En enero de 2009 la Comisión Europea anunciaba que investigaría la inclusión de Internet Explorer como parte de los sistemas operativos de Microsoft, una práctica que fue considerada como monopolística por parte de los reguladores. Aquello dio como resultado la aparición de la célebre "ballot screen", que permitía elegir el navegador durante el primer inicio del sistema, pero Microsoft acabaría pagando una multa de 561 millones de euros por no integrar esa opción adecuadamente.
Aquella situación dejaba claro que la Unión Europea quería proteger la competencia en el viejo continente, pero desde entonces han cambiado algunas cosas. El PC ha dejado paso al smartphone, pero la situación parece repetirse de nuevo sin que la Unión Europea parezca querer reaccionar. ¿Por qué nadie lucha contra la imposición de navegadores en dispositivos móviles?
Microsoft siempre ha estado en el ojo del huracán
El requisito impuesto por la Unión Europea en aquel caso de prácticas anticompetitivas dejó de serlo en diciembre de 2014, cuando Microsoft publicó una breve nota en su base de de soporte avisando de que el periodo para integrar la "ballot screen" había expirado.
Desde entonces la conversación sobre la posición dominante de Microsoft en este sentido no parece haberse retomado, algo a lo que probablemente ha contribuido el hecho de que este segmento está cediendo claramente su protagonismo frente a los smartphones.
No fue el único problema que enfrentó a la empresa de Redmond con el organismo europeo, que ha investigado otros temas célebres como la inclusión de un reproductor multimedia o el uso de formatos ofimáticos propietarios.
Los ataques a estas prácticas declaradas anticompetitivas por parte de la Comisión Europea han hecho que Microsoft haya tenido que pagar enormes sumas de dinero en forma de multas, además de desarrollar alternativas tecnológicas que cumpliesen con esos requisitos.
¿Por qué Apple no?
Esa hipotética "manía persecutoria" de la UE hacia Microsoft podría considerarse injusta si uno se fija en su principal rival en el terreno de los ordenadores de sobremesa y portátiles. Podría parecer que Apple debería estar sometida al mismo escrutinio, pero hay argumentos razonables que permiten explicar por qué la Comisión Europea nunca investigó a la empresa de Cupertino en este sentido.
En primer lugar, Apple nunca ha tenido una posición dominante en el viejo continente, donde el sistema operativo de Microsoft ha sido tradicionalmente el que ha mantenido un protagonismo absoluto. Otra cosa es los Estados Unidos, donde su cuota es notablemente superior aunque este tipo de regulación no parece ser tan severa como en Europa.
Sea como fuere, el número de equipos que vende HP, aunque ha crecido de forma sensible en los últimos meses frente al retroceso de los fabricantes tradicionales de PCs, sigue sin ser especialmente relevante al contemplar esa cuestión, pero además hay otro factor.
Y ese factor no es otro que la filosofía que tiene Apple para licenciar su sistema operativo. O más bien, para no licenciarlo, porque los únicos equipos oficiales basados en OS X son los equipos de esta empresa. Apple no cede su plataforma a terceros al contrario de lo que hace Microsoft, con un modelo de negocio completamente distinto.
Esos dos factores hacen que esgrimir los mismos argumentos para atacar a la inclusión de Safari en OS X como navegador por defecto sean más complejas: la posición de Apple no es dominante y al hacerlo no perjudica a otros fabricantes: no puede hacer presión para que incluyan un determinado software, algo de lo que sí se culpaba a Microsoft.
La situación se podría repetir para Google... pero no lo hace
Años después nos encontramos con una situación aparentemente análoga en el mercado de los smartphones. Los papeles simplemente están cambiados, pero tanto en forma como en fondo el proceso parece idéntico: Microsoft tenía una posición dominante gracias a Windows, y Google la tiene gracias a Android. La primera licenciaba su plataforma a terceros, y Google hace lo propio (aun cuando los fabricantes pueden usar forks basados en AOSP). Y Microsoft integraba IE en Windows y Google hace lo propio con Chrome en Android. Las similitudes son evidentes.
Sin embargo, la Comisión Europea no parece estar interesada en investigar este tipo de comportamiento. Eso no quiere decir que no esté investigando a Google, porque lo está haciendo en varios frentes que sobre todo afectan a su buscador. Esta parte crucial del negocio de Google no solo ha sido sometida a escrutinio en nuestro continente, sino también en Estados Unidos, donde el Departamento de Justicia y la Federal Trade Commsission han evaluado los efectos colaterales de esa posición dominante aunque no se ha llegado a conclusiones claras aún.
Sin embargo es en Europa donde las consecuencias para Google podrían ser enormes: existe la posibilidad de que la UE multe al gigante de las búsquedas con hasta 6.000 millones de dólares por abuso de posición dominante en el segmento de los buscadores. A esa potencial amenaza se suman las críticas e investigaciones por otros temas como la gestión de la censura en su buscador o en YouTube, la manipulación de resultados, los problemas asociados a los derechos de autor en sus servicios Google Print/Books/Library y desde luego su gestión de la privacidad de los usuarios.
Muchos frentes abiertos que sin embargo no incluyen al navegador. Resulta curioso sobre todo por el hecho de que la eterna barra de buscador que está presente en la mayoría de escritorios Android por defecto está íntimamente ligada a Chrome, y solo la acción premeditada del usuario de instalar otro navegador y establecerlo como navegador por defecto puede modificar ese comportamiento. Chrome es líder en cuota por la sencilla razón de que viene preinstalado. Que sea mejor o peor navegador no importa demasiado: como en el caso que ocupó a Microsoft, aquí el debate es sobre esa práctica típica de monopolios.
Las políticas de iOS, cuestionables
Y como sucedía en el segmento del PC y portátil, en smartphones la posición de Apple podría ser criticable a la hora de integrar Safari como navegador por defecto. De nuevo podría decirse que en Europa la posición de iOS sería difícilmente calificable como dominante, y que no hay posibilidad de que perjudiquen a otros fabricantes de dispositivos porque iOS solo se puede usar en dispositivos móviles de Apple.
Sin embargo aquí sí hay una nota distintiva: las políticas software de iOS permiten que los usuarios utilicen navegadores de terceras partes, pero siempre y cuando estos utilicen el mismo motor de renderizado de Safari. Eso ha hecho que durante años Mozilla se negase a ofrecer una versión de Firefox para iOS, aunque en noviembre del año pasado vimos como la firma cedió a esa circunstancia y publicó la primera edición de Firefox para esta plataforma que, eso sí, estaba basada en WebKit.
Esa circunstancia es quizás relevante en este caso concreto, y sí podría hacer que la Unión Europea se plantease hacer algo al respecto: limitar algo tan crucial para un navegador como el motor de renderizado hace que se coarte la libre competencia para los desarrolladores: tu producto es difícilmente diferenciable del de Apple en muchos sentidos, así que los usuarios pueden no percibir una mejora que les anime al cambio. Es una táctica que desde luego parece reprobable a nivel judicial. Es el turno de la UE: veremos si mueve ficha.
En Xataka | Google contra la UE
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