"Meses después de recuperarse de casos leves de COVID-19, las personas todavía tienen células inmunes en su cuerpo que bombean anticuerpos contra el virus que causa COVID-19": estas son las conclusiones de un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis que ha publicado la revista 'Nature' esta semana. Pero esto, que sería ya una excelente noticia, no queda ahí.
Por las características de estas células, los investigadores creen que esta inmunidad natural (la que se desarrolla tras superar la enfermedad) podría persistir durante toda la vida asegurando la presencia de anticuerpos durante todo el tiempo. Es decir, si llevan razón todo parecería indicar que los casos de reinfección serían poco comunes. ¿Qué significa todo esto?
¿Inmunidad para toda la vida?
No hay que olvidar que durante el final del año pasado, tuvimos numerosos estudios que nos avisaban de que los anticuerpos decaían rápidamente después de la infección. La cuestión es que, como señalamos en su momento, eso no significaba que la inmunidad no fuera duradera.
De hecho, "esa es una mala interpretación de los datos", decía Ali Ellebedy, profesor asociado de patología e inmunología de la Universidad. "Es normal que los niveles de anticuerpos bajen después de una infección aguda, pero no bajan a cero; se estabilizan. Aquí, [en este trabajo] encontramos células productoras de anticuerpos en personas 11 meses después de los primeros síntomas".
Según los investigadores, lo que han encontrado es que una pequeña población de células productoras de anticuerpos (células plasmáticas de larga vida) migra a la médula ósea y "se instala para secretar contínuamente niveles bajos de anticuerpos en el torrente sanguíneo". Ahí, en la médula ósea, según Ellebedy, está la clave para la inmunidad duradera y el estudio la ha encontrado.
No obstante, es un estudio pequeño (unos 80 participantes) y, en la medida en que se desconocen aún muchas cosas de la dinámica del virus en el cuerpo, no han sido capaces de asegurar que esa protección cubra a todos los infectados (sobre todo a los más graves). En este sentido, es aventurado concluir que el hecho de haber encontrado estas células en la médula ósea sea un "seguro inmunológico para toda la vida", como corremos el riesgo de entender. Es un paso interesante, positivo y potente en la dirección que esperábamos; pero si nos fijamos en la letra pequeña las conclusiones están claras: aún queda mucho por saber.
Imagen | Christian Lue
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