El Alzheimer es una de esas enfermedades de sobra conocidas sobre las que sabemos en realidad muy poco. Una de las cosas que ya habíamos ageriguado es que está relacionada con la acumulación de unas cadenas de moléculas (beta-amiloides) en las neuronas. Ahora conocemos una cosa más: cuando estos beta-amiloides se acumulan en las células, la temperatura de éstas aumenta. El avance se lo debemos a la investigación en un campo relativamente desconocido: la termogénesis intracelular, o el estudio de la temperatura interna de las células. Los resultados han sido publicados en la revista Journal of the American Chemical Society.
¿Qué es exactamente lo que se ha descubierto? Los beta-amiloides son una de las proteínas clave en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Estas proteínas se acumulan formando una suerte de fibras o “placas”, y ahora gracias a este último estudio sabemos que estas acumulaciones hacen que la temperatura de las células suba notablemente. Hasta ahora éramos conscientes de que esta acumulación de placas estaba relacionada con la muerte de las células y la pérdida de masa cerebral y con ella de la memoria.
La presencia de las placas hacía que las muestras de laboratorio que emplearon para su estudio aumentaran su temperatura en un promedio de 2,8 grados centígrados, eso sí, no toda la célula se calienta por igual. Puede no parezca una temperatura excesiva, pero este aumento de temperatura causa el mismo efecto que freír un huevo: “según se calienta, las proteínas empiezan a agolparse y dejan de ser funcionales”, explica Gabriele Kaminski Schierle, profesora de la Universidad de Cambidge que ha liderado la investigación.
Los autores del estudio señalan además que la liberación de calor puede generar también una rección en cadena, haciendo que beta-amiloides “sanos” comiencen a agregarse también.
¿Una nueva vía para nuevos tratamientos? Todavía no sabemos por qué estas proteínas se acumulan en las células del cuerpo, pero ahora tenemos una mejor idea de qué es lo que pasa cuando se da esta acumulación, pero también nos dice cómo se extienden de una célula a las vecinas, “infectando el beta-amiloide sano de esas células” en palabras de Chyi Wei Chung, coautora del estudio.
El estudio debería poder servir en un futuro para ayudar en el diagnóstico y tratamiento de una enfermedad por ahora incurable. El equipo logró revertir el aumento de temperatura añadiendo un compuesto a la célula, una molécula cuya función sería la de detener la creación de placas de beta-amiloides en las células.
Serán necesarias más pruebas para demostrar el potencial de esta sustancia para el tratamiento del Alzheimer. Como bien sabemos, el proceso entre el descubrimiento de una sustancia con propiedades terapéuticas y su implementación como fármaco es largo y a menudo infructuoso, pero el equipo de investigadores considera que esta sustancia tiene potencial para iniciar ese camino.
Un análisis basado en tecnología puntera. El análisis se ha basado en el estudio cultivos celulares en laboratorio, donde ha sido posible gracias al desarrollo de medidores de temperatura de altísima precisión. Estos termómetros no solo son capaces de analizar la temperatura en áreas del interior de una célula humana sino que también tienen una alta sensibilidad. Sin el desarrollo de estos aparatos un análisis semejante habría sido probablemente imposible.
El peso del Alzheimer. El Alzheimer es una enfermedad difícil de estudiar por varias razones, principalmente poque su evolución es lenta y porque se desata en el cerebro. Se calcula que afecta a 44 millones de personas en el mundo. En España la cifra es cercana al millón de personas, aunque las estimaciones varían. Según la Fundación Alzheimer España afecta al 20% de personas mayores de 80 años.
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