Hemos hablado mucho sobre la línea que separa la naturaleza y la cultura, los genes y el ambiente. Es lógico: Los niños se parecen a los padres en muchas cosas y se diferencian en otras. La búsqueda de esa línea ha entretenido a los expertos durante años, pero lo que hemos descubierto es que esa línea no existe.
No existe ningún rasgo humano que no tenga alguna relación con la genética. Da igual si se trata del color de pelo, del riesgo de desarrollar ciertas enfermedades o del gusto por la música clásica. De hecho, según un reciente estudio publicado en Science, ni siquiera el ambiente en el que crecemos es ajeno a la genética. O, dicho de otra forma, los genes pueden afectar a distancia.
Los caminos de la genética están dejando de inescrutables
En 2016, rastreando algunos estudios previos con gemelos, un grupo de investigadores de Inglaterra encontró hasta 74 variantes genéticas relacionadas con el desempeño escolar. Este estudio era, en cierta forma, contraintuitivo: desde hace tiempo intuíamos que los años que pasaba un niño en la escuela tenían algo que ver con la genética, pero, aunque señala algunas ideas interesantes, el resultado era que los genes tenían muy poco impacto directo.
Un par de años antes, a Augustine Kong ya se le había ocurrido una idea muy extraña: se preguntó si era posible que los genes influyeran en los niños como se suponía, pero no directamente, sino a través del comportamiento de sus padres.
Para probar su hipótesis, Kong y su equipo examinaron los genes que, aún pudiendo tener relación con la educación, no habían sido transmitidos de padres a hijos. El resultado es que, de manera agregada, esos genes no transmitidos explicaban alrededor de un 30% de las diferencias entre los niños. Bingo.
Los genes que no tenemos
El estudio acaba de mostrar que esta relación es mucho más compleja de lo que se suponía y resuelve de forma muy elegante una gran cantidad de preguntas que hasta ahora estaban sin resolver. Sus datos señalan que la genética, al contrario de lo que pensábamos hasta ahora, tiene mucho que ver con el desempeño de los niños en la escuela. Pero lo hacen de una forma inesperada: a través de los padres.
Es decir, hay ciertos genes que actúan sobre nosotros actuando sobre el comportamiento y los cuidados que nos dan nuestros padres. Los investigadores hablan de “genetic nurture” o, por llamarlo de alguna manera, "genética contextual". Es decir, la idea de estudiar las bases genéticas del ambiente, la educación y la crianza de los niños.
Quizá lo más llamativo es que tiene mucho sentido. A diferencia de otras especies, los seres humanos dedicamos mucho tiempo y recursos a la crianza de nuestros hijos. Eso no es casual, ni cultural: es algo que está mediado por la genética. Las nuevas técnicas de análisis genético nos permiten estudiar no solo cómo nos afectan los genes que tenemos, sino, sobre todo, cómo nos afectan los que no tenemos.
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