Los tres trucos de experto para que no te líen con el etiquetado de alimentos, según una de las mayores especialistas del país

"La gran industria alimentaria tiene tiempo, recursos y dinero [...], nosotros no tenemos ni idea"

Charles Gao Pfafnyl Qxy Unsplash
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"Hacer la compra en el supermercado es una actividad cotidiana llena de trampas". Y no lo decimos nosotros; lo dice, en su último libro, Laura Caorsi, la que posiblemente sea la persona que ha dedicado más tiempo a explicar y reexplicar el mundo del etiquetado de alimentos en España.

Por suerte, Caorsi tiene tres trucos para sacarle todo el jugo al etiquetado y sobrevivir al supermercado. Y no son más de lo mismo

No lo llames 'supermercado', llámalo 'jungla de la desinformación'.

Como explica la propia Caorsi en una entrevista en DAP, "la gran industria alimentaria tiene tiempo, recursos y dinero para estudiarse la ley, para saber cómo funciona, para pensar en los mensajes que van a estampar en los envases… [...] nosotros no tenemos ni idea de cómo son las leyes, ni de cómo funcionan, ni de cuál es su alcance, ni de cómo es ese lenguaje y, además, leemos con prisa, con poco tiempo, [...] cansado, corriendo hacia otro lado.”

"Al final no es solamente que te compres algo que no es sano pensando que es sano, sino que a veces te compras algo pensando que tiene unos ingredientes de cierta calidad y que merece ese precio y resulta que no los tiene”, continuaba. En resumen, que los mitos urbanos, las estrategias de marketing y todo tipo de intereses corporativos convierten los lineales en una auténtica jungla de la desinformación.

¿Qué podemos hacer para "defendernos"?

Para Caorsi la respuesta es clara: aprender a leer e interpretar el etiquetado de los alimentos. Tan clara que ha publicado 'Comida Fantástica', una guía de urgencia para aprender a hacerlo. No obstante, nos da tres grandes consejos para burlar las estrategias comerciales y saber qué se está comprando.

Por suerte, en general, todas los trucos de marketing que utiliza la industria se centran en la parte frontal de los alimentos. Es lo que más se ve y, por tanto, lo que permite mayor impacto. Caorsi propone, en cambio, fijarnos en la parte trasera o en los laterales de los envases. Allí tiene que aparecer la denominación legal del alimento, el listado de ingredientes y la información nutricional. Esos son nuestros aliados.

Uno: Empezar por la denominación legal del producto.

Nathalia Rosa Rwmibqmoxry Unsplash Nathalia Rosa

Independientemente del nombre comercial (o "de fantasía", como lo denomina Caorsi), los alimentos tienen que tener una denominación legal. Y, a poco que nos acostumbremos, eso nos da muchas pistas.

Como explica Miguel Ayuso, "al ver una 'salsa guacamole', uno puede pensar que tiene algo que ver con el famoso plato mexicano, pero su denominación real 'salsa aromatizada con aguacate' o 'salsa de mesa con vegetales (27,8%) y queso', puede hacernos sospechar que, quizás, no lleva ni aguacate".

Caorsi da muchos más ejemplos en su libro: "rallado sabor mozzarella" que es en realidad un "preparado alimenticio a base de aceite de coco apto para veganos" o "filetes merlvza" que son en realidad un "producto 100 % vegetal estilo filete de pescado rebozado a base de proteína de soja con aceite de oliva virgen extra". El nombre legal disipa muchas dudas.

Dos: Centrarnos en el listado de ingredientes.

Como explica Caorsi, hay dos grandes estrategias de marketing que tienen que ver con los ingredientes: las que buscan realzar las cosas que nos gustan y las que buscan recalcar que el producto no lleva aquello que no nos gusta.

Legalmente, si algo se anuncia en la parte delantera, debe constar en la lista de ingredientes. Pero solo en aquí pondrá su cantidad exacta (de hecho, si están destacados en el envase deberán aparecer con el porcentaje a su lado). Por lo demás, los ingredientes aparecen en la lista ordenados de mayor a menor presencia.

En general, como explica Caorsi en su libro, entender bien las listas de alimentos es un imposible. No solo porque un mismo producto puede tener muchas denominaciones, sino porque el listado puede tener ingredientes compuestos (algo que complica entenderlo bien). Lo que está claro es que nos ayuda a ver qué ingredientes están realmente ahí y en qué cantidad.

Tres: Usar la información nutricional como complemento.

Habitualmente, los consumidores se van a la información nutricional para decidir si un producto es mejor que otro. El problema es que es más complejo que el resto y habitualmente confunde más de lo que aclara.

“La a mejor manera de darte cuenta de cómo es un alimento es fijarte sobre todo en la lista de ingredientes”, explicaba Caorsi en DAP. “Si te encuentras en los primeros puestos ingredientes de poca calidad, o que son grasas que no tienen mucho interés, harinas refinadas, cosas así, pues dices, mira, pues igual mejor lo dejo, o, bueno, me lo como, pero sé lo que estoy comiendo”.

Imagen | Charles Gao

En Xataka | Así tendrían que ser las etiquetas de los alimentos si quisieran reflejar sus ingredientes reales

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