Ayer en Virginia (Estados Unidos), la reportera Alison Parker y el cámara Adam Ward fueron asesinados mientras retransmitían en directo para la cadena para la que trabajaban. Cada vez que ocurre un asesinato de este tipo, aparecen comentarios del tipo "Y esto, amigos, es por qué no debería estar permitido que tipos con problemas mentales compren armas" o se da el caso de periodistas llamando "tarados" o "enfermos" a los asesinos sin que ninguna prueba sobre su estado mental sea necesaria.
Hasta cierto público es lógico, las redes y el periodismo no deja de ser un reflejo de la sociedad y un 60% de la población piensa que enfermedades como la esquizofrenia están relacionadas con la violencia. Por eso nos hemos preguntado qué decía la ciencia sobre el asunto.
¿Qué son los 'enfermos mentales'?
Nada. Sin entrar a fondo en los problemas de éste término (que son muchos), 'Enfermedad mental' es una marcoetiqueta que, en su uso social, engloba desde el autismo a la anorexia, pasando por la adicción a sustancias, la dislexia o la catalepsia (la pérdida de movilidad y sensibilidad).
La tremenda diversidad de enfermedades psiquiátricas, trastornos psicológicos, condiciones médicas y procesos conductuales hace que el colectivo de 'enfermos mentales' no sea nada homogéneo. **Tan diverso o más que los colectivos raciales o de género, de hecho.
Si alguien dijera "No debería estar permitido que los negros compren armas", lo tacharíamos de racista. Si dijera "las mujeres no deberían poder comprar armas", lo tacharíamos de sexista. Pero, en cambio, si la frase se refiere a enfermos mentales, nos parece razonable. ¿Será porque los enfermos mentales como colectivo son más violentos que el resto? Veamos.
¿Son violentos los enfermos mentales?
Pero, bueno, aceptemos pulpo como animal de compañía y consideremos a los enfermos mentales como grupo. Entre un 18.2 según el SAMSHA y un 26,2 según el NIMH de los americanos sufren algún tipo de problema de salud mental. Por otro lado, los enfermos mentales son responsables de entre el 3 y el 5% de los actos violentos y la mayoría no conllevan el uso de armas.
Tradicionalmente, las conclusiones son claras contra la relación enfermedad mental - violencia: los enfermos mentales de media son igual o menos violentos que la población general. No obstante, es un fenómeno muy difícil de estudiar por la dificultad de controlar todas las variables. Cuando estudiamos la enfermedad mental grave en casos de violencia la encontramos relacionada con hombres jóvenes de un estatus socio-económico bajo que consumen sustancias, tienen fácil acceso a las armas y un historial de violencia: los principales factores de riesgo, por lo que ha sido muy difícil separar unos de otros.
"Los enfermos mentales son igual o menos violentos que la población general"
No obstante, en los últimos años, hemos avanzado mucho y el MacArthur Violence Risk Assessment Study (el estudio más ambicioso y metodologicamente más potente hasta la fecha) ha mostrado que "la prevalencia de la violencia entre aquellos que tienen un trastorno mental y no consumen sustancias es indistinguible de la que no tienen un trastorno mental y no consumen drogas de algún tipo".
Es decir, a la respuesta a esta pregunta es 'no, los enfermos mentales no son más violentos ue el resto de la población'.
Pero, ¿Son más propensos a ciertos tipos de violencia?
En este caso, hablamos de 'tiradores' (mass shooters) y es cierto que las investigaciones nos dice que más de un sesenta por ciento de los 'tiradores' tienen problemas mentales y otro tanto están socialmente marginados .
¿Cómo podemos explicar esto? Como comentaba cuando hablaba de la psicología de los terroristas, problemas como el trastorno antisocial de la personalidad o la paranoia son un problema muy serio para el establecimiento de relaciones sociales de confianza, algo fundamental en cualquier crimen que no sea 'en solitario'.
De todas formas, como en el caso de los 'lobos solitarios' en terrorismo, tenemos que contextualizar el problema. Mientras que hay 32.000 muertos por arma de fuego al año (entre 8000 y 12000 asesinatos de media), mientras la media de asesinados por 'tiradores' es de 25,1 personas al año. Eso quiere decir que unas 12 personas al año (de una población de 'enfermos mentales' de unos 50 millones) se convierten en 'tiradores'.
¿Es la restricción de armas a enfermos mentales una buena idea?
Personalmente, pienso que la restricción de armas en general es una buena idea. Pero este caso particular nos lleva a una cuestión mayor: "¿Hasta que punto señalar la salud mental como causa de la violencia es algo socialmente deseable?"
Angermeyer y Matschinger usando estadísticas públicas alemanas encontraron que el 'deseo de mantenerse alejado de los enfermos mentales' aumentaba con cada incidente violento publicitado y que nunca volvía a su nivel inicial. Es decir, que relacionar en la esfera pública violencia y salud mental provoca un cambio negativo de las actitudes hacia los enfermos en la sociedad.
"La estigmatización solo consigue invisibilizar el problema y complicarlo"
Esto, además, ´crea una 'cadena de retroalimentación negativa': las tasas de violencia contra enfermos mentales se encuentran en torno al 8.2% frente al 3.1% de la media. Y sabemos que haber sido víctima de bulling, acoso o violencia predispone a los enfermeos mentales a reaccionar violentamente cuando son provocados.
Parece claro que incluso en el supuesto falso de que los enfermos mentales fueran violentos, la estrategia de estigmatización no es buena. La estigmatización, como podemos ver, sólo incentiva a la invisivilización. Un entorno social agresivo con la enfermedad mental hace, por un lado, que ésta se oculte, no pueda ser diagnosticada y, como consecuencia, no pueda ser tratada; y por el otro, que se margine a los enfermos mentales exponiéndolos a mayores factores de riesgo.
¿Estamos en problemas?
Sí. Pero no a causa de los enfermos mentales, sino de nuestra incapacidad para mejorar nuestros sistemas de salud mental. Como vemos, no existen razones reales para estigmatizar a los enfermos mentales y sí muchos problemas derivados de ello. Más aún cuando sabemos que este tipo de enfermedades van camino de ser la gran epidemia del siglo XXI.
Es hora, y hoy es buen día para recordarlo, de dejar a un lado los prejuicios y encarar de una vez por todas la salud mental como el gran problema social que es hoy en día.
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