"Los efectos de la reforma laboral sobre la temporalidad están siendo muy intensos y extraordinariamente rápidos", señalaba el Ministerio de Trabajo hace unos días. A la luz de los datos, no andan desencaminados. La temporalidad ha caído a mínimos históricos en comparación con la UE tras la aprobación de la reforma, reduciéndose hasta ocho puntos. Pese a ello, la tasa sigue siendo la segunda más elevada de Europa.
Sin embargo, se está haciendo evidente una de las debilidades de la reforma: la duración de los nuevos contratos se ha desplomado al mínimo en 15 años. Un tercio de las nuevas firmas cesa al mes y la media de todos los contratos se sitúa en 45 días. Mientras, otro mal acecha: la persistencia de los fijos discontinuos.
Los datos. El objetivo primero de la reforma laboral era simple: acabar con la contratación temporal y eventual tan arraigada en la mayoría de sectores del país. Y un año después, a priori, esa misión se ha cumplido. Según el Gobierno, 6,5 millones de los 17 millones de contratos firmados han sido indefinidos. El 38,3%. La temporalidad se ha rebajado en cuatro puntos en lo que llevamos de año (del 24,2% al 20,2%).
Por otro lado, la diferencia con la media europea está en ocho puntos (22,4% y 14,4%, respectivamente), la más corta de la historia. Eso sí, aunque se haya reducido la temporalidad sigue siendo la segunda más elevada de la UE, solo por detrás de Países Bajos (28,3%).
Contratos más cortos. Del nuevo sistema ha crecido a su vez otra tendencia no tan halagüeña, ha habido un cambio de contratación en el que estos tienen una duración media cada vez menor: 45 días. Es decir, aunque los contratos son de "mayor calidad", lo son también de menor duración. Crecen los contratos, sí. Pero también los trabajadores dedican menos horas a su actividad que antes.
Los datos lo reflejan claramente: en el tercer trimestre del año, el volumen de horas trabajadas es un 7% inferior que a cierre de 2019, antes de la pandemia. Y la duración media de los contratos, el 33,5% duran un mes o menos, y el 19,3% duran una semana o menos.
El truco. Todo esto nos lleva a otro fenómeno contractual que ha adquirido cada vez más importancia este año: el fijo discontinuo. Una solución efectiva para acabar con la temporalidad pero que también conlleva cierta precariedad. Tal y como comentábamos en Magnet, aunque sean considerados indefinidos porque no tiene una fecha de término, en realidad no lo son. En la práctica, los trabajadores realizan una actividad estacional durante algunos meses y están sin trabajo el resto del año.
Y claro, el hecho de que no se cuente a estos trabajadores (que se han triplicado en el último año) como parados cuando se encuentran inactivos hace evidente un problema de cálculos. Basta decir que en lo que va de año se han firmado 2,2 millones de estos contratos, un 53% para menores de 34 años, según la Seguridad Social.
¿Qué quiere decir? Que las empresas contratan bajo contratos indefinidos, a pesar de que en realidad ya tienen pactado cuánto va a durar el empleo, y suspenden el contrato al finalizar ese tiempo. Tal y como ilustran las estadísticas de Randstad Research con datos del Ministerio de Trabajo, en los primeros ocho meses del año (y tras la reforma) el número de trabajadores que han firmado más de un contrato indefinido en un mismo mes ha sido de 175.183 personas, 11 veces más que en 2021. Esto ha aumentado el número de contratos indefinidos que se firman cada mes. Y sobre todo, que aumente la cantidad de personas que encadenan contratos de 30 días.
Críticas. Si bien el Gobierno defiende que no existe tal maquillaje de las cifras, le han llovido críticas de algunos sectores. Tal y como se comenta en este artículo de EL PAÍS, desde Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), señalan que "los nuevos fijos discontinuos son para trabajos intermitentes de fines de semana o incluso por horas". Y Randstad Research, avisa de que se están produciendo muchas altas y bajas de corta duración y después las empresas devuelven al trabajador "al banquillo".
En resumidas cuentas, si bien la reforma laboral ha impedido la contratación temporal (su objetivo principal), está motivando otro fenómeno, según los datos, que es en realidad igual de precario.
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