Las complicaciones postoperatorias pueden manifestarse incluso décadas después de las intervenciones quirúrgicas. No es algo habitual, pero es lo que ha ocurrido con tres pacientes que recibieron un implante hace 40 años.
Tres casos. Los tres diagnósticos fueron anunciados la semana pasada por el Hospital General de Albacete. Se trata de tres personas que desarrollaron una angiopatía amiloide décadas después de recibir implantes de duramadre, una de las capas que forma parte de la meninge, el tejido que recubre el cerebro y otras partes del sistema nervioso.
Los tres pacientes han desarrollado esta enfermedad degenerativa de forma relativamente temprana y sin contar con antecedentes hereditarios. Los tres fueron sometidos a la operación en hospital de La Fe de Valencia durante la década de 1980.
La angiopatía amiloide. La angiopatía amiloide cerebral (AAC) es una enfermedad causada por la acumulación de proteínas amiloides en las paredes de las arterias que nutren el cerebro. La edad avanzada y factores genéticos suelen ser los principales factores de riesgo en la aparición de esta enfermedad.
En cuanto a sus efectos, los principales son demencia y sangrados en el cerebro. Esto es, pueden causar un accidente cerebrovascular hemorrágico. Los síntomas pueden variar pero por ejemplo, en casos de sangrados leves los pacientes desarrollan episodios de confusión, dolores de cabeza, convulsiones, entre otros síntomas.
Por ahora no contamos con un tratamiento contra esta enfermedad. Se trata de una enfermedad que genera un deterioro lento y algunos de sus síntomas sí pueden ser tratados con rehabiliración y fármacos para mejora de la memoria o para evitar las convulsiones.
Tejidos contaminados. Los pacientes fueron sometidos a un proceso quirúrgico ya en desuso. Este consistía en el uso de tejidos extraídos de un cadáver (como si de un trasplante se tratara) para cerrar la herida abierta en una operación cerebral. El problema surge debido a la acumulación de proteínas beta-amiloides en los tejidos donantes.
La presencia de estas proteínas facilita su acumulación, por lo que estos injertos habrían desencadenado un proceso acelerado de agregación. Hasta desencadenar la aparición de la enfermedad.
40 años después. Probablemente lo más llamativo de este caso es que estemos ante una complicación que haya tardado cuatro décadas en manifestarse. Pero es que la acumulación de estas proteínas es lenta.
Aún así es precisamente la rapidez con la que se ha manifestado esta enfermedad que ha permitido al equipo del hospital albaceteño a entender qué es lo que estaba pasando. La AAC comienza a ser frecuente a partir de los 55 años, aunque los casos de aparición temprana suelen vincularse con factores hereditarios.
Este no era el caso para estos tres pacientes, lo que desató las sospechas del equipo. Aunque este tipo de intervenciones lleven años en desuso, los responsables de encontrar esta vinculación creen que podríamos ir detectando nuevos casos en el futuro.
Paralelismos. Hay otros precedentes con paralelismos. Hace unas semanas un equipo de investigadores anunciaba la detección de cinco casos de la enfermedad de Alzheimer transmitidos de una manera semejante. Estos casos se vincularon a una intervención (también ya en desuso).
Estas intervenciones consistían en la extracción de hormonas procedentes de las glándulas pituitarias de pacientes fallecidos. Como en el caso presente el hallazgo se produjo décadas después de que la operación se abandonara. En aquella ocasión al detectarse casos de transmisión de la enfermedad de Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.
El Alzheimer es una enfermedad de la que conocemos muy poco, pero una de las cosas que sabemos es que los pacientes que muestran esta enfermedad también tienden a acumular en sus cerebros las mismas proteínas beta-amiloides que causan la AAC.
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Imagen | Nephron, CC BY-SA 3.0 DEED
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