Hoy hemos sabido que Pedro Sánchez pedirá al Congreso de los Diputados que prolongue el Estado de Alarma, al menos, 15 días más. Mientras se discute el aumento de las restricciones siguiendo la estela de las últimas medidas italianas, hay un tema que la decisión de alargar la cuarentena aplaza, pero no elimina: cuando todo esto acabe, ¿cómo volvemos a poner en marcha la sociedad sin acelerar de nuevo la epidemia?
No es una pregunta teórica, ni gratuita. El "distanciamiento social", la estrategia que están siguiendo la mayoría de países del mundo para "aplanar la curva", se basa en la idea de que se puede cortar el avance de la epidemia cortando su contagio. Los datos que tenemos hasta ahora nos dicen que funciona, pero ¿qué ocurrirá cuando volvemos a la vida cotidiana? ¿Volverá el virus?
Cuarentena y Postcuarentena en China
Por desgracia, no tenemos demasiadas respuestas sobre cómo deshacer la cuarentena por coronavirus. Países como Corea o Taiwán no han decretado la prohibición de salir de casa ni se han cerrado las tiendas y los restaurantes. Esto es importante porque, como hemos visto durante estos meses, pequeños cambios en el comportamiento del virus pueden generar efectos sociales radicalmente distintos. Hasta el punto de obligar a países como Reino Unido a abandonar sus estrategias previas y asumir, ellos también, el distanciamiento social y la cuarentena.
En ese sentido, el gran ejemplo de cuarentena es China. El día 23 de enero, tras constatar la dimensión del problema al que se enfrentaban y que el brote estaba fuera de control, el Gobierno Chino cerró la ciudad de Wuhan. Literalmente. A partir de las 10 de la mañana de ese mismo día, todo el transporte público de la ciudad se suspendió. El aeropuerto de Wuhan, la estación de ferrocarril y el metro se cerraron y se prohibió a los residentes salir de la ciudad sin el permiso de las autoridades. No funcionó.
El aviso provocó un éxodo de Wuhan y se estima que unas 300.000 de los 11 millones de personas que vivían en la ciudad salieron de allí antes del cierre de las 10. Como consecuencia, el día 24, el gobierno cerró otras 15 ciudades y pisó el freno en el país entero aprovechando que el 25 de enero se celebraba el Año Nuevo Lunar, una de esas grandes festividades anuales que paralizaban la economía del país.
Durante estos días hemos repasado cómo fue la epidemia en China, pero aún así es difícil hacerse una idea del nivel de confinamiento que se llegó en la provincia de Hubei. No es que las ciudades se hubieran convertido en "ciudades fantasmas", es que las autoridades chinas dividieron ciudades, pueblos y zonas rurales en compartimentos estancos. El cierre no fue 'metafórico', sino físico: con calles cortadas con vallas de varios metros y puestos de control para pasar de un barrio a otro en caso de que fuera necesario.
En Wuhan, equipos médicos del gobierno recorrieron la ciudad casa a casa para chequear a sus inquilinos, detectar a contagiados y confinarlos en pabellones y centros de cuarentena. En otras zonas del país, las medidas fueron menos severas y, aunque se compartimentó buena parte del país y hundió la vida social de amplias zonas, gracias a los medios tecnológicos (el famoso QR) se pudo mantener la vida económica y laboral, pese a las dificultades.
Se pudo mantener la vida económica, sí; pero no a un nivel lo suficientemente alto como para que el país no se encaminara a la recesión. Por ello, desde finales de febrero, China empezó a reiniciar la economía en las regiones menos afectadas, aunque sin aligerar del todo las medidas de distanciamiento social. Wuhan y el resto de la provincia de Hubei seguían esencialmente parado y lo ha estado hasta principios de Marzo aunque había amplísimas zonas que no habían registrado un caso nuevo en prácticamente un mes.
Pero finalmente, las estrictas medidas de Wuhan y Hubei se están levantando. En este caso, la estrategia que está llevando a cabo China es mantener la compartimentación de las zonas, pero flexibilizar el paso de personas dentro de las ciudades. De la misma, forma la provincia de Hubei está empezando a introducir las medidas que se seguían en el resto del país permitiendo movimientos en la calle y monitorizando a los ciudadanos con los códigos de salud (que en Hubei no se habían introducido porque la cuarentena era total).
¿Qué podemos esperar del caso español?
Es decir, el Gobierno Chino está permitiendo que se vuelva a la vida cotidiana a la vez que mantiene la infraestructura que permite el aislamiento de barrios, ciudades y comarcas. La idea es que, si la vuelta a la vida normal reanimara la epidemia, pudiera resultar sencillo bloquear esos brotes en zonas muy localizadas y, de esta forma, garantizar que los procesos de recuperación de la postcuarentena no tiene que interrumpirse de golpe.
¿Qué podemos esperar del caso Español? Es difícil decirlo porque es difícil saber con qué nivel medidas y bloqueo vamos a alcanzar durante la cuarentena. Hemos visto como Italia lleva semanas subiendo la agresividad de sus restricciones conforme el brote no mostraba señales de desaceleración. Teniendo esto en cuenta, tan cierto es que la semana pasada España introdujo una cuarentena más dura que la de sus países de su entorno como que aún quedarían muchas medidas que tomar en caso de que la epidemia no se vaya frenando en los próximos días. De esa evolución va a depender no solo la profundidad de la crisis, sino la velocidad de la recuperación sanitaria, social y económica.
Lo que sí es cierto es que no parece razonable esperar una recuperación rápida, ni una vuelta a la vida cotidiana sencilla. El día en que la epidemia llegue a su pico máximo podremos tener una visión más clara de cómo será el fin de la cuarentena, pero las noticias que nos llegan de China (y de otros países) son testarudas: como en la lucha contra el virus, la mayor parte de cosas sobre la vuelta está aún por aprender.
Imagen | Martin Sanchez
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