Un estudio acaba de ponerle nombre al "vaya idiota, está equivocado y sólo yo tengo razón": ilusión de la suficiencia

Nos pasamos media vida diciéndole a los demás que sabemos o tenemos razón y ellos no, aunque luego descubras que no. Aquí viene un nuevo sesgo

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Hace mucho tiempo que se formuló una de esas “anomalías” que compartimos y se repiten entre todos los humanos. Nos referimos a nuestra capacidad innata a favorecer, buscar, interpretar y recordar información que, “por lo que sea”, confirma nuestras creencias o hipótesis. Se le llamó sesgo de confirmación, pero había un hueco que no terminaba de rellenarse con esta idea.

Tengo razón, el otro parece idiota. La situación es familiar y reconocible. Todos hemos discutido alguna vez con un familiar en la mesa, o incluso con desconocidos en Internet, teniendo la sensación de estar ante una pared, sintiendo que tenemos la razón absoluta incluso sin tener toda la información/hechos. Y si la conversación versa de política y actualidad, como la situación en Palestina, la dialéctica puede acabar de forma más acalorada.

Bien, según una investigación publicada en PLoS ONE por la Universidad Estatal de Ohio, Stanford y Johns Hopkins, las personas tendemos a asumir que tenemos toda la información que necesitamos para tomar una decisión o sustentar nuestra postura, incluso si no es así. A este fenómeno se le ha denominado como “ilusión de adecuación de la información”.

El enfoque. Tal y como ha explicado Angus Fletcher, coautor del estudio y teórico y neurofisiólogo de la universidad, “la mayoría de la gente, en promedio, hace esto. El conflicto interpersonal va aumentando, lo que provoca un aumento de la ira, la ansiedad y el estrés general”. Con esos mimbres en mente, su equipo se puso a estudiar y analizar este tipo de malentendidos y, de ser posible, ver si era posible mitigarlos.

El estudio. De esta forma, el equipo de la Universidad Estatal de Ohio, la Universidad de Stanford y la Universidad Johns Hopkins, encuestó a 1.261 estadounidenses online. Todos los participantes leyeron un artículo sobre una escuela ficticia que no tenía agua suficiente.

El grupo 1 leyó un artículo que solo daba razones por las que la escuela debería fusionarse con otra que tuviera mejor agua. El grupo 2 leyó un artículo que solo daba razones por las que las escuelas se mantendrían separadas y esperaban otras soluciones al problema. El grupo 3 fue el grupo de control que leyó todos los argumentos a favor de la fusión de las escuelas y de permanecer separadas.

Resultados. Los investigadores encontraron que la mayoría de los dos grupos que solo leyeron los argumentos a favor o en contra de la fusión creían que tenían suficiente información para tomar una buena decisión sobre qué hacer. En este caso, la mayoría dijo que seguirían las recomendaciones del artículo que leyeron. Los que leyeron "a favor de la fusión" tenían significativamente más probabilidades de recomendar que las escuelas se fusionaran, mientras que los participantes "a favor de la separación" tenían significativamente más probabilidades de recomendar que las escuelas permanecieran separadas.

Mientras, alrededor del 55% del grupo de control recomendó que las escuelas se fusionaran. Además, los participantes que tenían la mitad de la información también dijeron que pensaban que la mayoría de las demás personas tomarían la misma decisión que ellos.

La ilusión de adecuación. Así denominaron a este sesgo donde los humanos creemos que estamos en lo cierto, incluso cuando no tenemos toda la información. Según Fletcher, “cuanto menos sabe nuestro cerebro, más seguro está de que sabe todo lo que necesita saber. Esto nos hace propensos a pensar que tenemos todos los hechos cruciales sobre una decisión, a sacar conclusiones apresuradas y a hacer juicios decisivos, cuando nos falta la información necesaria”.

Cambio de opinión. Con todo, lo que más sorprendió a los investigadores es que, una vez que todos recibieron la otra mitad del argumento, sus opiniones cambiaron para ser iguales a las del grupo de control que tenía ambos conjuntos de hechos desde el principio.

Al ver con qué facilidad los participantes cambiaron su forma de pensar, el equipo cree que los hallazgos del estudio pueden ser útiles en los desacuerdos cotidianos, ya sean grandes y pequeños. Según Fletcher, “si le das a la gente algunos datos que parecen coincidir, la mayoría dirá ‘eso suena bastante bien’ y se conformará con eso”.

El momento influye. Con indican en el trabajo, la principal advertencia es que las personas del estudio cambiaron de opinión sobre opiniones que se habían formado recientemente. Dicho de otra forma, no eran ideas que se habían arraigado profundamente. De hecho, un segundo estudio realizado por este grupo de investigación que se centraba en la pena de muerte fue abandonado.

Dicho esto, ¿hay alguna forma de luchar contra este sesgo? Según el equipo, una de las mejores maneras de lidiar contra la ilusión de la suficiencia de la información cuando se está en desacuerdo con alguien es pararnos un momento y preguntarnos: “¿Hay algo que me esté perdiendo que me ayudaría a ver su perspectiva y entender mejor su posición?”.

Igual es pedir demasiado, sobre todo cuando estás tan seguro de "tener la razón".

Imagen | Dall-E 3/Xataka

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