El estadounidense medio ingiere entre 39.000 y 52.000 partículas de plástico al año comiendo y bebiendo. Entre 74.000 y 121.000 si contamos el aire que respiran. Esas son las conclusiones de un estudio que acaba de publicar un grupo de investigación de la Universidad de Victoria. Se trata de un ejercicio interesante. Al fin y al cabo, los microplásticos ya son ubicuos y están presentes en cada ecosistema en el que los buscamos. También dentro de nosotros mismos.
Y eso preocupa a los científicos que trabajan sobre el tema. Sobre todo, porque los efectos y riesgos reales de la exposición a los microplásticos siguen siendo esencialmente desconocidos. Hay hipótesis para todos los gustos (desde liberación de sustancias a posibles reacciones inmunológicas), pero son solo eso, hipótesis. Y no demasiado sólidas.
Ante esto, el equipo de la Universidad de Victoria se hizo una pregunta un poco distinta. Vale, no sabemos qué hacen en nuestro cuerpo, pero ¿sabemos al menos cuántos consumimos?
Life in plastic, it's fantastic
Y no, claro, no lo sabíamos. Los investigadores reunieron todos los estudios que se habían hecho sobre presencia de microplásticos en comidas y bebidas. En total encontraron 26 que estudiaban 402 productos con un total de 3.600 muestras analizadas. Hablamos de cosas como el pescado, los mariscos, el azúcar, la sal, la cerveza y el agua. También encontraron datos sobre la cantidad de partículas que ingerimos en el aire de las ciudades.
Tras eso, tomaron los datos sobre la dieta de los norteamericanos que recopila el Gobierno federal y estimaron la cantidad de microplásticos que se estarían ingiriendo por esa vía. ¿El problema? Que todos los alimentos estudiados no superaban el 15% de la dieta de un estadounidense medio. Eso introduce mucho ruido en la estimación.
Además, hay datos que varían mucho. Por ejemplo, aquellas personas que consumen agua embotellada en lugar de agua del grifo estarían ingiriendo hasta 90.000 partículas de microplástico más. En comparación, a través del agua del grifo (siempre según sus cálculos) se consumirían solo 4.000 partículas al año.
No obstante, los investigadores son conscientes de ello y, en general, las decisiones metodológicas que han tomado nos llevan a pensar que la cantidad real debe ser superior a las 50.000 partículas. A medida que se vayan haciendo más análisis con otros alimentos la imagen quedará más completa, pero estas cifras nos permiten hacernos una idea de lo que ya sospechábamos: la invasión de los microplásticos está marcha y no solo no tenemos ni idea de cómo pararla: no sabemos si tenemos que hacerlo.
Imagen | Daniel Chekalov
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