrada a vivir rodeada de corrupción. Varios de sus compañeros de partido acababan imputados y/o destituidos, como le ocurrió al vicealcalde Alfonso Grau y a su asesora María José Alcón. Esta idea llegó al extremo cuando en enero de 2016 el juez instructor de Imelsa imputó a nueve de los 10 concejales de la lista de Barberá y a personas de su círculo de confianza en el marco de la Operación Taula. Ella se libró por ser aforada.
Su condición de senadora aforada parecía garantizarle la exención de responsabilidades judiciales, pero el mes pasado el Tribunal Supremo la llamó a declarar este lunes dentro de la causa por un presunto delito de blanqueo de capitales que se habría producido en el Grupo Popular del Ayuntamiento de Valencia cuando ella era alcaldesa.
Para entonces el PP ya considera que la senadora está fuera del partido, que Barberá no tiene nada que ver con ellos. La ex alcaldesa declara que no puede saber nada al no pertenecer al comité electoral. Todo apuntaba a que su relación con Carmen García Fuster, ex secretaria del grupo municipal del Partido Popular, podía certificar el blanqueo de dinero. El juez del Supremo ya la ha hecho declarar como imputada, y gritos de "choriza" y "sinvergüenza" la acompañan a la salita tras declarar ante los jueces.
Dos días después, asediada por la corrupción del caso Taula y tras ser apartada del partido con quien había mantenido relación casi toda su vida, María Rita Barberá Nolla moría en una habitación situada a unos metros del Congreso de los Diputados de Madrid.