Hace unos días, una impactante revisión científica dejaba claro que los probióticos, esas sustancias vendidas a veces como agentes panacea, no tienen tantos beneficios como prometen. De hecho, la conclusión era que mientras que los microorganismos consiguieron colonizar algunos tractos intestinales, la mayoría de las personas los expulsa.
Esto confirmaba dudas anteriores sobre su eficacia. Sin embargo, para poner las cosas más complicadas, aquí llega un nuevo estudio en el que se ha comprobado que podrían tener un efecto beneficioso, pero en niños. Y esto podría servir para reducir la cantidad de antibióticos que usamos.
Menos antibióticos, más probióticos
Según la última revisión liderada por Daniel Merenstein, profesor del Departamento de Medicina Familiar de la Universidad de Georgetown, el uso de probióticos está relacionado con una menor necesidad de tratamiento con antibióticos en bebés y niños. Esto apunta a una relación beneficiosa de los probióticos con las defensas y la salud de los más pequeños.
En este análisis, que revisa 12 estudios diferentes, concluye que los bebés y niños pueden tener hasta un 29% menos de probabilidades de necesitar antibióticos si reciben probióticos como un suplemento de salud diario. Algunos de los estudios, que según los investigadores son los de más calidad, este porcentaje aumentaría hasta el 53%. Esto se traduce en que los niños alimentados regularmente con probióticos, según el estudio, tienen menos probabilidades de sufrir una enfermedad (en concreto, de tipo respiratorio o gastrointestinal).
"Ya teníamos evidencias de que el consumo de probióticos reduce la incidencia, la duración y la gravedad de ciertos tipos de infecciones respiratorias y gastrointestinales agudas comunes", dice Merenstein. "La pregunta es si esa reducción está relacionada sin lugar a dudas con el uso decreciente de antibióticos. Nuestros resultados muestran que hay una asociación. Este hallazgo, podría contribuir a asentar las bases para reducir el uso de antibióticos y usar probióticos de manera regular", afirmaba.
Esta no es una cuestión meramente de consumo o marketing. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), hay alrededor de dos millones de casos de infecciones resistentes a antibióticos al año solo en los EE.UU. De estas infecciones, 23.000 personas mueren. El uso de los antibióticos es, en gran parte, el culpable de que la aparición de cepas resistentes. Por tanto, reducir su consumo es una estrategia necesaria para frenar el avance de estas enfermedades.
¿Qué diferencia hay entre antibióticos y probióticos?
Mientras que los antibióticos son un conjunto de sustancias diseñadas o extraídas de la naturaleza para combatir a los microorganismos, la palabra probiótico engloba a una serie de alimentos que contienen bacterias capaces de modificar nuestra biota intestinal. Esto se hace con la intención de obtener una serie de beneficios para la salud, puesto que este ecosistema bacteriano, conocido como microbioma intestinal (mal llamado flora intestinal) regula muchas funciones y respuestas de nuestro organismo.
Así, mientras que los antibióticos tienen como finalidad el acabar con una infección, los probióticos pretenden mejorar la salud de las bacterias que habitan en nuestro sistema digestivo, lo que se supone que nos ayuda en un sinfín de cuestiones. La administración de los antibióticos corresponde a un periodo conciso en el cual alcanzan una concentración suficiente en nuestra sangre y acaban con la infección que nos atenaza.
Los antibióticos son sustancias concentradas muy potentes que pueden resultar en un perjuicio para la salud si no se toman bajo supervisión médica. Por el contrario, los probióticos no tienen un efecto inmediato en la salud ya que modifican los microorganismos internos. Se pueden consumir, en principio, según nos venga en gana y no tienen, a priori ningún efecto negativo en la salud.
Todavía no está todo dicho, ni a favor ni en contra
"Se necesitan más estudios en todas las edades, y particularmente en los ancianos, para ver si el uso sostenido de probióticos está conectado a una reducción general de las prescripciones de antibióticos", explicaba Sarah King, coautora del estudio. "De ser así, esto podría tener un gran impacto en el uso de probióticos en medicina general y los consumidores en general".
Esta afirmación parece chocar con los estudios que citábamos anteriormente y que tildaban sus efectos de inútiles. Los estudios contrarios tienen su sentido si tenemos en cuenta su acción indirecta y sutil. Por ejemplo, al contrario que los antibióticos, no está claro cómo los probióticos ayudan a combatir las infecciones, especialmente los que se encuentran en la vía respiratoria y en el tracto digestivo inferior.
"Existen muchos mecanismos potenciales, como la producción probiótica de inhibidores de patógenos, la regulación inmune, entre otros". Pero hasta que no haya una explicación demostrada esto no deja de ser una hipótesis bonita y sin fundamento. Por otro lado, a los artículos detractores de los probióticos, algunos investigadores les achacan importantes fallos.
"El alcance de estos documentos [la revisión detractora de los probióticos de la que hablábamos] está limitado a los datos del microbioma", explicaban los doctores Francisco Guarner y Bruno Pot en una respuesta publicada desde el ISAPP (la International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics), "no se evalúan ensayos clínicos. Sin evidencia clínica, no es posible concluir sobre la utilidad del probiótico probado, y ciertamente no es posible concluir sobre la utilidad probiótica en general".
Aún así, la comunidad científica parece de acuerdo en que las pruebas demostradas en contra de los probióticos son un duro escalón. Eso no quiere decir que se le haya dado jaque mate a estos productos. Este último estudio es una prueba de ello. "No conocemos todos los mecanismos que las cepas probióticas pueden aprovechar", comentaba Merenstein, "pero dado que la mayoría del sistema inmunitario humano se encuentra en el tracto gastrointestinal, la ingestión de bacterias saludables podría excluir competitivamente los patógenos bacterianos vinculados a las infecciones intestinales y puede ayudar al sistema inmunitario a combatir contra otros".
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