Pese a que el ugly style está viviendo uno de sus momentos más dulces en la historia del calzado, hay una de las marcas legendarias de este ámbito estético que va a abandonarnos sin remedio. Crocs acaba de anunciar que a finales de este 2018 cerrarán las últimas plantas minoristas de producción que le quedaban en México e Italia.
Catacroc: también cerrarán los cientos de comercios minoristas de la marca que todavía pervive decorando las paredes del centro de las ciudades con coloridas gotas de horterismo confortable. Racionalizar su producción, pese a todo de mil millones de dólares al año, pasa por reconvertir el modelo a la venta directa por Internet.
Aunque han querido decir que no es un adiós definitivo, lo cierto es que sus insignes zuecos de caucho serán ahora producidos por terceros para "expandir la capacidad de fabricación". Es sólo otra estaca más en el corazón de la compañía fundada por el empresario George B. Boedecker, Jr.
De 100 a 0: la historia de las Crocs es la de un decrecimiento escalonado al que ya sólo le queda desaparecer. Comenzaron como un boom a mediados de los 2000, figurando en 2006 en los pies de las celebrities más atrevidas, entre ellas Matthew McConaughey y George Bush. Su ubicuidad provocó que en 2007 empezaran a aparecerles plagiadores que no creían en la originalidad del zapato elástico. En este mismo momento, y después del idilio irónico de los famosos, las revistas de tendencias y otros expertos del ramo empezaron a calcular el ratio feísmo/comodidad para concluir que no merecían la pena.
Ríase la gente: tuvo que ser difícil ser el dueño de Crocs en esta espiral, mientras expandes tu marca a decenas de países y luchas contra los medios que declaran tu idea como “uno de los 50 peores inventos de la humanidad” y contemplas cómo millones de usuarios se organizan en Facebook bajo el grupo “No me importa cómo de cómodos sean, si los llevas puestos pareces imbécil”.
El fondo del barril: desde el 2009, y renqueando cada vez más, la empresa se enfrenta al agotamiento de la fórmula y a las consecuencias de haber confiado en un zapato de diseño estable (es decir, que no se transforma) con bajísimos niveles de rotación (es cierto que es un calzado que no se rompe casi nada). En un sólo año pasaron de ganar 200 millones de dólares de beneficios a generar pérdidas de 200 millones, y la involución ha sido constante desde entonces. No es una reestructuración de la empresa que extrañe a nadie, y tampoco que vaya a lamentarse, salvo por parte del personal sanitario y el gremio de domingueros y piscineros.
El zueco croc nunca morirá. Es más, en menos de 365 días se ha visto cómo Christopher Kane, Balenciaga, Urban Outfitters, Zara y algunos traperos han vuelto a ponerles en la parrilla estética. Son gripes cíclicas y menores que atacan cada tanto al sistema inmunológico de la moda, pero de las que se acaban reponiendo para volver a rechazar el famoso diseño de goma.
Pero, aunque la idea del croc perviva con nosotros, cada día está más en entredicho la supervivencia de la marca estadounidense.