La gripe, como el turrón, vuelve año tras año, implacable, a su cita. Cientos de millones de euros, millones de infectados y decenas de miles de muertes en todo el mundo dejan un rastro inconfundible del que solo nos defiende una cosa: la vacuna.
Pero hay años, como este, en los que la vacuna falla provocando un epidemia más fuerte, más rápida y más peligrosa de lo esperado. Su efectividad habitual está entre el 40 y el 60%. Este año, ronda el 25%. Por eso quizás sea un buen momento para hablar sobre una solución que vaya más allá.
Un virus difícil
El virus de la gripe es un bicho (siniestramente) prodigioso. Su capacidad para mutar es tan grande que, para poder hacer una vacuna efectiva, científicos y autoridades tienen que prever qué cepas de serán las que más afectarán a la población ese año. Con esa predicción, se diseña una vacuna para ellas. Si aciertan, la vacuna es efectiva; si no, pasa como este año.
Esto hace que, pese a los pinchazos habituales de la vacuna, sea el mejor método para protegernos de ella. Su variabilidad es tan alta que no hay sistema inmune (humano) capaz de aprender a reconocerla. Ese ha sido, también nuestra principal dificultad a la hora de hacer una 'vacuna universal'. Hasta ahora.
Hacia la vacuna universal
Tras muchos (y muy diversos) intentos, un equipo chino-estadounidense acaba de diseñar una vacuna que podría darle la vuelta al asunto. Dirigido por la Universidad de los Ángeles, el equipo ha conseguido dar los primeros pasos hacia una vacuna antigripal capaz de desencadenar una fuerte respuesta inmune sin hacer enfermar a los animales infectados.
Es decir, han conseguido que la artillería pesada del sistema inmune, los linfocitos T, se active contra la enfermedad (algo que no ocurre con la vacuna actual). Mientras los anticuerpos se centran en la forma concreta de la cepa, los linfocitos T tienen la capacidad de elevarse sobre ellas y fijarse en el virus en general. Es decir, la vacuna podría actuar a largo plazo.
Un enfoque innovador en una carrera que no podemos perder
La vacuna actual utiliza trozos de varias cepas para diseñar la vacuna anual. Eso hace que el cuerpo desarrolle anticuerpos específicos para las cepas que sospechamos que van a arrasar ese año. El método de la UCLA usa un virus vivo para activar los linfocitos T y ponerlos a trabajar contra la gripe.
Para ello, el equipo ha analizado centenares de mutaciones con la idea de encontrar la versión del virus capaz de generar respuestas inmunitarias sin enfermar al huésped. Y lo han conseguido tanto en hurones como en ratones.
Queda mucho por hacer, claro. A diferencia de la vacuna de Oxford basada en proteínas aún no está lista para ensayos humanos y aún no estamos seguros de que esta vacuna sea efectiva para todas las cepas de la gripe que conocemos. No obstante, es un paso muy esperanzador para cambiar radicalmente la forma en que nos enfrentamos a la gripe.
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