Hace unas horas en la cuenta de Twitter de la Policía Nacional aparecía un mensaje en el que se avisaba de que tener el móvil en la mesilla podría ser causa de insomnio. "La contaminación invisible de móviles y WiFi puede dejarte en vela", afirmaban los responsables de comunicación de este cuerpo.
El problema de ese mensaje es que no estaba respaldado por datos ni referencias adicionales, algo que es necesario hacer con temas tan sensibles como este. Y no, @policia, la "contaminación invisible" de los móviles no causa insomnio... ni, que se haya podido demostrar, ninguna otra cosa.
La hipersensibilidad magnética vuelve al debate
Ya hablamos recientemente de la hipersensibilidad electromagnética y quedó claro entonces que "las personas que sufren estos síntomas están equivocados pero no son estúpidos", pero eso no quita para que estemos ante un problema de salud, pero distinto: "no hay que olvidar que la salud mental es también salud", señalaba nuestro compañero Javier Jiménez.
Respondiendo a la pregunta que encabeza este post, la 'Hipersensibilidad Electromagnética' no es algo que tenga que ver con los móviles, las antenas y los cables eléctricos; sino con la ansiedad, el miedo y el estigma social.
La propia OMS dejó claro en su informe "Campos electromagnéticos y salud pública: teléfonos móviles" de octubre de 2014 cómo "tampoco se ha conseguido probar que exista una relación causal entre la exposición a campos electromagnéticos y ciertos síntomas notificados por los propios pacientes, fenómeno conocido como «hipersensibilidad electromagnética», y su relación con enfermedades como el cáncer nunca ha podido ser demostrada tampoco con evidencias reales.
La luz azul es el problema
Lo de dejar el móvil en la mesilla y que este provoque que no podamos dormir es algo que puede explicarse de otra forma que no tiene demasiado que ver con la "contaminación invisible" de la que hablaba @policia en ese mensaje en Twitter.
En un estudio realizado por Time y Qualcomm en Estados Unidos en 2012 se encuestó a 4.700 personas si no podían dormir "porque estoy conectado a algún dispositivo tecnológico todo el tiempo".
Las primeras conclusiones del estudio indicaban que los jóvenes de entre 18 y 24 años eran los que más notaban esa circunstancia, pero eso estaba relacionado con el hecho de que la mayoría dejaban sus teléfonos al alcance cuando dormían.
Esa cercanía de los móviles y las tablets que dejamos en la mesilla de noche sí afecta a nuestro sueño, pero eso se debe a la llamada "luz azul" que emiten estos dispositivos: es captada por las células que se encuentran bajo los párpados, y éstas se comunican con el cerebro haciéndole creer que ya es por la mañana.
Además de eso se ha comprobado en varios estudios como este que la luz azul suprime la melatonina, una hormona que está relacionada con los ciclos de sueño: en un estudio de 2013 un grupo de científicos del Rensselaer Polytechnic Institute le pidió a 13 pacientes que utilizaran tabletas dos horas antes de irse a dormir. Aquellos que usaron gafas que filtraban la luz azul tenían mayores niveles de melatonina que los que no las usaron, y eso dejó claro que efectivamente el uso de este tipo de dispositivos y la exposición a la luz azul podía afectar los ciclos de sueño.
Que no es lo mismo que hablar de las radiaciones electromagnéticas que producen los móviles al recibir y transmitir información con una conexión de datos de nuestra operadora o con la WiFi activada mientras dormimos. Es la luz azul de las pantallas de estos dispositivos -que al fin y al cabo es una radiación electromagnética más- la que puede afectar a nuestro sueño.
Vía | Twitter
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