Dentro del mundo del mundo de la medicina, hemos visto todo tipo de desarrollos donde interviene la tecnología, pero los avances veterinarios también han sabido aprovechar toda esta investigación y han logrado presentar proyectos que buscan mejorar la calidad de vida tanto de las mascotas, como de cualquier tipo de animal.
La impresión 3D ha sido parte fundamental en desarrollos como las patas del perro Derby, o el caparazón de la tortuga Cleopatra, pero también la creatividad a base de Legos ha servido para que Blade, otra tortuga, pudiera volver a caminar. Pero hoy conoceremos un gran y exitoso proyecto, que hace uso de implantes de titanio de última generación, para las patas traseras de un gato.
Vincent, el gato con patas de titanio que crecen con él
Vincent nació con una extraña malformación en las patas traseras, lo que hizo que no se desarrollaran de forma correcta y quedaran a la mitad de la tibia. Vincent fue encontrado abandonado con sólo un mes de edad, fue llevado al refugio de animales del Condado de Story en Iowa y debido a su condición, era muy difícil que fuera adoptado, ya que Vincent no podía caminar, lo que prácticamente era una sentencia de muerte dentro del refugio.
Por fortuna, una de las voluntarias dentro del refugio le platicó a su hija la situación de Vincent, y la hija, quien estudia medicina veterinaria, se puso en contacto con la doctora Mary Sarah Bergh, quien es profesora de la Universidad de Iowa y cirujano ortopédico veterinario del hospital veterinario de estado de Iowa, quien se interesó en el caso de Vincent.
La doctora Bergh implantó un par de patas de titanio a Vincent, uno de los procedimientos más avanzados en veterinaria y que al día de hoy se calcula que sólo otros 24 animales han estado ante una intervención de este tipo. La complejidad de esta cirugía es que cada implante se atornilla al fémur, lo que expone parte del hueso al medio ambiente, por ello requiere cuidados especiales y un tratamiento con antibióticos dos veces al día.
La ventaja de una cirugía de este tipo, es que con el tiempo las patas de titanio se pueden ir adaptando en longitud, hasta que queden del tamaño de sus patas delanteras, esto con la intención de que Vincent pueda saltar como un gato normal, algo que estiman se puede dar en un lapso de un año.
Vía | Phys En Xataka | El caparazón dañado de esta tortuga ya no será problema gracias a la impresión 3D
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