Una bala de fogueo. Eso es lo que acabó siendo la multimillonaria adquisición de Motorola por parte de Google en 2011. Aquella operación acabó siendo un pequeño desastre para Google, que sobrevaloró el porfolio de patentes de Motorola y que desaprovechó la oportunidad para convertirse en un fabricante de móviles que compitiera realmente en primera línea.
Seis años después las cosas han cambiado mucho, y Google ha sido mucho más cauta con una operación que no es tanto una adquisición empresarial como una adquisición de talento. HTC, de hecho, seguirá fabricando teléfonos, pero esos 1.100 millones que Google ha pagado le sirven para una cosa: convertirse, al fin, en fabricante de smartphones. Las implicaciones pueden ser enormes para el ecosistema Android.
¿Qué ha comprado Google?
Como explicábamos hace unas horas, lo que se ha comprado Google es básicamente un equipo de 2.000 ingenieros y empleados de la división "Powered by HTC" que ahora dejan de serlo para convertirse ene googlers. Buena parte de esos ingenieros ya han trabajado en los móviles de la familia Pixel, y precisamente eso es lo que quería Google: que siguieran haciendo ese trabajo, pero ahora con control total de Google.
La otra parte del acuerdo es mucho menos llamativa, porque a pesar de lo que se rumoreaba Google no se ha hecho con la propiedad intelectual de HTC, sino que parte de la inversión va a comprar una licencia no exclusiva de la PI de HTC. Esta última podrá seguir trabajando en sus propios móviles —ya han avisado de que lanzarán otro gama alta próximamente— y otros fabricantes también podrán negociar con ellos la concesión de licencias de su propiedad intelectual.
La idea es clara, y parece que la empresa ha aprendido de su carísimo error del pasado. Google no necesita comprarse una compañía entera: solo necesita que los ingenieros que se dedicaban a fabricar sus teléfonos trabajen ahora directamente para ellos.
Google quiere ser la Apple de Android
Es difícil y probablemente injusto comparar a Google con Apple: mientras que la primera ha mantenido durante años una filosofía horizontal de servicios, en Apple la monetización ha llegado tradicionalmente de su hardware, porque aunque también proporciona servicios estos están íntimamente ligados a sus dispositivos.
En Google esto no era así. Android ha permitido que docenas de fabricantes puedan competir por un trozo de ese gigantesco pastel que representa el mercado de la movilidad, pero con este movimiento Google se convierte automáticamente en otro de esos fabricantes. Y ahí está el peligro.
Lo debatíamos hace ya dos años, cuando tras el fracaso de aquella adquisición de Motorola algo parecía evidente: Google debía fabricar sus propios smartphones. Los argumentos de entonces siguen siendo válidos hoy, así que pasemos a recordarlos:
- Software y hardware de la mano: controlar ambos apartados permite acelerar la innovación y aprovechar todos los recursos al máximo. Es el camino que Apple tomó desde el principio, y el que le ha permitido ofrecer una experiencia de usuario que muchos consideran la mejor del mercado.
- Fusión de Chrome OS y Android: esa fusión haría que la fabricación de sus dispositivos tuviese aún más sentido ya que podría aprovechar esa nueva plataforma hardware tanto en esos hipotéticos smartphones "convergentes" como en equipos portátiles. Aquí la cosa ha avanzado con ese misterioso proyecto llamado Fuchsia del que Google apenas suelta prenda.
- Asegurar el futuro de la plataforma: Samsung parece ser la única empresa con una cuota de mercado significativa para enfrentarse a Apple, pero la verdadera responsable de la evolución de Android es evidentemente Google. Convirtiéndose en fabricante puede demostrar hasta dónde puede llegar esta plataforma, sobre todo ahora que ha adquirido ese talento en un apartado, el hardware, que no controlaba.
- Los forks de Android como amenaza: la concepción de Android ha hecho que diversos fabricantes planteen forks que amenazan la propuesta de Google y el uso de sus servicios. Google podría competir con esas propuestas sobre todo en mercados emergentes con terminales de bajo coste fabricados de forma masiva y que ofrecieran unas prestaciones teóricamente difíciles de igualar por esa simbiosis del hardware y el software. Es cierto que cada vez más fabricantes han pasado a un enfoque cada vez más puro de Android, y está por ver qué ocurrirá ahora que Google se convierte más en competidora que en aliada o socia.
- Investigaciones en la UE: según este último argumento las demandas por la inclusión de sus propias aplicaciones y servicios -que podrían ser declaradas como práctica monopolística en la Unión Europea- podrían causar un desastre para Google, que fabricando su propio hardware evitaría este tipo de problemas.
Convirtiendo amigos en potenciales enemigos
Hace también tiempo que se rumorea que ese googlephone del futuro se parecerá mucho a los iPhone en una cosa: estará fabricado casi íntegramente con recursos internos. Los datos apuntaban ya hace tiempo a que en Google podrían estar trabajando en sus propios procesadores como hacen Apple, Samsung o Huawei, uno de los elementos que han acabado diferenciando a los iPhones.
Esa búsqueda de la independencia y de un smartphone desarrollado a imagen y semejanza del iPhone —uno que combina hardware, software y servicios a la perfección— plantea una duda obvia: ¿qué pasa con los partners de Google en el ecosistema Android? ¿Qué harán Samsung, Huawei, LG, Sony, Xiaomi y otras muchas ahora?
Lo cierto es que la situación es análoga a la que se produjo tras la adquisición de Motorola por parte de Google. De repente empresas como Samsung quisieron impulsar el desarrollo de Tizen para tener un plan B en caso de desastre. Las aguas volvieron a su cauce tras la venta de Motorola a Lenovo, y Samsung, como otras muchas, ha acabado adoptando una filosofía e interfaz cada vez más parecidos a las de Android puro, una en la que la presencia de aplicacione sy servicios de Google es absoluta.
Eso podría cambiar ahora que Google parece querer jugar a ser Apple. De repente se convierte en potencial enemiga de quienes habían sido sus aliados y amigos, y será interesante ver cómo resuelve esas dudas. ¿Cómo logrará Google no enfadar a sus socios tradicionales? Lo normal es que los futuros Pixel sean mejores que los dispositivos de otros fabricantes por esa fuerte integración de hardware, software y servicios, así que, ¿cómo asumirán Samsung y el resto esa ventaja competitiva?
Las dudas son enormes, sobre todo porque la actitud de Google frente al hardware ha sido siempre extraña. Son, como suele decirse, capaces de lo mejor y de lo peor, con unos teléfonos Pixel que si han destacado por algo es por lo difícil que era conseguirlos. Tardaremos meses —puede que años— en ver el resultado de este acuerdo, así que será interesante analizar los próximos pasos de Google y de sus partners.
En Xataka | Google como fabricante de smartphones: un futuro con muchas luces y también algunas sombras
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