La UEFA está a favor de los derechos LGBT. Salvo cuando un gobierno homófobo los ataca

Allianz Arena Buena
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Por más que las instituciones y gran parte de los aficionados tienden a disociar ambos fenómenos, deporte y política siempre han caminado de la mano. También en el fútbol. Muy especialmente en el fútbol, dado su impacto global y sus proporciones mediáticas. La Eurocopa que ocupa nuestro tiempo este mes de junio no ha sido una excepción. Desde el primer día una cuestión tabú en ciertos países de Europa del Este ha sobrevolado la conversación sobre el torneo: los derechos LGBT.

Hoy ha devorado al atención sobre los partidos.

El origen. Se remonta a la semana pasada, cuando Manuel Neuer, capitán de Alemania, saltó al campo portando un brazalete con la bandera LGBT. El gesto no operaba sobre el vacío. Alemania había quedado encuadrada en un grupo que le enfrentaba a Francia, Portugal... Y Hungría. El gobierno de Orbán se cuenta entre los más homófobos de Europa del Este. Esta misma semana su parlamento ha aprobado una ley que censura el contenido LGBT en los programas infantiles o en los libros de texto.

Primer escollo. ¿La reacción inmediata de la UEFA? Abrir una investigación para esclarecer si el gesto de Neuer merecía algún tipo de sanción. La organización veta cualquier tipo de manifestación política o ideológica dentro de los estadios. Su movimiento generó revuelo. Neuer no estaba defendiendo nacionalizar los medios de producción o abolir la democracia, sino los derechos básicos de un colectivo minoritario e históricamente reprimido. A los dos días paralizaba la investigación. Neuer podría portar el brazalete en los próximos partidos.

Segundo escollo. Comenzó hace dos días. Alemania juega mañana en Múnich y contra Hungría su último partido de la fase de grupos. Con motivo de la ocasión y de la ley aprobada por el paramento húngaro, el alcalde de la ciudad, Dieter Reiter, solicitó a la UEFA iluminar el Allianz Arena, estadio local, con los colores de la bandera LGBT. "El ayuntamiento desea enviar un visible mensaje de solidaridad a la comunidad LGBT de Hungría, que está sufriendo la reciente legislación aprobada por el gobierno húngaro", rezaba el comunicado. Un mensaje político explícito.

El traspiés. Es aquí donde la UEFA se ha plantado. Una cosa es un brazalete, otra cosa es un estadio gigantesco. Hoy mismo la institución denegaba al ayuntamiento de Múnich la posibilidad de iluminar el Allianz Arena a su gusto (tal y como ha hecho en otras ocasiones). "La UEFA es una organización política y religiosamente neutral", explicaba en su comunicado, "y dado el contexto político de la petición, un mensaje dirigido contra una decisión tomada por el parlamento nacional húngaro, debemos rechazarla". Defender los derechos LGBT sí. Hasta cierto punto.

Para mayor escarnio, la institución recomendaba al consistorio muniqués proyectar los colores LGBT el 28 de junio o la primera semana de julio, coincidiendo con otros partidos (ya sin Hungría).

El desafío. No habrá bandera LGBT en el Allianz Arena cuando Hungría se enfrente a Alemania. Pero sí estará en otros lugares. Reiter la izará en lo alto del ayuntamiento, lejos de la jurisdicción de la UEFA, mañana mismo. Y al menos cinco clubes alemanes (el Hertha de Berlín, el Wolfsburgo, el Augsburgo, el Eintracht de Frankfurt y el Colonia) han anunciado que proyectarán la bandera LGBT en sus estadios (ninguno de ellos participa en la Eurocopa, por lo que la UEFA no puede impedirlo).

Cuadrando el círculo. La polémica ilustra los desafíos que afrontan las instituciones que defienden determinadas causas sin arriesgar nada en el camino. Hace dos años Ámsterdam, ciudad anfitriona del torneo, tuiteaba lo siguiente: "Siente el orgullo. La Euro 2020: torneo de todos, con todos". Y un arcoiris. La UEFA hizo suyo el mensaje: "Orgullosos de que la Eurocopa sea un torneo para todos". Y otro arcoiris. Interpelada por un usuario, la UEFA respondía: "Hay muchas personas dentro de la comunidad LGBT que no se sienten incluidos en el fútbol. Creemos que es importante recordarles que lo están, absolutamente. Este es un juego de todos".

Es complicado. Sucede que para muchas organizaciones y multinacionales, como vimos hace poco, defender los derechos LGBT sólo es posible cuando no hay nada en juego. Cuando el coste de hacerlo es nulo. ¿Qué sucede cuando BMW o el Barcelona se posicionan en favor del Orgullo en Europa? Que todo se llena de arcoiris. ¿Qué sucede al mismo tiempo en sus perfiles oficiales para Oriente Medio? Nada. Allá donde un mensaje rotundo pro-LGBT tendría consecuencias reales optan por no mojarse.

La UEFA se ha topado con el mismo dilema en esta Eurocopa. Su respuesta ha sido controvertida pero hasta cierto punto comprensible (por la connotación desafiante y política de un ayuntamiento alemán vs. un parlamento soberano). No es su batalla, pero sí ahonda en su descrédito. Cuando Hungría jugó contra Portugal en su estadio se pudo ver a algunos ultras mostrar a las cámaras mensajes anti-LGBT y homófobos. Coincidiendo con la aprobación de la ley del gobierno.

Hay causas que quizá merezcan menos medias tintas. O al menos defenderlas no sólo cuando sale gratis políticamente.

Imagen: UN Women

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