Advertencia: como puedes imaginar, este artículo destripa la premisa básica de la película. Si quieres enfrentarte a su rompecabezas de forma virgen, tal vez prefieras guardar este artículo para más tarde. Si buscas una explicación más pegada a la parte argumental del rompecabezas de Nolan, aquí en Xataka analizamos la inversión temporal del filme.
Casi al inicio de Tenet una científica nos explica el funcionamiento del nuevo arma/truco visual que veremos a lo largo de las próximas dos horas, un ejercicio de ficción por el cuál vivimos en un universo en el que los humanos han desarrollado un invento que les hace capaces de desactivar la segunda ley de la termodinámica a su criterio tanto sobre sí mismos como sobre otros objetos tipo pistolas. Esta segunda ley dicta que la cantidad de la entropía en el universo tiende a incrementarse con el tiempo, y en el filme tiene una aplicación práctica por la cual, al romper esta ley, parece que las cosas marchan para atrás.
Primero, cómo llegamos a invertir el tiempo gracias a la magia de Tenet
Antes hace falta solidificar bien en nuestras cabezas la idea de qué es la entropía. Ésta se entiende como “la medida cuantitativa del desorden o la aleatoriedad en un sistema”. Como decíamos, la entropía del universo siempre tiende a aumentar. Se puede aumentar o mantener, pero nunca reducir.
Esto es así porque cada vez que un objeto interactúa con otro aumenta la energía que se genera, y es por culpa de las partículas subatómicas, que tienen la afición de volverse más desorganizadas a cada paso. Si quieres profundizar en esta explicación subatómica, aquí tienes un vídeo para entender bien a nivel estadístico por qué la entropía llama a entropía:
La entropía, por tanto, sólo puede incrementarse… con el tiempo. A medida que el tiempo pasa, el sistema se vuelve más desordenado, y eso quiere decir que no podemos alterar eso que conocemos como “la flecha del tiempo” (la dirección en la que discurren las cosas tal y como las entendemos) porque la entropía nos lleva a un desorden indeterminado.
O dicho con otras palabras: si vemos que aumenta la aleatoriedad, es que el tiempo avanza. Ergo, y aquí entramos en el terreno de la ciencia ficción (sobre todo porque luego en el mundo real no es tan sencillo), si fabricamos una máquina que evita que la entropía aumente, alteraremos la flecha del tiempo.
El demonio de Maxwell
Aquí Nolan se vale de un experimento mental vinculado a una paradoja entrópica ideada en 1867 por el físico escocés James Clerk Maxwell. Sabemos, además, que el director quiere que le demos vueltas a este concepto porque hay un dibujo explícito del propio experimento en la pizarra de la sala de la científica. Nolan se molestó no sólo en incluirlo en la película, sino también en el tráiler, lo que ha llevado a muchos foreros a teorizar sobre el funcionamiento del “Tenet” durante estos meses.
La paradoja de Maxwell funciona de la siguiente forma: imagina que tienes dos cámaras con dos masas de gases separadas, y en medio de ellos hay una pequeña trampilla por la que pueden pasar moléculas. En ambas cámaras hay gases rojos y azules. Los gases rojos son más calientes (es decir, con más actividad calórica, ergo con moléculas más rápidas) y los azules la otra más fríos (es decir, lo contrario). Si dejas que pase el tiempo, y siguiendo la ley de la termodinámica, ambos gases se mezclarán dentro de sus respectivas cámaras, la temperatura se unificará, las moléculas estarán en un mundo más “desordenado” y se habrá generado más entropía.
Pero entonces entra en juego el demonio de Maxwell, una criaturita con poderes mágicos, tan listo tan listo que es capaz de percibir y definir cada molécula según su actividad calórica. Ese demonio tiene una misión: cada vez que un gas rojo se acerca a la trampilla, lo manda a una de las dos cámaras, en la que irá guardando solo a los otros rojos, y viceversa, de forma que después de su endiablado trabajo tenemos dos cámaras y en cada una de ellas gases a diferente temperatura.
Eso hará que la temperatura de la cámara de las moléculas azules se enfríe mientras que la cámara roja se calentará. Ello haría que el mundo de estas cámaras se volviese más ordenado en lugar de desordenado, con lo que se disminuiría la entropía, refutando el principio de la segunda ley de la termodinámica.
Si esto fuera posible, constantes físicas como el tiempo estarían en un eje reversible (aunque, de nuevo, esto no es tan sencillo porque nos estamos ahorrando el inmiscuir cuestiones de probabilidad y física cuántica), y por eso nuestros protagonistas, con un arma como este diablillo en sus manos, son capaces de revertir los procesos temporales de la entropía de la forma en la que lo hacen en la película: ni haciendo saltos temporales ni creando mundos paralelos, sólo “caminando” hacia atrás, cual Chiquito, pero con respiradores de oxígeno para que las moléculas de su sistema respiratorio no pierdan entropía y estallen sus venas o pulmones o cualquier otra cosa.
Por qué la endiablada entropía escapa al diablo de Maxwell (y por qué, a su vez, Tenet es un circuito cerrado)
¿Por qué el experimento de Maxwell se conoce también como la “paradoja” de Maxwell? Porque, como respondieron después otros científicos que estudiaron su análisis, lo que el propio Maxwell no había tomado en cuenta es que el mismo acto de adquirir y procesar información por parte del diablillo requeriría un gasto de energía. O dicho de otra manera, si ese diablillo estuviese en un mundo divino, bajo otras reglas diferentes a las de nuestro universo, genial, pero que si existiese en nuestro mundo, con nuestras mismas leyes de la termodinámica, el gasto de energía necesario para hacer esa segregación de partículas, aunque nos lo imaginemos con un microprocesador potentísimo, estaría ya en sí mismo cumplimiento del segundo principio de creación de entropía.
Dicho de otra manera, que según este principio de segregación de moléculas no podemos alterar nuestra flecha del tiempo, y eso nos lleva al determinismo, a que "lo que ha pasado, ha pasado", como tanto se repite en la historia. Si pensamos bien qué ha sucedido a lo largo de la propia película, en la que, por ejemplo, al final nos revelan que es el propio protagonista el que en realidad se ha reclutado para esta misión a sí mismo, nos daremos cuenta de que los personajes están dentro de una aventura sobre el fin del mundo encerrada en sí misma.