El aspartamo representa alrededor del 60℅ de los edulcorantes no calóricos. Pero no es famoso por eso. De todos los sustitutos del azúcar que se han encontrado durante los últimos 50, el aspartamo es sin duda el más polémico. Con sólo mencionarlo surge el debate, los escalofríos y la preocupación. Todos hemos escuchado que la cola light puede producir numerosas enfermedades sin acabar de comprender cómo un producto así seguía en las tiendas de medio mundo.
Aunque un gran número de agencias alimentarias han evaluado su uso y sus posibles efectos para la salud, el debate sobre este edulcorante sigue vivo en la calle. Así que nos hemos preguntado, ¿Qué hay de cierto en todo lo que se cuenta sobre el aspartamo? ¿Es seguro? ¿Sabemos si eso que nos tomamos para endulzarnos la vida en realidad nos la está amargando?
Qué es el aspartamo
El aspartamo es un compuesto blanquecino e inodoro, en forma de polvo: una molécula de naturaleza peptídica compuesta por dos aminoácidos esenciales, el ácido aspártico y la fenilalanina. Esto es interesante porque podemos decir que el aspartamo son dos aminoácidos que están presentes en muchos otros alimentos y un poco de alcohol producto de su metabolización.
Con una estructura tan simple, nadie se imaginaba que pudiera activar los receptores del dulzor. En diciembre de 1965, James Schlatter se derramó el compuesto con el que estaba trabajando en las manos. Como no era un compuesto peligroso, no se limpió hasta que un rato después, mientras trataba de pasar las páginas de una libreta, se humedeció los dedos y se sorprendió por un intenso sabor dulzón. Rápidamente, intuyó que el sabor se debía al aspartamo, pero habría que esperar hasta 1969 para que anunciara que había encontrado una sustancia entre 150 y 200 veces más dulce que el azúcar; hasta los años ochenta para que se popularice el producto y hasta principios de los 90 para que sea autorizado definitivamente en Europa bajo el nombre de E-951.
¿Es peligroso el aspartamo?
El aspartamo ha sido controvertido desde su descubrimiento. Se le ha acusado de todo: cáncer, migrañas, cambios de comportamiento, daños cerebrales, epilepsia, infertilidad o daños en el hígado. Pero la verdad es que nunca se ha podido establecer que el aspartamo produjera ninguna enfermedad o dolencia en personas sanas. No al menos por debajo de la cantidad máxima recomendada que está establecida en 50 miligramos por kilo y día. Para hacernos una idea, habría que consumir cuatro litros de cola light para alcanzar esas cifras. Muy lejos de la media de consumo actual que ronda los 14 miligramos por kilogramo/día, en niños, y los 8,6 miligramos en adultos.
En 2013, la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) realizó un estudio muy minucioso y demostró que las dosis en las que se comercializa este edulcorante son inocuas para la salud. Fundamentalmente porque el aspartamo se descompone rápidamente en los dos aminoácidos y el metanol de los que ya hemos hablado. Estos tres compuestos son productos que se encuentran en multitud de otros productos y alimentos. Productos como la fruta y las verduras que no presentan, como es evidente, ningún problema de salud.
Para ser más precisos, la fenilalanina en dosis excesivas (muy alejadas, como hemos dicho, del consumo medio) puede resultar tóxica y provocar problemas en el desarrollo .Por ello, en pacientes con fenilcetonuria el aspartamo está estrictamente prohibido. La fenilcetonuria es una enfermedad genética que afecta al hígado y que impide la metabolización de la fenilalanina.
La única posibilidad de que el aspartamo fuera perjudicial es que algún residuo metabólico se fuera acumulando en el organismo. Pero, hasta donde sabemos, se metaboliza muy rápidamente. La evidencia científica actual, y es uno de los aditivos más estudiados del mundo, nos dice que el aspartamo no es peligroso.
¿Por qué tanta polémica?
Dejando a un lado el hecho de que durante muchísimos años ha sido un producto de Monsanto con la polémica que eso genera por sí mismo. En 2005, la fundación italiana Ramazzini publicó un estudio en el que se demostraba que el aspartamo causaba cáncer. Era falso y estaba lleno de errores. Como en el caso de los estudios de Serálini sobre el glifosfato, esos trabajos tenían serios problemas metodológicos. Resumiendo mucho, utilizaban ratones de laboratorio que, de forma natural, tienen una tendencia a sufrir cánceres con la edad.
Pese a que el estudio fue retirado de la revista, pese a que ha sido rechazado por las agencias alimentarias de USA y Europa y pese a que no se ha encontrado nada que lo apoye, aún hoy se sigue pensando que el aspartamo causa cáncer. Los mecanismos de difusión de desinformación funcionan así: hemos visto el mismo efecto en autismo, malaria y organismos genéticamente modificados, un solo estudio fraudulento cambia la percepción social del producto en cuestión. Y para siempre. El gráfico superior elaborado por Del Vicario y colaboradores (2016) explica cómo se difunden tanto las teorías conspiranóicas como las científicas en internet y nos da una idea del problema al que nos enfrentamos.
Simple aspartamo
Nada de lo que ingerimos está exento de riesgos o, dicho de otra forma, la dosis hace al veneno. Pero dejarnos llevar por rumores y conspiraciones tiene un alto costo a nivel sanitario. Es curioso como el miedo injustificado nos impulsa, paradójicamente, a consumir productos más peligrosos: por ejemplo, la stevia actúa como hipotensor y su uso continuado provoca esterilidad. De hecho, como nos explica J. M. Mulet, uno de sus uso tradicionales entre los nativos del actual Paraguay era su uso como anticonceptivo.
Llevamos casi 40 años consumiendo masivamente aspartamo y, hasta la fecha, ninguna autoridad alimentaria o sanitaria ha señalado que haya problemas con su uso. Y no es poca cosa: recordemos que la sacarina, descubierta en 1879 y de uso corriente en nuestros países, estuvo prohibida en Canadá hasta el año 2014. Muy al contrario de lo que podemos pensar, el aspartamo es quizá el mejor ejemplo de un buen control por parte de las autoridades sanitarias. Podemos decir, con lo que sabemos hoy en día, que el aspartamo es tan seguro como cualquiera de los alimentos que consumimos. O más.
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Imágenes | Uwe Hermann, Eelke, Karen, Wikimedia.
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