El conflicto de Oriente Próximo escala y tensa la cuerda en uno de los puntos del planeta más sensibles y sobre todo estratégicos para el comercio global: el Canal de Suez. En respuesta a los ataques de los hutíes a los buques que navegan por el mar Rojo, EEUU y Reino Unido han decidido lanzar ataques aéreos en diferente puntos de Yemen. El episodio es interesante por el movimiento en sí, pero sobre todo da una idea precisa de cuál es la situación generada por la guerra de Israel en la Franja de Gaza y en qué punto está el mar Rojo y el golfo de Adén.
Y aunque pueda parecer que queda lejos, lo que allí ocurre afecta de forma directa al intenso tráfico de buques comerciales que navegan entre Europa y Asia.
"Ataques selectivos". El entrecomillado es del presidente de EEUU, Joe Biden, y describe lo que según él acaban de realizar el ejército estadounidense junto a sus socios en Yemen. El jueves por la noche aviones de combate, barcos y submarinos de EEUU y Reino Unido lanzaron docenas de ataques aéreos que se distribuyeron por diferentes puntos de la república de Oriente medio, alcanzando bases militares próximas a los aeropuertos de sus principales ciudades, incluida la capital, Sanaa, y una base naval localizada en Al-Hudaydah, un puerto clave del mar Rojo.
El ejército estadounidense fue un poco más allá y precisó en declaraciones recogidas por Reuters que se alcanzaron 60 objetivos en casi una treintena de puntos con alrededor de un centenar y medio de municiones. Sobre la operación se pronunció también el primer ministro británico, Rishi Sunak, quien precisó que la Royal Air Force realizó ataques selectivos —con cuatro aviones con base en Chipre— a instalaciones usadas por los hutíes. The New York Times precisa que Países Bajos, Australia, Canadá y Bahréin participaron con inteligencia o respaldo.
El primer episodio, pero no el último. No ha sido el único movimiento de EEUU, que en las últimas horas asestó un segundo golpe a la milicia hutí con un ataque dirigido a instalaciones de radar. El País precisa que el nuevo despliegue no alcanzó las dimensiones del anterior y contó únicamente con la participación de las fuerzas estadounidenses, que recurrieron a misiles Tomahawk desde el buque USS Carney. "Se trata de una acción de seguimiento sobre un objetivo militar concreto", asegura el US Central Command a través de X. Si bien Washington mantiene que los ataques son defensivos, hay voces que temen ya una "escalada regional" y advierten de que Irán quiera arrastrar a EEUU a implicarse más en la crisis.
Pero… ¿Por qué el movimiento de EEUU y Reino Unido? Sobre eso también se han pronunciado Biden y Sunak. Y de forma meridiana, además. Si se han decidido a mover ficha en Yemen es en respuesta al hostigamiento al que los rebeles hutíes —con el respaldo de Irán— han sometido al transporte marítimo en el mar Rojo con el telón de fondo de la guerra en Gaza. La decisión de Washington y Londres llega poco después de que, el martes, los hutíes dirigieran una andana de misiles y drones contra buques y tras otro episodio registrado en Nochevieja.
"Es un mensaje claro de que EEUU y sus socios no tolerarán ataques contra nuestro personal ni permitirán que actores hostiles pongan en peligro la libertad de navegación", defiende Biden. En una línea similar, el primer ministro británico recordó los ataques dirigidos contra el transporte naval, y advirtió, tajante: "Esto no puede mantenerse". De ahí que defiende que Londres haya tomado junto a sus socios "medidas limitadas, necesarias y proporcionadas en autodefensa".
Objetivos precisos. En un comunicado, el Ejecutivo inglés asegura que sus cuatro aviones Thypoon FGR4 usaron bombas guiadas Paveway IV y se centraron en dos objetivos concretos: un enclave de Bani desde el que se lanzan drones para ataque y reconocimiento y el aeródromo de Abbs, al norte de Yemen y que según Londres se ha estado usando para enviar misiles y drones al mar Rojo. Algo similar ha hecho EEUU en las últimas horas, que sostiene que su segundo ataque busca "degradar la capacidad de los hutíes para atacar buques marítimos".
Las convulsas aguas del mar Rojo. Para entender lo ocurrido en Yemen hace falta comprender qué ocurre en las convulsas aguas del mar Rojo, donde los hutíes están hostigando a las embarcaciones comerciales, lo que ya ha afectado de forma importante al tráfico marítimo. Y eso, teniendo en cuenta la importancia capital del mar Rojo para la economía internacional, el flujo entre Europa y Asia, el paso de portacontenedores e incluso el comercio de GNL, son palabras mayores.
The New York Times habla de que desde noviembre se han registrado en la zona "más de dos docenas de ataques" con drones y misiles rebeldes dirigidos contra el transporte marítimo comercial. Otras aseguran que en el contexto de la guerra en la Franja de Gaza y como "muestra de solidaridad hacia los palestinos", los hutíes han atacado a más de 20 naves en las aguas del Mar Rojo y el golfo de Adén.
Subiendo la tensión. El escenario se ha complicado aún más durante los últimos días, como señala Asociated Press, que recuerda que el martes los hutíes dispararon un intenso ataque con drones y misiles contra embarcaciones del mar Rojo, lo que llevó a las fuerzas estadounideses y británicas a derribar una veintena de misiles y drones. En Nochevieja hubo también un episodio importante durante el que helicópteros de EEUU atacaron a los rebeldes y el jueves un barco comercial aseguró haber visto un misil antibuque disparado hacia el Golfo de Adén.
La situación en el mar Rojo es tal que ya ha llevado a Washington a lanzar una misión internacional para frenar el hostigamiento de los rebeldes hutíes y, según relevaba el jueves El País, incluso la UE sopesa una misión de patrulla especial. La milicia yemení ya ha advertido que responderá a los ataques de EEUU y Reino Unido y ayer mismo habría disparado un misil contra un barco, sin éxito.
La importancia del Mar Rojo. Si lo que ocurre en el Canal de Suez está adoptando una relevancia internacional y saltando de las páginas de política internacional a la crónica económica es por su escenario. Importa quiénes, pero sobre todo el dónde. El mar Rojo es una pieza fundamental en el comercio global y las rutas marítimas. Llega repasar algunas cifras para entenderlo: por sus aguas pasa del 12 o 15% del comercio mundial, cifra esta última que maneja EEUU; y se calcula que supone el 30% del comercio global de contenedores. Tan importante es que lo que ocurre allí afecta incluso al gas natural licuado. Que la situación en las orillas de Yemen sea inestable o peligrosa obliga a las empresas y navieras a optar por vías alternativas para mover su mercancía, con todo lo que ello implica.
Gigantes de la logística, como Hapag-Lloyd o Maersk ya han optado por desviar sus barcos de forma temporal ante los riesgos que supone navegar por la región. "Por el momento todavía consideramos que la situación es demasiado peligrosa para pasar por el mar Rojo y seguiremos desviándonos a través del cabo de Buena Esperanza", explicaba a finales de diciembre un portavoz de Hapag-Lloyd a Europa Press. Desde Maersk también se apuntaba a cambios de ruta por Buena Esperanza, lo que supone extender los desplazamientos de mercancía en comparación con la alternativa del Canal de Suez. Algunos cálculos señalan que el cambio de itinerario añade, de media, 12 días más a los movimientos entre Asia y Europa.
Es guerra... y es economía. Las consecuencias de la inestabilidad en el mar Rojo no se han hecho esperar. El mes pasado el comercio global cayó un 1,3% en comparación con noviembre, un retroceso que se explica en gran medida por lo que ocurre en la región. El País precisa que el flujo de contenedores que recorren a diario la ruta bajó un 66% en cuestión de dos meses, coincidiendo con los ataques hutíes, pasando de alrededor de 500.000 unidades a apenas 200.000.
En cuanto al precio de los fletes en el itinerario afectado, han experimentado un alza igual de considerable: de 1.500 dólares por contenedor a 4.100-4.500, además de los recargos. Otras fuentes hablan de que el precio de un contenedor de 40 pies desde el norte de Asia a Europa se ha incrementado más de un 600%, hasta los 6.000 dólares, desde el inicio de los enfrentamientos entre Israel y Hamas.
Un hándicap igual de importante, como explicaba hace poco al diario del grupo Prisa Jordi Espín, de Transprime, es que además de causar retrasos los cambios de trayecto hacen que en ocasiones la mercancía no se deje en el punto más próximo al importador, lo que también tiene consecuencias. "Las navieras dijeron hace unas tres semanas que empezarían a desviar sus buques hacia el cabo de Buena Esperanza, pero solo un 80% en términos de volumen lo hizo", asegura.
El recuerdo de la crisis logística. Se teme que el conflicto se tensione en la región y se teme, en el ámbito económico, una crisis logística y de transporte, con el recuerdo todavía reciente de los cuellos de botella que se padecieron durante la pandemia. ING señala que las turbulencias que se viven en aguas del mar Rojo ha generado desvíos por Buena Esperanza y triplicado las tarifas de contenedores, y advierte: "Los retrasos y efectos en cadena pueden prolongarse hasta el segundo trimestre". La cadena CNBC se hace eco de expertos que ya hablan incluso de un "contagio global" en las tarifas de los flete y temores a que las incidencias en el comercio internacional acaben haciendo repuntar otro fantasma: la inflación.
No hace falta irse a las previsiones o los vaticinios de analistas —ni desde luego mirar al futuro— para hacerse una idea del impacto que ocasiona la inestabilidad en el mar Rojo. Tesla ya ha anunciado que parará su fábrica de Berlín en varias ocasiones durante las próximas semanas. Y no es el único. Volvo también adoptó una decisión simular ante la escasez de componentes. Ikea asume que la situación en el Canal de Suez puede causar "retrasos y limitaciones de disponibilidad" en sus productos y grandes cadenas como Tesco o M&S también reconocen que quizás se vean afectadas. Si el escenario no fuera ya de por sí complicado, a la inestabilidad del mar Rojo se suman los problemas que padece otro punto estratégico para el comercio internacional: el Canal de Panamá, afectado a su vez por la sequía.
Imagen de portada: Royal Navy (X)
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