Hace 8.000 años, lo que hoy llamamos Mar del Norte eran una serie casi infinita de llanuras tranquilas y relativamente fértiles. Aquella tierra conectaba a las islas británicas con la actual Dinamarca, los Países Bajos y parte de la Francia atlántica. Era más que un puente de tierra; era la promesa de una historia del continente completamente distinta. Una promesa que duró hasta que la última glaciación terminó inundando todo lo que ahora conocemos como Doggerland.
120 metros. Los geólogos calculan que, al término de la última glaciación, antes de que se retiraran los glaciares, el nivel del mar había descendido 120 metros. Eso hacía que la fisionomía de las costas de todo el mundo fuera muy distinta de la actual: uno de los lugares donde esto fue especialmente llamativo fue en las tierras bajas de Europa.
Un mundo muy parecido, pero muy distinto. Esas tierras, en términos de paisaje, fauna y flora, eran una extraña mezcla del norte de Europa y Gran Bretaña. Un espacio fértil y llano salpicado de colinas; una costa quebrada, expuesta a las corrientes del Atlántico: y mucha agua: lagos, lagunas y ríos.
Esto último es especialmente llamativo porque lo que hoy conocemos como el Támesis o el Sena, acabaran desembocando en un Rin mucho más largo que moriría en las aguas del Atlántico a través de un brazo de mar que, más tarde, se convertiría en el Canal de la Mancha. El mundo era muy parecido a este, claro: fue hace "solo" 18.000 años, pero a la vez es radicalmente distinto.
La civilización que pudo ser y no fue. Hay mapas realmente completos que muestran las enormes dimensiones de Doggerland. Sin embargo, lo más interesante es lo que no se ve en los mapas: de haber permanecido por encima de las aguas, la historia hubiera sido muy distinta.
Para empezar, porque ese "terreno, llano, fértil y apto para la agricultura, podría haber sostenido una pequeña civilización cuya lengua y cultura habría tenido una importante influencia en el resto del continente". Para acabar, porque la geopolítica del norte europeo hubiera sido muy distinta. Sin embargo, el fin de la glaciación acabó provocando que estas poblaciones se mezclaran con las del sur y Gran Bretaña, que había tenido un enorme contacto con el continente, se quedó aislada.
Los Doggerlands del futuro. Esta historia es fascinante porque tenemos la idea de que la Tierra es mucho más estable de lo que en realidad es. Los cambios climáticos constantes de la Tierra han tenido un impacto dramático en su aspecto: la última gran glaciación ya la sufrimos los humanos... el próximo cambio, ¿quién sabe a donde nos llevará?
Imagen | NextNature
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