¿Cuánto poder adquisitivo vamos a perder por la subida de los precios? Es la pregunta que la mayoría de familias se hace en España, donde el precio de los alimentos y del combustible no deja de aumentar. La inflación está descontrolada y se ha convertido en el epicentro del debate económico. De hecho, este último mes hemos alcanzado nuestro nivel más alto desde septiembre de 1992, hace casi tres décadas.
Con un cuello de botella en la cadena de suministro en Europa, el sobrecoste en la cesta de la compra, llenar el depósito del coche, y la factura eléctrica son los nuevos dolores de cabeza de los ciudadanos, que viven con la inquietud de una pérdida de su poder adquisitivo.
Los datos. La inflación ha subido este mes de noviembre un 5,6% respecto al año pasado. Esto son dos décimas más que en octubre, y su nivel más alto desde hace casi 30 años. Los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) marcan nuevos máximos anuales para la inflación en España, que ha crecido sin interrupciones desde marzo. ¿Por qué? Principalmente por las subidas de los precios de la alimentación y, en menor medida, de los carburantes para vehículos.
La inflación subyacente, que no tiene en cuenta los precios de la energía y de los alimentos frescos ―los elementos más volátiles―, también ha subido y pasa del 1,4% al 1,7%.
Pérdida de poder adquisitivo. La escalada de precios pone contra las cuerdas el poder adquisitivo de los trabajadores, que ven cómo los precios suben de forma exponencial, ya asentados por encima del 5%, mientras que el alza de los sueldos no llega a ese nivel. Según el último Boletín de la Negociación Colectiva del Ministerio de Trabajo, se queda en el 1,5% tras el 1,8% de 2020. La brecha sería entonces de casi cuatro puntos. Y los consumidores ya han detectado ese embate cuando acuden a los supermercados, con importantes alzas en productos como el aceite.
Esta brecha es precisamente una de las causas del conflicto que se ha vivido en Cádiz, donde el sector del metal se ha ido a huelga por la negociación de un convenio que no recogía este incremento de precios.
El fenómeno inflacionista es global. No es único de España. Los precios repuntaron en EEUU un 6,2% en octubre, su mayor incremento en más de tres décadas. En Alemania escalaron al 4,6% ese mes, y merodean zona de máximos desde la caída del Muro. Los bancos centrales repiten que es algo transitorio. Y mientras, los países muy endeudados, como España, temen que se acelere la retirada de estímulos monetarios para evitar el sobrecalentamiento y se encarezca así su financiación en los mercados.
¿Resulta más caro llenar la nevera? Sin duda. Los alimentos y las bebidas no alcohólicas se encuentran entre los grupos que están experimentando mayores incrementos, con un índice acumulado del 1,7% tras haber rozado el 2% en agosto y no haber registrado depreciaciones en todo el periodo pandémico. Para que os hagáis una idea, estos índices reflejan que el mes pasado eren necesarios 105,4 euros para adquirir la misma cesta de la compra, que costaba cien en octubre de 2020.
En concreto, hoy es un 5% más caro hacerlo que hace dos meses. Los productos más afectados por esta subida son, principalmente, las frutas y verduras, que en pocos días han multiplicado por nueve su precio. Algo parecido ha ocurrido con otros bienes básicos como el pan. El aceite de palma ha subido un 75% en el último año; el azúcar, un 10%; el maíz y otros cereales, un 25%.
¿Y cuánto están subiendo los gastos del hogar? Vivir en una casa, mantenerla a una temperatura decente y utilizar productos de aseo personal y limpieza doméstica cuesta un 20,5% más que hace un año, según reflejan los datos del INE. El factor clave de ese incremento se encuentra en la energía, con un encarecimiento del 62,8% con respecto al año pasado en el caso de la electricidad y otro del 16,5% en el del gas. La subida de la luz duplica con creces el anterior pico del 26% registrado a principios de 2017.
Los problemas en la cadena de suministros nos afectan. De momento, se mantienen en forma de cuellos de botella en los puertos por la falta de camioneros y una carencia de chips que está obligando a las fábricas de automóviles a efectuar parones por retrasos en su llegada de hasta 25 semanas y mantiene en vilo a casi 40.000 empleados de las factorías de Volkswagen, Stellantis, Renault, Ford y Mercedes en España.
La Organización Mundial del Comercio ya postula que este atasco global todavía puede prolongarse durante meses. Los precios de los contenedores que viajan en los barcos siguen en umbrales altísimos históricamente, y los pedidos de nuevos barcos todavía tardarán en estar listos. Lo mismo sucede con el petróleo y el gas, penalizados en los últimos días por el temor a la nueva cepa, pero que aun así acumulan importantes subidas en lo que va de año. Y bueno, la llegada del frío ha empujado el precio de la luz a su semana más cara de la historia. No pintan tiempos fáciles.
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