La posible vinculación con casos raros de trombosis ha obligado a suspender la vacunación de COVID-19 con AstraZeneca en España a los menores de 60 años, lo que traslada a un escenario de incertidumbre a muchas personas que esperaban recibir la segunda dosis en las próximas semanas.
Si bien no se ha tomado una decisión sobre la estrategia que deberá seguirse a partir de ahora, no se ha descartado la posibilidad de combinar vacunas diferentes, es decir, poner una segunda dosis de vacuna distinta a la vacuna de la primera dosis.
Teoría y resultados en animales
La doble dosis complica los planes de inmunización frente a vacunas monodosis, como anuncian otros laboratorios como Johnson & Johnson y su vacuna Janssen, recién llegada a España. No solo porque pudiera paralizarse la administración de una vacuna, algo natural en este primer período de farmacovigilancia en el que nos hallamos, sino porque podrían agotarse las existencias al haberse optado por poner solo primeras dosis esperando nuevas remesas de la misma vacuna.
La capacidad de mezclar y combinar vacunas podría hacer que los programas de vacunación fueran más flexibles, lo que aceleraría el proceso y reduciría el impacto de cualquier interrupción de la cadena de suministro.
Con la paralización de la vacuna AstraZeneca para determinados grupos de edad por el eventual riesgo de sufrir trombos, el Ministerio de Sanidad de España ha optado por una cautela acorde con las recomendaciones actuales de la OMS, que ha manifestado que aún no tenemos datos suficientes para recomendar la combinación de vacunas y que es recomendable esperar a los resultados de los ensayos clínicos.
Teóricamente, en efecto, mezclar vacunas puede ser más eficaz que emplear una misma vacuna en una única dosis. Por ejemplo, las vacunas experimentales contra el VIH a menudo se basan en esta estrategia. De hecho, algunos investigadores también piensan que la combinación de dos vacunas podría fortalecer la respuesta inmunitaria al aprovechar las mejores características de cada una. Los estudios en animales sugieren que es posible una respuesta inmunitaria reforzada. Sin embargo, en lo tocante a las vacunas para combatir el COVID-19 en humanos estamos aún en el terreno de lo teórico. Son necesarios avales experimentales.
Otra opción, en vez de mezclar vacunas, sería limitarnos, por ejemplo, a usar una sola dosis de AstraZeneca, cuya eficacia ya alcanza una tasa del 70 %, y no administrar una segunda dosis. Esta vía no es la más adecuada porque reduce la eficacia, pero también es la más conservadora en lo que respecta a los efectos secundarios indeseados. Ese tiempo de espera también puede ser importante hasta tener más datos sobre la seguridad de mezclar las vacunas.
Los expertos en salud generalmente están de acuerdo en que combinar las vacunas es una estrategia segura a nivel inmunológico, pero los ensayos clínicos deben seguir su curso. En algunos casos se puede esperar algunas semanas a esos resultados, pero hay países que prefieren tomar decisiones frente a su particular situación epidemiológica.
Francia y Alemania, las pioneras
La mayoría de países está esperando los resultados de los ensayos clínicos a propósito de mezclar vacunas antes de tomar una decisión, y otros están posponiéndola porque aún están discutiendo si su particular situación epidemiológica les obliga a adoptar esta estrategia sin disponer aún de todos los datos.
Por su parte, Francia ya ha tomado la decisión de vacunar con una segunda dosis de Pfizer o Moderna (ambas utilizan la tecnología de ARN mensajero) a un total de 533.000 personas que previamente habían recibido una primera dosis de AstraZeneca (de vector viral un adenovirus debilitado). En tal caso, se aconseja un espacio de 12 semanas entre estas primeras y segundas inyecciones en estos casos.
Alemania ha seguido un camino similar. El comité de vacunas alemán, dese el 1 de abril, ha recomendado que las personas menores de 60 años que habían recibido una inyección de AstraZeneca deberían optar por una vacuna diferente para su segunda dosis.
Las autoridades noruegas también están esperando los resultados de un ensayo británico lanzado en febrero para explorar la combinación de dosis de las vacunas Pfizer y AstraZeneca.
China, por su parte, está tomando el camino de mezclar vacunas para aumentar la baja eficacia de las suyas, la de Sinovac y Sinopharm. En marzo, el Departamento de Medicina de la Universidad de Hong Kong anunció que estaba reclutando participantes para un ensayo que combinaría dosis de la vacuna Sinovac y la vacuna Pfizer.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades sostienen que no se ha evaluado la seguridad y eficacia de mezclar estas productos. Para estar completamente seguros de que estas mezclas son eficaces y seguras deberemos esperar. Reino Unido empezó un ensayo en febrero que busca específicamente mezclar la vacuna AstraZeneca-Oxford con la inyección Pfizer-BioNtech. No se espera que los hallazgos estén disponibles hasta el verano. Por separado, también se están llevando a cabo ensayos que analizan una combinación de las vacunas AstraZeneca-Oxford y la rusa Sputnik.
En principio, parece que teóricamente no deben esperarse efectos secundarios adversos a la hora de mezclar vacunas. Si los hubiera en algunos casos, se paralizaría la estrategia (recordemos que cada día en el que dejamos de vacunar, mueren personas). La buena noticia, también, es que todas estas vacunas codifican la misma proteína, la proteína S (del inglés “Spike“ o espícula) del SARS-CoV-2, así que todo parece indicar que los resultados serán positivos.
Sea como fuere, cualquier estrategia deberá ser monitorizada día a día, en función de los nuevos datos que nos salgan al paso, para acercarnos cada vez más a la anhelada inmunidad de rebaño.
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