Hace años que sabemos que tenemos un enorme problema de salud pública con los jóvenes y el alcohol. Hace años que sabemos que la mejor forma de afrontarlo es una ley anti-alcohol similar a la del tabaco. Hace años que sabemos que los distintos Gobiernos habían decidido dejar esa ley en un cajón por la oposición de la industria.
Pues bien, la situación ha cambiado. Ya tenemos el anteproyecto de la 'ley de prevención del consumo de alcohol y sus efectos en menores de edad' y la intención del Ministerio se puede resumir fácilmente: "cambiar la percepción cultural del alcohol para proteger a los menores".
Al sector, como era previsible, no le ha gustado.
¿Qué quiere hacer el Ministerio? La ley está llena de propuestas para restringir la venta y la publicidad de bebidas alcohólicas. Cosas como prohibir el mobiliario (mesas, sillas, toldos, etc...) patrocinado por marcas de cerveza y otras bebidas alcohólicas cerca de espacios destinados a menores. Eso, por cierto, incluye la publicidad de las bebidas 0,0.
Más allá de la publicidad, las restricciones de la ley también impedirá la venta de alcohol en lugares como colegios o cualquier otro centro destinado a adolescentes. Esto es curioso porque eso hará que no se puedan vender bebidas alcohólicas a adultos en sitios como la cafetería de un estadio deportivo (cuando se jueguen partidos infantiles y juveniles), una tienda de chucherías o en las 'verbenas o fiestas' que se organicen en los patios de los colegios.
Pero esto son detalles, lo importante es otra cosa. Y es que la intención del Ministerio de Sanidad va mucho más allá de aprobar un paquete más restrictivo de medidas. El Ministerio quiere "desterrar la idea [...] de que el consumo moderado de alcohol es beneficioso para la salud". Javier Padilla, secretario de Estado de Sanidad, decía directamente que esto "es una falacia no respaldada por la ciencia" y no están dispuestos a "avalar uso de conceptos que van en ese camino".
"Un mensaje fundamental" para el sector. Son palabras de José Luis Benítez, director general de la Federación Española del Vino en El País. Y lleva razón. Desde hace décadas, la industria del alcohol ha utilizado la idea de que "beber poco es bueno" para ir capeando el temporal generado por un consenso científico cada vez más robusto.
De hecho, la misma La Organización Mundial de la salud lleva años defendiendo que "ninguna forma de consumo de alcohol está exenta de riesgos. Incluso un nivel bajo de consumo conlleva riesgos y puede causar daños". En la idea de "consumo responsable" hay muchos paralelismos con la idea de "juego responsable", algo que (según el catedrático de la UGR José C. Perales) "solo beneficia a la industria".
No obstante, desde la industria ya han anunciado que se harán alegaciones a la Ley y llegarán a donde tengan que llegar para evitar que el "consumo responsable" desaparezca de la conversación pública.
¿En qué se basan los que el alcohol puede ser bueno para la salud? En los últimos días, el Journal of Studies on Alcohol ans Drugs ha aportado mucha luz a esa cuestión. Como explicaba Iñaki Galán, investigador del Centro Nacional de Epidemiología, este tipo de estudios "están basados en utilizar como referencia a las personas abstemias que por distintas razones tienen un peor estado de salud y un mayor riesgo de mortalidad".
De una forma u otra, se trata de investigación sesgada que posteriormente (y esto son palabras del Ministerio) "en mucha ocasiones representada por algún líder de opinión financiado por la industria" se hace mainstream.
¿Tiene el alcohol los días contados? Hoy por hoy, lo cierto es que como señalan las autoridades sanitarias los riesgos vinculados al consumo de alcohol exceden con mucho a cualquier beneficio y, de hecho, cada vez se consume menos. La cuestión, como sabemos desde hace mucho, es cómo casamos las razonables políticas de salud pública que buscan reducir su consumo con una industria que emplea a 65.600 trabajadores (y mueve, solo en su producción, 7.767 millones de euros).
Imagen | Eduardo Soares
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