Son cifras del último informe de previsión económica mundial de Standard Chartered, empresa británica de servicios financieros que acostumbra a hacer predicciones que usan los grandes organismos al estilo de las publicaciones de PwC. Las cifras dan de por sí para lanzar un titular crucial: entre 2019 y 2020 Estados Unidos va a dejar de ser la primera superpotencia mundial, un puesto que posiblemente no vuelva a recuperar a largo plazo. No es sólo que China vaya a sustituirle, es que India también podría adelantarle por la derecha.
Los análisis, que ilustra en un útil gráfico Visual Capitalist, muestra cómo las cifras del banco inglés tienen en cuenta a los principales países en término de producto interior bruto en base a la paridad de poder adquisitivo (es decir, teniendo en cuenta el coste de vida en cada país). Ahí va otro titular: en 2030, seis de las diez principales economías del mundo serán asiáticas. Esta vez, y si las previsiones de Standard Chatered aciertan, los países emergentes habrán logrado conquistar las esperanzas puestas en ellos.
¿Y Europa? Ahí vemos cómo únicamente Alemania logra asomar la pata en el podio. Casi ninguna previsión arroja un futuro boyante para el Viejo Continente, cuyos países permanecerán (se espera) estables a lo largo de estos lustros. Ni más ni menos pobreza, ni más ni menos clase media. Si utilizásemos como baremo la Eurozona de los 27 para competir frente a estos gigantes (a día de hoy nuestro PIB en base a PPA es de 23.000 billones, Estados Unidos tiene 20.400 billones), es probable que nos colocásemos entre Indonesia y Estados Unidos, en el cuarto puesto. Más razones si caben para pedir más Europa y no menos.
China y Estados Unidos llevan tiempo rivalizando, y si bien a día de hoy China tiene un PIB nominal mayor, es calculando ese PPA que Estados Unidos sigue liderando el ránking. Cuando se consolide la economía China, su empuje demográfico hará el resto, aunque también provocará una desaceleración de crecimiento mundial. Este es, según el análisis, el testigo que tomará India, sus 1.339 millones de ciudadanos, su economía en proceso de maduración y sus previsiones de aumentar un 387% su PIB de aquí a 2030, moviendo la balanza para convertir a Asia en el continente económicamente más poderoso.
Las otras dos sorpresas las protagonizan Turquía y Egipto, que verían crecer un 314 y un 583% respectivamente sus economías. Pese a que la lira turca está en una posición comprometida, Turquía sigue desarrollándose a una velocidad envidiable gracias al turismo, a sus negocios con los países africanos y Estados Unidos, convirtiéndola en "la China de Europa", aunque hay dudas de si su inflación provocará que el boom se vaya al traste.
Es una perspectiva casi idéntica que la que vive el país africano: Egipto, que venía de varios años convulsos, tiene atada a su población en corto, ahogando a las clases medias, mientras rebaja el peso de su deuda pública, cumple con los mandatos del FMI y ve crecer su economía a un ritmo de entre el 5 y el 6% anual.