La depresión es algo que va más allá de nuestros cerebros. Como otras muchas enfermedades, esta dolencia psicológica se manifiesta en otros aspectos de nuestra fisionomía. Por ejemplo, en nuestra temperatura corporal.
Temperatura y depresión. Un estudio ha identificado una relación entre temperatura corporal y depresión. El equipo responsable del análisis observó una relación positiva entre las variables, esto es, que la aparición de los síntomas depresivos estaba vinculada a una mayor temperatura corporal entre los participantes.
La relación era proporcional: a mayor la severidad de los síntomas, mayores eran también las temperaturas corporales. También observaron una aparente relación entre la variabilidad de las temperaturas y los síntomas depresivos, pero esta no mostró ser estadísticamente significativa, por lo que no pueden extraerse conclusiones en ese aspecto.
Más allá de la incidencia estadística es poco lo que se sabe de esta relación. Por ejemplo, el equipo señalaba que es aún un enigma si este aumento de la temperatura corporal podía deberse a una pérdida de capacidad de control de esta, de un aumento en la generación de temperatura a través de procesos metabólicos, o si se trataba de una combinación de factores.
Más de 20.000 participantes. Para realizar el estudio, el equipo compiló información de 20.880 participantes de 106 países. Durante el estudio, que se prolongó durante siete meses en 2020, los participantes portaban un aparato con termómetro para medir su temperatura corporal y de forma diaria reportaron temperatura y síntomas de depresión.
“Que sepamos, este es el mayor estudio en examinar la asociación entre temperatura corporal (medida tanto de forma autoevaluaca como a través de sensores portátiles) y síntomas depresivos en una muestra geográficamente amplia,” explicaba en una nota de prensa la psiquiatra Ashley Mason, coautora del trabajo. El estudio fue publicado en la revista Scientific Reports.
Una vieja sospecha. Aunque probablemente sea el más multitudinario, este no es el primer análisis que señala esta relación. Un estudio publicado en 2003 apuntaba a la existencia de esta relación y su posible vinculación con la proteína 5-HTT, el “transportador de la serotonina”.
Otro importante indicio tiene que ver con los fármacos utilizados habitualmente en el tratamiento de la depresión, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (SSRI) y los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (SNRI). Durante los últimos años diversos estudios han comprobado que estos compuestos reducen la tolerancia térmica de quienes los consumen. Los principales estudios al respecto fueron analizados en una revisión de la literatura publicada en 2022.
Correlación y causa. El presente estudio halla una vinculación entre temperatura y depresión pero no señala la posible forma de la dirección causal, si es que la hubiera. Resulta imposible determinar, a través de los datos conocidos si es que la depresión causa un aumento de la temperatura corporal o si una temperatura corporal elevada puede aumentar nuestro riesgo de parecer depresión.
Tampoco es posible descartar que exista una causa subyacente de ambas que el análisis no ve: el estrés o procesos inflamatorios podrían causar de forma independiente tanto síntomatología depresiva como un aumento de la temperatura del cuerpo.
¿Frío o calor como terapia? Entender qué es lo que está pasando puede ayudarnos a comprender mejor la depresión y, por tanto, acercarnos las herramientas que buscamos para combatirla. Hasta ahora se había utilizado el calor para mejorar el estado de pacientes. Este tipo de terapias podrían tener sentido a través de un “efecto rebote”, ayudando al cuerpo a recuperar su capacidad de autorregulación térmica, añade el equipo.
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Imagen | Polina Tankilevitch
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