Miremos fijamente un punto de luz. Cuando se apague, si cerramos los ojos, la imagen permanecerá ahí, delante de nosotros, impresa en nuestra retina: lo hará, aunque el estímulo ha desaparecido. Es una especie de huella de luz que se demora en desaparecer y que los científicos llaman "imagen fisiológica residual". Se trata de un fenómeno normal, pero, a veces, deja de serlo y la palinopsia (la percepción reiterada de esas imágenes sin estímulo) acompaña a los individuos durante toda la vida.
Hoy por hoy, "palinopsia" es la palabra que mejor sintetiza nuestra relación con el coronavirus.
Sí, es cierto: tenemos nueva variante. El último informe del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) dejó claro que ómicron BQ1.1 estaba en España. Un 3,6% de las muestras que se analizaron en la primera semana de octubre contenían la nueva variante. Variante que, por otro lado, es tan solo "una pequeña variación" de la variante BA.5 de ómicron, la predominante ahora mismo en el planeta.
Y cuando digo "pequeña variación" lo digo a conciencia: los síntomas son fiebre, dolor de cabeza y garganta, malestar general, mocos y diarreas. Es decir, los mismos que los del resto de variantes y subvariantes de ómicron. ¿Dónde está el problema?
Crecen los números del COVID. El problema es "hace un par de semanas estábamos en una especie de estabilidad en un nivel de infectividad bajo, en los 800 casos por 100.000 a 14 días. Ahora estamos en 1.900". Se trata, según el catedrático de la Complutense, Jesús Pérez Gil, de una subida que recuerda a "los incrementos abruptos detectados en el inicio de las dos grandes últimas olas" y eso ha despertado el interés de los medios, los expertos y las autoridades. Con razón. Hace no mucho decíamos que las incertidumbres frente a la temporada de invierno eran enormes.
A la caza de la variante. Lo llamativo, como digo, no es ese interés, sino cómo el mundo se ha vuelto loco buscando una nueva variante, cuando la respuesta es mucho más sencilla de lo que parece: que, por muy loco que esté el tiempo, empieza a hacer frío. En los últimos días, "se están incrementando tanto los casos de COVID como los de gripe A. También hemos visto en niños virus sincitial y laringitis bastante fuertes. Es decir, en general, están aumentando todas las infecciones respiratorias", explicaba María del Mar Tomás, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica.
Es extenuante. Como si una palinopsia se tratase nuestra sociedad sigue viendo imágenes antiguas de la pandemia cuando piensa en el COVID. Sigue teniendo los mismos tics, sigue buscando respuestas en los mismos callejones sin salida. Sí, el coronavirus sigue aquí (y, de hecho, no va a ir a ningún lado), pero la pandemia (nos guste más o nos guste menos) ha terminado.
¿Qué nos espera?. Las señales de la próxima ola están ya aquí. Y, aunque no sabemos qué va a pasar, los escenarios ni remotamente parecido a los de la primavera de 2020 están descartados. Sin embargo, el calendario epidemiológico del mundo es un misterio y ese es el principal problema que tenemos entre manos: responder si estamos preparados para una temporada cuya evolución ni siquiera podemos intuir.
Imagen | Gabriella Clare Marino
Ver 30 comentarios