Esta ciudad de Tailandia quiere librarse de la madre de todas las invasiones: miles de monos sobrealimentados por turistas

En Lopburi acaban de lanzar una ofensiva para retirar parte de los miles de macacos que viven en la ciudad

Monos
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En Lopburi están en "guerra". Una guerra, eso sí, con todas las comillas del mundo, tanto por cómo se está desarrollando como por el enemigo al que se la han declarado. Desde hace bastante tiempo esta urbe tailandesa, capital de la provincia homónima y situada a 150 kilómetros de Bangkok, es conocida por su patrimonio y población de monos. Sobre todo por esto último. En Lopburi viven cientos, miles de macacos cangrejeros que han terminado convirtiéndose en uno de sus grandes ganchos turísticos. El problema es que ahora los simios son legión, una marabunta de animales hambrientos que ya está afectando a la economía de la localidad.

Y claro, las autoridades de Lopburi han decidido plantarles cara desplegando un programa que espera capturar la mayor parte con ayuda de frutas y jaulas.

Una ciudad tomada por monos. El vínculo entre Lopburi y los monos no es precisamente nuevo. La ciudad es conocida de hecho por su enorme población de simios, sobre todo los macacos cangrejeros (Macaca fascicularis) que pululan por el entorno del templo Prang Sam Yot, lo que le ha dado cierta popularidad entre los turistas que visitan Tailandia. El problema es que con el tiempo han dejado de ser una seña de distinción y gancho de visitante para convirtirse en un incordio.

Hasta tal extremo llega el problema que en febrero South China Morning Post aseguraba que los macacos afectan ya al comercio y Lopburi se arriesga a quedar reducida a "una ciudad fantasma". Y todo por los miles monos que viven allí.

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¿Tantas molestias causan? El diario hongkonés explica que los simios se cuelan en locales comerciales, molestan, causan desperfectos en tiendas y edificios y disuaden a la clientela de los negocios. A modo e ejemplo, cita el caso del centro comercial Pingya, que ha visto cómo los macacos espantaban a sus compradores y precipitó que el establecimiento saliese a la venta y abaratase sus alquileres.

"Un inversor chino había visitado la zona para comprobar la viabilidad de una inversión" —relata al diario Surachat Cnaprasit, del área comercial— "cuando se dio cuenta del problema de los monos pospuso la inversión indefinidamente".

Tensando la cuerda. Tradición aparte, si hasta ahora se toleraban esas molestias era porque los monos suponen una fuente de riqueza: atraen a turistas que llegan a la provincia con ganas de verlos, alimentarlos y posar con ellos para colgar en redes un selfie curioso. Con los años compaginar el día a día de la villa y su atractivo turístico se ha vuelto sin embargo un reto, como explicaba hace poco Pongsatorn Chaichanapanich: "El gobierno necesita decidir cómo desarrollará Lopburi como una ciudad histórica y cómo ayudará a promover el turismo".

Los propios macacos han protagonizado algún episodio que ha contribuido a tensar aún más la cuerda. AP News explica que en ocasiones los monos intentan arrebatar la comida a los humanos, lo que puede derivar en pelas, y en marzo una mujer llegó a dislocarse una rodilla cuando un simio le golpeó la espalda mientras intentaba arrebatarle la comida. Otro hombre acabó cayéndose de una moto por un motivo similar: un simio que intentaba quitarle una bolsa con alimentos.

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¿De cuántos monos hablamos? De bastantes. Las cifras pueden variar en función de la fuente, pero muestran una población bien nutrida, con millares de macacos. En febrero South China Morning Post hablaba de unos 3.500 simios —ligeramente por encima de los 3.000 que se reseñaban en 2021—, en abril The Guardian apuntaba a 5.700, aunque sin precisar si hablaba de la ciudad, la comarca o la provincia; y la CBS reseñaba hace poco alrededor de 2.500.

Las cifras dan idea en cualquier caso del gran número de monos de Lopburi, a donde acuden los turistas para alimentarlos con fruta y fotografiarlos. Conscientes del problema, hace años, entre 2014 y 2023, las autoridades llegaron a lanzar una campaña de esterilización durante la que castraron unos 2.600 ejemplares.

"Aumentado de forma significativa". "Hay personas a las que le gustan los monos y otra no. Creo que, en comparación con hace diez años, la población de simios ha aumentado de forma significativa", explica Job Jirapat, residente en la zona, convencido de que si la iniciativa hubiese seguido habría sido "una buena solución a largo plazo". "Es posible que no haya podido continuar por falta de financiación, por lo que el número de monos aumenta tan rápido", añade.

A la caza de soluciones. A tal extremo ha llegado la situación que en Lopburi han decidido volver a tomar cartas en el asunto. ¿Cómo? Capturando macacos para sacarlos de las calles y trasladarlos a recintos. Mantendrán parte para no perder la esencia de la localidad y uno de los grandes ganchos turísticos, pero recortarán de forma considerable su población. La ofensiva arrancó hace días y recurre a señuelos con frutas y jaulas para atraparlos y trasladarlos a otros lugares.

CBS News apunta que los esfuerzos se prolongarán varios días este mes y lo más probable es que vuelvan a repetirse. "Con la inteligencia de los monos, si algunos entran en la jaula y acaban atrapados, los demás que están fuera no entrarán en busca de comida", añade Patarapol Maneeorn, de la Universidad de Tailandia.

Objetivo: la convivencia. "No quiero que los humanos tengan que dañar a los monos, y no quiero que los monos tengan que lastimar a los humanos", comenta Athapol Charoenshunsa, del departamento de parques nacionales y vida silvestre. Las cifras del plan también varían de una fuente a otra, pero reflejan en cualquier caso que el objetivo es aligerar de forma considerable la población de macacos.

AP News apunta que las autoridades se plantearían reunir alrededor de 2.500 monos para trasladarlos a grandes recintos y que "un número limitado" continúe viviendo libre en la ciudad. Hace semanas las autoridades habían lanzado ya una iniciativa para capturar 37 ejemplares priorizando los machos más agresivos.

Imágenes | Jbarcena (Flickr), Hugo van den Bos (Flickr) y Sébastien (Flickr)

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