Pese a que el Ejército de Estados Unidos ha derribado ya cuatro objetos aéreos no identificados en lo que llevamos de mes, el Gobierno norteamericano aún no ha sido capaz de dar una explicación convincente sobre qué eran, cómo se mantenían en el aire o cuál era su origen. China, por su parte, también ha encontrado los suyos.
Mientras los expertos señalan que puede ser la consecuencia lógica de que nuestros sensores y radares sean mejores que antes, lo único que está claro es tenemos entre manos un nuevo frente en plena escalada de tensión entre China y Estados Unidos. Una escalada que ya nadie duda en llamar la "nueva Guerra Fría".
Y es especialmente significativo que sea en este contexto de conflicto soterrado, espionaje y guerra de posiciones el que traiga de vuelta a los OVNIs, el fenómeno sociocultural más bizarro y refinado que nos dejó la (antigua) Guerra Fría. ¿Estamos ante los primeros brotes de un verdadero revival de la ufología?
Cuando los extraterrestres se llamaban "Camarada"
Cuando uno se adentra en las entrañas del fenómeno OVNI esperaría encontrar un rosario de casos inconfundibles esparcidos a lo largo y ancho de toda la historia de la humanidad. Y, si hacemos caso de los ufólogos, así es. Está el Libro de los Prodigios de Julio Obsecuente, las octavillas que Hans Glaser hizo sobre el fenómeno celeste de Núremberg en 1561 o el testimonio de John Martin, un granjero texano que en 1878 vio una especie de globo oscuro y enorme atravesar el cielo a toda velocidad.
El problema es que, cuando examinas todos esos casos en detalle, te das cuentas que se tratan de pareidolias: igual que vemos caras dibujadas en las nubes, encontramos en la historia casos que "aparentemente" encajarían con lo que hoy conocemos como OVNI. La realidad, si nos ponemos estrictos, es que sabemos a la perfección cuándo vimos el primer 'objeto volador no identificado': el 24 de junio de 1947.
Mientras volaba con su avioneta cerca del monte Rainer, en el estado norteamericano de Washington, Kenneth Arnold avistó nueve aparatos sincronizados que se movían como "platos lanzados contra el agua". De ahí nacería la expresión "platillos volantes", pero también un fenómeno fulgurante (y complejísimo) que durante décadas se convirtió en una auténtica obsesión a este lado del Telón de Acero. Después, sencillamente, desapareció.
Y es que, nos guste más o menos, la historia del fenómeno OVNI ha estado estrechamente vinculado al desarrollo de la Guerra Fría. De hecho, aunque aún no eran conceptualizados como 'platillos volantes', podemos rastrear los primeros "avistamientos" entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y el principio de la Guerra Fría.
De la misma forma que Ana Fernández-Cebrián, profesora de la Universidad de Columbia, ha estudiado cómo el “milagro económico” del desarrollismo franquista fue retratado tanto en el imaginario social como en las prácticas literarias, audiovisuales y artísticas a través de elementos providenciales o sobrenaturales; podemos entender el fenómeno OVNI como una digestión social de un clima de paranoia constante en el que el 'Holocausto Nuclear' estaba a 10 minutos de distancia.
Más allá de la 'marcianada'
Sin embargo, aunque esto nos parezca ahora 'una marcianada', ya en 1952 la CIA se dio cuenta de que las implicaciones del fenómeno iban mucho más allá de lo aparente. En unos informes de octubre de aquel año (desclasificados en 2016) la Agencia estadounidense llegaba a la conclusión de que los platillos volantes "suponían un peligro tanto para la psicología de los ciudadanos como para la defensa del espacio aéreo del país".
En ellos, no sólo se recomendaba que se investigase más a fondo el asunto (que, recordemos, no tenía ni cinco años de vigencia); sino que se mencionaba la posibilidad de que los soviéticos "pudiesen utilizar estos fenómenos en detrimento de los intereses en seguridad de Estados Unidos".
En regímenes democráticos con una fuerte opinión pública, el imaginario social (y las agendas ideológicas) se convierten también en piezas fundamentales de la contienda geopolítica. Esto es algo que hizo el mismo gobierno estadounidenses a través del 'Congreso para la Libertad de la Cultura' (o el cine hollywoodiense), pero que se ha discutido recientemente con las posibles ingerencias rusas en la financiación del ecologismo europeo, el Brexit o la victoria de Trump.
En un mundo en el que las fake news están a la orden del día; en el que las teorías conspiranoicas mueven a grupos extremadamente organizados; y en el que el secretismo por parte de los Gobiernos ha vuelto a convertirse en lo normal, ¿no se están dando algunos factores sociológicos (el miedo, el secretismo institucionalizado, la histeria) para que vuelva el fenómeno OVNI?
No vivimos en los 50
Muchos de los críticos me dirán que sí; que aún concediéndome que se dan esos factores sociológicos, lo cierto es que no vivimos en los años 50. Y es verdad. No solo porque la amenaza de la destrucción total se vivía como una tragedia en esa década y ahora la experimentamos más bien como una farsa. Injustificadamente, pero una farsa. También porque Occidente es ahora una cosa muy distinta.
Los 50, 60 y 70 son los años de una enorme transformación social, cultural y económica que exigió de los imaginarios sociales transformaciones equivalentes. No creo que pueda entenderse cabalmente el fenómeno OVNI al margen del enorme proceso de secularización que vaciaba las iglesias y dejaba a muchos huérfanos de trascendencia.
Tampoco puede entenderse la ufología sin el enorme prestigio social del que gozaban las ciencias en aquel momento. El fenómeno OVNI se configura antes de lo que entendemos como "posmodernidad" y, en ese sentido, sus estudiosos aspiran a la cientificidad. Ahora, en cambio, las teorías y discursos que llenaron el hueco que dejó el fenómeno se alzan contra la ciencia (ya sea contra las vacunas, el COVID o la esfericidad de la Tierra). En ambos casos se basan en un puñado de verdades aisladas y descontextualizadas (de avistamientos extraños; de resultados contraintuitivos y decisiones polémicas), pero el 'canon' al que aspiran es distinto.
Es decir, sí, estoy de acuerdo: es difícil que el fenómeno OVNI vuelva tal y como era; sin embargo, los factores sociológicos y los mecanismos psicológicos que lo impulsaron en su momento están aquí; el imaginario social está aquí; los intereses geopolíticos vuelven a estar aquí; y, por supuesto, las incógnitas están aquí: al fin y al cabo, los avistamientos están muy lejos de ser un tema cerrado. Hace menos de un año (y quizás adelantándose a todo esto), la NASA creó un panel de expertos para empezar a tomarse en serio el asunto.
En el fondo, sean OVNIs u otra cosa, solo es cuestión de qué emergerá todo esto porque, si nuestro lema es "I wan't to believe", siempre encontraremos algo en lo que creer.