Estaba claro que una de las grandes protagonistas de este MWC 2024 iba a ser la Inteligencia Artificial generativa, integrada en dispositivos de todo tipo. Es la gran tendencia de estos tiempos y es lo lógico. Lo que quizás no esperábamos (aunque fue anunciado unos días antes de la feria) era ver un planteamiento como el de un smarpthone sin aplicaciones, que lo fía todo a un asistente como el de los chatbots que estamos acostumbrados a ver.
La propuesta, de Deutsche Telekom, pretende anticipar un futuro en el que las aplicaciones dejen de tener sentido en favor de una única IA que nos entienda y responda lo que necesitemos.
Mejor teoría que práctica
Hemos podido echar el guante a este terminal (un T-Phone de la teleco adaptado) en el stand que la operadora tiene en el MWC y así conocer de primera mano cómo plantea este cambio de paradigma.
Por un lado es capaz de ejecutar Stable Diffusion, un motor de IA pensado para generar imágenes a partir de texto. La idea no es tanto esa generación vía prompt, sino que sea capaz de reconocer las imágenes de nuestra galería y poder hacer ediciones sobre ellas.
Por ejemplo, si queremos enderezar una foto torcida, las esquinas estarán vacías de contenido, y lo normal es tener que sacrificar áreas de la imagen. Con esta solución podríamos rellenar artificialmente esas áreas vacías para no tener que reducir el campo de la fotografía.
Esta integración de Stable Diffusion, si bien no la habíamos visto hasta ahora en los smartphones recientes, sí es posible técnicamente en muchos de ellos (los que llevan chips Snapdragon 8 Gen 3 o Mediatek Dimensity 9300), solo que los fabricantes no la están llegando a implementar.
Y ahora pasemos a la gran promesa de este dispositivo: el reemplazo de las aplicaciones por su propio chatbot. En realidad es un puro asistente como los que estamos acostumbrados a utilizar. Solo que en lugar de ser una opción más en el terminal, es el único camino posible.
Por ejemplo, en lugar de abrir Amazon y buscar "raquetas", le preguntamos por raquetas, ya que queremos comprar una, y nos mostrará los resultados de ese producto en Amazon. A partir de ahí sí es cierto que es más conversacional: podemos hacerle preguntas o peticiones sobre esos resultados, como de qué material está hecha una de ellas, o pedirle que solo muestre resultados de menos de 200 euros.
Lo mismo con peticiones más generales, como obtener una lista de ideas para hacer un regalo o sugerencias para irnos de vacaciones durante diez días. A partir de sus respuestas podemos ir refinando lo que obtenemos.
Es una curiosidad y en cierta forma un avance, pero es complicado pensar en un escenario que erradique las aplicaciones en favor de los asistentes, que son estupendos complementos para nuestro teléfono, pero no tan perfectos como para hacer que nos olvidemos de las apps.
Precisamente las aplicaciones han sido uno de los grandes motores de la industria móvil durante los últimos quince años. Han pasado de ser una forma de distribución de software a ser una industria en sí misma —en 2022 rozó el medio billón de dólares en facturación global—, y lo han conseguido a base de combinar utilidades y funciones que las hacen convenientes y apropiadas de usar. Las expectativas para el futuro siguen hablando de un crecimiento sostenido.
Preguntar a un asistente por raquetas para luego ir acotando la solicitud hasta dar con una aceptable puede tener su punto, pero en muchas ocasiones lo que querremos es acceder a esos jardines controlados por una aplicación y aprovechar sus funciones específicas.
Ahora queda ver cómo evolucionará esta propuesta, si es capaz de refinar su experiencia (no olvidemos que estamos frente a una primera versión que ni siquiera es comercial) y si puede ir contando con los apoyos suficientes. Pero queda mucho trabajo por hacer para que seamos capaces de olvidarnos de las aplicaciones. Incluso recurriendo a algo tan convincente como la IA.
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