Hace unas semanas, os hablamos de Nectome. Una start-up californiana que estaba ‘vendiendo’ su sistema de preservación del cerebro humano. Durante los últimos años, Robert McIntyre y Michael McCanna han desarrollado un método de embalsamamiento que, supuestamente, permite conservar los tejidos neurológicos con una enorme fiabilidad.
Hay dos problemas: El primero (una minucia sin importancia) es que para que el método funcionase el cerebro debía de estar fresco. Vivo, de hecho. Porque el proceso empieza inyectando las sustancias embalsamadas mientras la persona está aún viva y concluye poco después de su muerte. El segundo problema es que no tienen ninguna prueba de que funcione.
El MIT se desmarca
Es decir, esos dos empresarios e investigadores están proponiendo a la gente que se suiciden sin que haya una sola evidencia de que su promesa de reanimación posterior tenga visos de realidad. Y claro, esto ha sido mucho para el MIT.
Nectome había ganado una ayuda federal de 300.000 dólares para investigar métodos de preservación y análisis del cerebro. En lugar de desarrollar ellos mismos el proyecto, lo había subcontratado en el Instituto Tecnológico de Massachussets.
Tras trascender que la empresa está utilizando el nombre del MIT para ‘prestigiar’ su sistema y ya había conseguido reunir más de 200.000 dólares en concepto de ‘entrada’ para recibir el tratamiento cuando estuviera listo, la universidad de Nueva Inglaterra ha decidido cortar todo tipo de relaciones.
Uno de los mayores críticos de Nectome, el neurocientífico sueco Sten Linnarsson decía que "Fundamentalmente, la compañía se basa en una proposición que es simplemente falsa. Es algo que simplemente no puede suceder”. "No es ético: no puedo describir lo poco ético que es. No es algo que hacemos en la investigación médica”, decía. Parece que el MIT está de acuerdo: Nectome lo tiene muy difícil incluso para preservarse ella misma.
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