El año pasado Google nos sorprendió con un cambio de actitud lógico pero radical. Hartos de ver cómo los fabricantes no eran capaces de ofrecer todo lo que Android podía proporcionar, se liaron la manta a la cabeza y crearon los smartphones que siempre soñaron para su plataforma móvil. Así llegaron los Google Pixel y los Google Pixel XL.
Aquellos dispositivos demostraron (sin ser perfectos, eso sí) tener muchas virtudes, pero su aparición tenía una consecuencia inesperada: la familia Nexus desaparecía del mapa, y con ella esa antigua filosofía de Google que nos permitía disponer de fantásticos terminales a precios muy competitivos. Ahora hay nuevas esperanzas para la resurrección de esa filosofía, y llegan de la mano de Android One.
De los mercados emergentes al mercado global
Ayer nos enterábamos de esas nuevas intenciones de Google, que recupera su programa Android One con fuerza y lo orienta a mercados desarrollados. Esta iniciativa estaba orientada a conquistar a los mercados emergentes cuando se creó en verano de 2014, pero ahora parece que la idea de móviles baratos y "lo suficientemente buenos" también es aprovechable en otros mercados para los directivos de Google.
Lo cierto es que la marcha del proyecto ha sido discreta desde sus inicios: países como India han visto terminales Android One de empresas como MicroMax, Cherry o QMobile que aquí son casi totalmente desconocidas, pero su éxito ha sido escaso. También ocurrió en África, donde el programa trató de triunfar con un Infinix Hot 2 de 85 euros. Los requisitos para estos terminales eran claros cuando se lanzó esta plataforma, pero se fueron flexibilizando con el paso del tiempo.
Eso hizo que la experiencia software que prometía Android One (fluidez y potencia decente en terminales baratos, básicamente) se trasladase a terminales, países y fabricantes que originalmente no estaban pensados para este programa de Google. En España y Portugal asistimos al desembarco de Android One en los BQ Aquaris A4.5, pero el paso definitivo se acaba de anunciar ayer.
Se trata, cómo no, de la llegada de terminales Android One a Estados Unidos, aún no confirmada oficialmente por Google pero que se enmarca claramente dentro de esa "estrategia general de hardware" de la que hablaban hace menos de un año.
¿Nuevos Android One = Nuevos Nexus?
Lo que todos querríamos es que Android One se convirtiese en una reedición de lo que la familia Nexus consiguió para Google: la seña de identidad de estos dispositivos cuando se lanzaron modelos como el Nexus 4 fue la de lograr ofrecer unas prestaciones sorprendentes a precios muy atractivos. Eran, sin lugar a dudas, los "teléfonos chollo" del momento.
Hoy ese calificativo se suele aplicar a terminales de fabricantes chinos: los OnePlus 3T y diversos modelos de Xiaomi permiten acceder a excelentes prestaciones hardware a precios de escándalo, pero el problema es que las garantías de esas soluciones no son las mismas con las que contábamos con los Nexus. Entre otras cosas, porque estos dispositivos nos permitían contar con la última edición de Android.
¿Será Android One una Xiaomi estadounidense? ¿Una que ofrezca terminales muy decentes a precios rompedores? Aún es pronto para saberlo, pero lo que Google ha hecho con los Pixel deja claro que si alguien puede optimizar el comportamiento de estos terminales, eso es Google, que además se acercaría aún más a esa filosofía tan Apple que reside en ofrecer una experiencia (teóricamente) superior gracias a ese control absoluto del dispositivo.
Un deseo: "Nexus" de menos de 250 euros
Hace tiempo que vemos cómo el segmento de la gama media de precios (entre los 250 y los 500 euros aproximadamente) está cada vez más desdibujada, con modelos muy dispares que ofrecen grandes prestaciones a buenos precios y otros que parecen no ser para tanto por lo que cuestan: es muy difícil acertar con esos terminales, y las múltiples iteraciones de los gama alta (con sus ediciones "Lite" o "Mini") no ayudan: uno no suele saber del todo qué sacrifica cuando compra un terminal en ese rango de precios.
Google podría por tanto dar un golpe sobre la mesa con dispositivos que bajasen de los 250 euros y que se situasen de lleno en una gama de entrada algo más exigente, una dominada tradicionalmente por los Moto G. Por cierto, las cosas no fueron bien cuando Motorola fue comprada por Google, y parece que con Lenovo la historia no está siendo demasiado distinta.
No solo eso: también atacarían de lleno a ese catálogo irresistible de empresas como Xiaomi que no venden más porque no salen (oficialmente) de China. La jugada para Google sería muy importante a fin de consolidar su verdadero modelo de negocio, el de la recolección de datos para fortalecer servicios como el de la publicidad.
Podría incluso vender sin márgenes para fortalecer esa presencia en países como Estados Unidos en los que la cuota de mercado de Android es mucho más baja que en España, por ejemplo. Si Google aprovecha su baza, puede que esa técnica le funcione en otros mercados en los que su presencia no es tan fuerte como desearían. Veremos cómo juega sus cargas la compañía.
En Xataka Android | ¿Se convertirá Android One en el sucesor de los Nexus?
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