Simon Biles, Naomi Osaka, Kevin Love: los problemas de salud mental son ya endémicos en el deporte

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La actualidad de los Juegos Olímpicos quedó monopolizada ayer por un hecho inusual. Simone Biles, una de las mayores estrellas del torneo, se retiró prematuramente de la prueba por equipos de gimnasia artística. Tras completar el salto de potro con un pequeño error, Biles decidió enfundarse el chándal. Más tarde explicaría el motivo: "No estoy lesionada, simplemente tengo una pequeña herida en mi orgullo (...) Ahora tengo que concentrarme en mi salud mental". Sin ella, EEUU perdería el oro.

El debate. La decisión de Biles ha espoleado una conversación a gran escala sobre la salud mental entre los deportistas profesionales. Ella misma la impulsa: "Siento que no estoy disfrutando. Quería que estos Juegos Olímpicos fueran por mí, pero sentía que lo estaba haciendo por otras personas". Biles, fuera mentalmente de la final, decidió dar un paso atrás para no perjudicar a sus compañeras con más fallos en los ejercicios. Tampoco participará en la final individual.

Cada vez más. No es algo habitual. Algunos deportistas de élite sucumben a la presión, pero no verbalizan frente a los medios de comunicación sus inseguridades. Era una conversación pendiente en el deporte hasta hace poco. Ayer Biles citaba a Naomi Osaka, tenista japonesa, como un ejemplo. A mediados de este año, Osaka se retiraba de Rolland Garros tras incumplir sus obligaciones con la prensa y por una "enorme ansiedad". No participaría en Wimbledon, en un breve hiato interrumpido en los Juegos.

Desde entonces, Osaka se ha convertido en un símbolo de la batalla por la salud mental. "No me siento cómoda siendo la portavoz de la salud mental de los atletas dado que es algo nuevo para mí y no tengo todas las respuestas. Pero espero que la gente pueda empatizar y entender que está bien no estar bien. Y está bien hablar de ello. Hay gente que puede ayudarnos, y suele haber luz al final de cualquier túnel", escribiría en un número de Time en el que protagonizó su portada.

El tema de los JJOO. Esto ha llevado a que algunos medios consideren a Osaka y Biles como los símbolos de una nueva era en el deporte en el que "se prioriza la salud mental". Casualmente, Osaka caía eliminada en octavos de final del torneo individual femenino el mismo día en el que Biles se retiraba de la final por equipos. "No sé cómo hacer frente a esa presión, así que lo he hecho lo mejor que he podido", declararía tras el partido, en referencia a su estatus como símbolo japonés (encendió el pebetero en la ceremonia inaugural) en unos Juegos organizados por Japón.

Antecedentes. Osaka y Biles son desde hoy mismo la cara más visible de la salud mental en el deporte. Pero no fueron las primeras. Antes que ellas otros atletas de élite abordaron similares problemas. Uno de los más célebres fue Kevin Love, jugador de la NBA. En 2018 publicó una tribuna titulada "Todo el mundo está pasando por algo" en la que confesaba sufrir ataques de ansiedad frecuentes fruto de la presión. Love deseaba abrir una conversación sobre la salud mental en el deporte de élite:

Es raro, si piensas en ello. En la NBA tienes a profesionales entrenados para afinarte en muchas áreas. Entrenadores, preparadores y nutricionistas han estado en mi vida durante años. Pero ninguno de ellos pudo ayudarme del modo que necesitaba cuando me encontraba tumbado en el suelo luchando por respirar.

Sobre la mesa. Love, Osaka y Biles han llevado al terreno del deporte profesional un asunto, el de la salud mental, de creciente dominancia mediática y social. Llevamos años hablando sobre cómo la ansiedad y la depresión son dos de los problemas más comunes de las nuevas generaciones. La prensa se ha hecho eco de ello. Se ha divulgado la palabra. Era cuestión de tiempo que llegara al atletismo, a la gimnasia o al tenis. Hablamos de personas muy jóvenes (y muy exitosas, para lo bueno y para lo malo) que tienen que soportar cargas de presión altísimas.

El listado. Michael Phelps también se sinceró sobre ello, así como Paul Pierce, Álex Abrines, André Gomes, Per Mertesacker, Tom Dumoulin, Marcel Kittel, Gracie Gold y un largo etcétera. Hoy son más los atletas que hablan sobre ello porque la salud mental ha dado un paso de gigante en términos de visibilidad mediática.

Pero no significa que sea un problema nuevo. Iván Campo ya admitió tener problemas serios de ansiedad en 2001. José Antonio Camacho vomitaba siempre antes de los partidos, aunque en los '80 nadie lo asociara a "ansiedad". Y es fácil entrever cuadros similares en las historias de Jesús Navas, José Antonio Reyes, Bojan Krkic o Ronaldo Nazario (en uno de los ataques de pánico más célebres de siempre en el deporte, el de la final de 1998). Todos han pasado por lo mismo que Biles. Es un problema endémico que el deporte tiene pendiente arreglar.

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