La temperatura mínima para ahorrar en calefacción este invierno sin dejarnos la salud en el intento, sagún la OMS

La gran pregunta ahora que ha entrado el frío está en el termostato

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El frío es peligroso. Mucho más peligroso que el calor. No lo decimos nosotros. En 2015, la revista médica The Lancet estudió 74 millones de muertes en 13 países distintos y llegó a la conclusión de que el frío mata 20 veces más personas que el calor.

Y es que, aunque a veces nos cueste identificarlo, los efectos del frío en nuestra salud pueden llegar a ser muy serios.

Lo que nos hace el frío. Según la Organización Mundial de la Salud, el frío inflama los pulmones, dificulta la circulación y aumenta las complicaciones en numerosas enfermedades respiratorias. Por otro lado, favorece la vasoconstricción del sistema circulatorio, estresándolo. De esa forma, hay problemas cardiovasculares como la cardiopatía isquémica, la enfermedad coronaria o los accidentes cerebrovasculares que se hacen más probables.

Todo eso se traduce en que los períodos de frío se asocian sistemáticamente con un aumento de las enfermedades respiratorias y  cardiovasculares y, de paso, con un aumento de la mortalidad.

Pero no solo es el frío de la calle. "Cada vez disponemos de más evidencia de que las temperaturas frías en espacios interiores tienen consecuencias negativas para la salud". En concreto, "las temperaturas interiores frías se han  asociado con un aumento de la presión arterial, síntomas de asma y  problemas de salud mental". Según los estudios de los que disponemos, casi 13 de cada 100.000 personas que mueren lo hacen directamente por complicaciones derivadas de vivir en hogares fríos.

Además, en nuestro caso es peor. Fundamentalmente, porque "la mortalidad invernal es mayor en los países con climas más suaves". En países como el nuestro, las viviendas con "una eficiencia térmica doméstica deficiente" son muy comunes y eso las expone a ser más difíciles de calentar.  Dificultades que aumentan en zonas con problemas socioeconómicos o ingresos limitados.

La gran pregunta del invierno. ¿Cómo combinamos las tres cosas clave: ahorro, confort y salud? Y el dato clave para esto nos lo da la OMS. Según la Agencia, para países con climas templados o de frío moderado, la temperatura de referencia es 18 grados. Esa es "la barrera" a partir de la cual los ambientes dejan de "ser seguros y equilibrados".

Es más, según ellos mismos explican, "no existe un riesgo demostrable para la salud de las  personas sedentarias sanas cuya vivienda tiene una temperatura del aire  de entre 18 y 24 °C". Es decir, podríamos tomar esa horquilla de referencia siempre y cuando hablemos de personas adultas sanas (personas mayores, niños y personas con enfermedades crónicas pueden necesitar temperaturas más cálidas).

De la salud al confort. Tomando esta horquilla como referencia, hay recomendaciones del IDAE (Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Energía) que, "teniendo en cuenta criterios normalizados de ergonomía del ambiente térmico", establecen la temperatura ideal de confort en invierno entre los 21°C y los 23°C para el horario diurno y entre 15°C y 17°C en horario nocturno.

En general, debemos de recordar que cada grado puede suponer una variación del 7% en nuestro consumo eléctrico y, en ese sentido, muchos especialistas sugieren temperaturas rondando los 19 grados.

En Xataka | Cómo abrigarte para no pasar frío en casa (ahora que el invierno parece haber llegado definitivamente)

Imagen | Erik Mclean

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