A esta hora del día la población mundial asciende a los 7.729 millones de almas. Y subiendo, claro. Las proyecciones demográficas indican que la especie humana continuará reproduciéndose a un ritmo sostenido durante el próximo siglo, aunque no lo hará con igual de intensidad en cada rincón del mundo. De ahí que entender visualmente cómo se distribuyen los humanos sobre el planeta sea útil para entender mejor el entorno político en el que nos movemos (y moveremos).
Nadie como Max Roser, autor de algunas de las ilustraciones e infografías más útiles y compartidas de los últimos años, para mostrarlo. Su proyecto, Our World in Data, lleva más de una década mostrando cómo las condiciones de vida del ser humano sobre la faz de la Tierra están cambiando (la mayor parte de las ocasiones a mejor). Pero a menudo los datos son brutos y no discriminan por regiones; y cuando lo hacen, pierden de vista la escala demográfica de cada país.
Este maravilloso mapa cambia la perspectiva (se puede ver a máxima resolución aquí).
Pensemos en los ejemplos más evidentes, China y la India. No hay continente en el mundo capaz de superar en población a uno de los dos por separado (descontando Asia), por lo que los acontecimientos macroeconómicos o estructurales que modifiquen las condiciones de vida en ambas naciones (esperanza de vida, caída de la mortalidad infantil, descenso de la pobreza, etc.) serán más relevantes (en términos agregados) que aquellos que hagan lo propio en toda, digamos, Europa.
Los mapas comunes no nos ofrecen ese tipo de información. Por lógica, el ser humano ha ilustrado el entorno en el que se movía en función de su geografía. No siempre ha sido exacto (como prueba la popularidad de la proyección de Mercator), pero siempre ha proyectado una imagen del planeta donde la representación física primaba sobre todas las demás. Rusia aparenta ser grande porque Rusia es grande, y, antaño, recorrer el mundo implicaba enfrentarse a lo desconocido. Los mapas arrojaban luz donde había dragones, y ofrecían a sus consumidores una imagen del mundo.
Hoy en día conocer la forma de los continentes es tan sencillo como abrir Google Maps, y la función de los mapas, o de la labor cartográfica, es más divulgativa e ilustrativa que técnica. No sólo eso, la humanidad ha logrado superar (con sus peros y venganzas) a la geografía. Obviando las potenciales consecuencias del cambio climático, el futuro de la humanidad está menos atado a su entorno físico de lo que solía. Entender el mundo ya no requiere de una descripción fidedigna.
De ahí que ajustar la forma de los países a su población, divididos en pequeñas celdas de 500.000 personas, sea una idea tan útil: relativiza el carácter geográfico de los mapas y le aporta una dimensión crucial, la demográfica, para el futuro por venir. Dos países, como es obvio, resaltan frente a los mapas físicos: la India y China. Son grandes de por sí, pero a nivel poblacional son directamente incomparables. En general, es un patrón común al Extremo Oriente: Indonesia (266 millones), Bangladesh (166), Vietnam (96) o Filipinas (100) son descomunales.
Europa queda muy empequeñecida, sumando algunas de las naciones más diminutas de la Tierra (Mónaco, San Marino, El Vaticano) y un puñado de países que mantienen, más o menos, su posición en el nuevo orden geográfico (España, Francia, Italia o Alemania). Los demás estados son muy pequeños a escala global. Mención especial merece Rusia, que queda totalmente borrada del mapa asiático: es el país más extenso del mundo, pero a nivel demográfico su influencia es decreciente en Europa y marginal (sólo 30 millones de personas) en la inmensa Siberia.
En África el cambio más significativo lo protagoniza Nigeria, pequeña en extensión pero extraordinariamente habitada (no hay ningún país cercano que se le acerque). El Congo, con 84 millones de habitantes, y Etiopía, con más de 100, son la otras dos grandes potencias demográficas por debajo del Sáhara (e irrelevantes, cuando no reducidas a una eterna guerra civil, en el plano geopolítico). Egipto, con 99 millones (20 de ellos en El Cairo), completa el cuadro.
En América sólo hay un cambio drástico: Canadá, un fenómeno similar al de Rusia, gigantesca pero vacía de población. Las tres grandes potencias demográficas son también tres de los cinco países más extensos de los dos continentes: Estados Unidos (300 millones de habitantes y al alza, el país occidental con mejor salud demográfica); México (130 millones de habitantes); y Brasil (210 millones de habitantes). En contraste, Argentina es la más empequeñecida (44 millones).
Roser ha bautizado a su obra como "el mapa que necesitamos si queremos reflexionar sobre cómo las condiciones de vida globales están cambiando". Pese a la longitud, es un nombre con tino, porque apunta a algo esencial: la geografía es útil, pero no nos revela demasiado sobre hacia dónde camina el mundo (es estable, al fin y al cabo). La demografía ilustra cuál es la verdadera importancia de cada continente y nación.
Una versión anterior de este artículo fue publicada en septiembre de 2018.