Dar una vuelta de tuerca más a sus smartphones y prepararse para el momento en el que digamos adiós a los smartphones en favor de otros dispositivos: ese es el estado actual de los cuarteles generales de OPPO en China. No es la primera vez que los visitamos, lo hicimos en 2018, el año en el que la firma se estrenaba en España con sus móviles. Y puede que para algunas cosas un lustro no sea mucho tiempo, pero ya te adelanto que para la tecnología sí y a los hechos nos remitimos.
Aunque verás puntos en común en sus laboratorios de calidad y líneas de producción, el escenario ha cambiado. Así, los plegables como el OPPO Find N3 – el hermano asiático del OnePlus Open – ya son una realidad, la fotografía ha mejorado exponencialmente y es hoy un valor diferencial. Tampoco podemos olvidar que el sector ya piensa en el sustituto de los smartphones. Hemos visitado sus instalaciones de Dongguan y Shenzhen para conocer cómo trabaja, innova y desarrolla OPPO.
OPPO ya trabaja en el sustituto de los smartphones
Aunque en el siguiente apartado tendremos tiempo para profundizar en investigación y desarrollo de diferentes áreas, merece la pena empezar con el laboratorio de XR o realidad extendida (nota: una combinación de AR y VR), una sala lúgubre y con aspecto de taller donde lo más llamativo es una brazo robótico, seis cámaras y las OPPO MR Glass con la plataforma CyberReal que tuvimos la oportunidad de probar después.
¿Qué es exactamente CyberReal? El sistema de realidad extendida de OPPO en el que a través de una pantalla (por ejemplo, la del móvil), se entremezclan elementos digitales en un entorno real. La línea que separa CyberReal de tecnologías de realidad aumentada es difusa, aunque según explica lo que ofrece OPPO está diseñado para usarse en interiores donde la acción del GPS pasa a un segundo plano en favor de sensores habituales como el giroscopio o la tecnología visual de identificación de elementos con la cámara.
En resumen, para montar una escena con CyberReal basta con elementos 3D y un dispositivo como un teléfono que permita el escaneo de la localización y sus características. El resultado es que a través de la aplicación vemos objetos que no están allí, perfectamente integrados. A partir de aquí, OPPO plantea un abanico futuro de posibilidades como la navegación en interiores o el marketing.
A través de la aplicación vemos objetos que no están allí, perfectamente integrados
En esa misma gran sala pude ponerme las OPPO MR Glass. En mis minutos de prueba trazando unos garabatos en el aire quedé satisfecha con la comodidad y funcionamiento, pero aunque sus posibilidades son altas, la experiencia en sí a día de hoy no ofrece nada nuevo. Puede que el presente de estas gafas y la plataforma todavía sean mucho ruido y pocas nueces, pero lo más interesante estaba un paso más atrás, es decir, no en esa experiencia de prueba final sino en las tripas: el XR Lab.
El core de este laboratorio es la óptica y la calibración, lo que permite ensamblar el mundo virtual y real para lograr una experiencia de usuario precisa en cuanto a tamaños relativos y distancias. Por ejemplo, cosas tan básicas como que un objeto que esté lejos se aprecie como pequeño. No obstante, ese laboratorio me recordaba bastante al garaje de un manitas, un tanto caótico y desordenado donde lo único que destacaba era un brazo robótico con las gafas integradas y rodeado por seis cámaras.
De hecho, el brazo robótico es el encargado de jugar con ubicaciones, distancias y ángulos de vista, que son grabadas por las cámaras para que tras su procesamiento, puedan integrarse en el algoritmo. Pero lo mejor no eran los dispositivos, sino la presencia de Yi Xu, jefe del área XR de OPPO.
Comentaba más arriba que mi sensación a día de hoy con esta plataforma es que la cosa está muy verde pero promete y Yi Xu llegó para confirmar que a día de hoy no es una tecnología madura como para una adopción masiva. No obstante, es claro en cuanto a su importancia a medio - largo plazo: 'Creo que eventualmente todos llevaremos gafas XR', dando un plazo de 10 a 20 años. Incluso propone una gradualidad: primero oficinas, luego el hogar y finalmente la calle.
Tareas como ver vídeos, trabajar o ver información superpuestas en nuestra ruta caminando son algunas de las aplicaciones que propone. De hecho, la idea es es que sea la próxima plataforma que permita ejecutar todo tipo de aplicaciones.
Eventualmente todos llevaremos gafas XR
La apuesta de OPPO por estos dispositivos y plataformas es tal que lo ven como el futuro reemplazo de los smartphone: 'Es lo que pensamos y por eso estamos destinando recursos en desarrollar tecnologías XR'. Pero no están cerrados al formato de las gafas, si bien es su apuesta actual.
Así, no descartan otras alternativas como los hologramas o incluso la voz en otros dispositivos más básicos y discretos sin pantalla, que pueden ser interesantes para usos limitados o donde se requiera de más privacidad. Xu ve ventajas como factores de forma más cómodos y baratos (al no tener pantalla), pero la cuestión de intercambiar información en espacios públicos no es lo más discreto ni tampoco lo más rápido (nota: frente a volcar la información en una pantalla).
Este tipo de wearables se enfrenta a desafíos computacionales, necesidades energéticas o ergonomía. La forma de OPPO de abordarlos pasa por 'la computación en la nube, que permite usar factores de forma pequeños' y eventualmente dejar atrás los móviles. En cuanto a la alimentación, están explorando diferentes formatos que pasan incluso por llevar una batería por separado al estilo power bank.
Es inevitable echar un vistazo a la competencia, las Apple Vision Pro, para las cuales tiene buenas palabras 'es un dispositivo excelente y muy avanzado'. Cupertino ha apostado por el sensor de mirada y los gestos para la interacción, lo que para el Yi Xu es 'una forma más de acercarse a las interacciones del futuro.
Pero habrá otras, como la interfaz cerebral, aunque es posible que el siguiente paso sea el tracking ocular y manual'. Por cierto, así como las gafas de Apple cuentan con un sistema de lentes magnéticas para ajustarse a las dioptrías, el dispositivo de OPPO tiene ajuste automático sin necesidad de colocar las gafas.
Breve presentación de OPPO en datos
En la introducción mezclábamos un plegable de OPPO y uno de OnePlus con todo el sentido del mundo: ambas marcas pertenecen al entramado empresarial BBK Electronics, matriz asimismo de Vivo, Imoo, Realme y Vsun (esta última fabricante de componentes telefónicos), con una línea claramente diferenciada en cuanto a portfolios, target, estrategias de precios y mercados propios, pero difuminada en otras como la i+D.
Aunque para el gran público español OPPO es conocida por sus móviles (debutaron con los OPPO R15 Pro y OPPO A3 allá por 2018), el primer teléfono de la firma china data de justo una década antes (el OPPO A103). Antes, OPPO se había hecho un nombre en el sector del cine en casa y alta fidelidad en la rama OPPO Digital por su altísima relación calidad precio dentro de la gama alta, con algunas joyas como el OPPO UHD UDP-205 que posee mi compañero especialista en ese área Juan Carlos López.
No obstante, ese 2018 fue un año de cambios para la empresa: OPPO decía adiós a su sección audiovisual y se centraba en la fabricación de smartphones. A partir de aquí, OPPO es hoy (según datos de Canalys) es la cuarta marca de móviles más vendida en España con una cuota ligeramente inferior al 5%, aunque en franco descenso con un 56% menos respecto al mismo tercer trimestre del año pasado. Probablemente que Oppo haya salido de grandes mercados europeos como Alemania y Francia haya despertado ciertas dudas entre potenciales clientes.
Un escenario diferente vive en su China natal, donde lleva años disputando el podio. Como recoge Statista, en 2022 ostentaba el tercer puesto en ventas cercano al 17%, a un paso del 18% de Vivo y Honor, primero y segundo respectivamente.
Un i+D que apunta a lo más alto: la fotografía perfecta
Empezamos nuestra visita en el Health Lab de OPPO, un piso dentro del edificio de la marca en Shenzhen que combina una especie de gimnasio con unas vistas privilegiadas con un ala de hospital en miniatura. En realidad, estamos en un laboratorio centrado en afinar esas métricas relativas al estado físico general, hábitos y entrenamientos.
Bicicletas estáticas, máquinas de correr y de remo nos dan la bienvenida junto con el OPPO Watch 4 Pro. El último reloj de la marca – que todavía no ha llegado a Europa – atesora buena parte de los últimos avances en cuanto a métricas y algoritmos. Una de las actividades más llamativas que tiene lugar allí es la de contar con atletas profesionales y amateur para registrar no solo sus parámetros físicos durante una sesión de running para determinar no solo cuánto corren, sino también cómo: balance, tiempo en el aire, zancada, oscilación, tiempo de contacto... Esto ayuda a mejorar la técnica para aumentar el rendimiento y prevenir lesiones.
La sala contigua es una especie de habitación de hospital con camas donde lo que se mide es la calidad del sueño, registrando condiciones y jugando con parámetros como el oxígeno para afinar el algoritmo que pueda salvar la vida ante una eventual apnea. Para depurarlo, emplean instrumentos de otras marcas comercializados y comparar resultados.
OPPO lleva dos generaciones colaborando con la mítica Hasselblad en el desarrollo de las cámaras de sus buques insignia. ¿La meta? Aspirar al trono de la fotografía móvil, algo que puedes ver en el análisis del OPPO Find X5 Pro que tuvimos la oportunidad de analizar y que de hecho lo aupó a los primeros puestos de los móviles con mejores cámaras que hemos analizado en los últimos meses. En su laboratorio de Imagen es donde se cuece todo.
Esta sala aglutina dieciséis escenarios diferentes controlados con domótica en la que podemos encontrar, entre otros, un salón, una especie de discoteca, un restaurante de comida rápida o un bodegón falsos pero de lo más realistas, repleto de elementos de todos los tamaños, colores y con iluminación variable en cuanto a calidad y origen.
Allí, tres robots ataviados con un móvil OPPO (en nuestra sesión fue el OPPO Find N3) van recorriendo los stands con una trayectoria determinada y haciendo fotos con todas sus cámaras (mención especial merece el robot de los selfies, con una cabeza de maniquí que cambian para probar con diferentes tonos de piel). Los dispositivos ajustan sus lentes al escenario en cuestión para conseguir la mejor fotografía posible, una tarea especialmente compleja por lo que supone diferenciar parámetros como la temperatura de color real, cómo comportarse frente al ruido u ofrecer el máximo nivel de detalle.
Las fotografías suben a la nube y comienza la comparación en busca de 'la foto perfecta', para lo que emplean tanto inteligencia artificial como personas expertas en fotografía. Tomemos como ejemplo una fotografía concreta con un escenario, posición e iluminación determinadas. Por un lado, el personal especializado es el encargado seleccionar la fotografía de referencia.
En busca de la foto perfecta: emplean tanto IA como personas expertas en fotografía
¿Cómo? Tomando la mejor fotografía hecha con los mejores móviles del mercado (ya ajustados) y retocada si es necesario con software. Después, la inteligencia artificial compara esa fotografía de referencia con los resultados obtenidos de la sesión y esta información de ajuste será el feedback para futuros ajustes de firmware y lentes.
Un par de datos curiosos. El circuito completo supone 500 fotos por ronda y cámara y en dos horas este equipo de robots es capaz de hacer lo mismo que un equipo humano en día y medio. ¿Por qué con otros móviles y no con una cámara profesional? Según lo explicado en el laboratorio, porque las cámaras todavía siguen lejos en cuanto a calidad.
Otros laboratorios menos espectaculares pero igualmente importantes para el desarrollo de un móvil fueron el NFC Lab o el de comunicaciones. Altamente automatizados ambos, velan por la fiabilidad de los terminales en diferentes posiciones y con el paso del tiempo (con repeticiones) para asegurar la lectura del NFC (para pagar pero también para otros usos futuros como abrir el coche o actuar como datáfono) o para conectarse a infraestructuras de telecomunicaciones.
Cerramos este apartado de i+D con un detalle más que da idea de la ambición de OPPO: su centro de datos de Dongguan, integrado en unas impresionantes instalaciones todavía en construcción, un campus que se parece más a una miniciudad, con edificios residenciales (viven aproximadamente 20.000 personas), parques infantiles, gimnasios, zonas deportivas y hasta una cantina.
Volviendo centro de datos, cabe recordar OPPO hace hardware, software (un ejemplo: ColorOS) y servicios en forma de soluciones en la nube o tienda de aplicaciones. En esa visita extremadamente restringida (móviles y cámaras estaban prohibidos) vimos una sala con racks y refrigeración por ventilación, su solución estándar madura para lidiar con el calor. No obstante, cuentan con otro rack con tecnología patentada de inmersión un 45% más eficiente, según OPPO.
La línea de producción: alta automatización y orfebrería
Móviles y cámaras fuera para visitar la línea de producción de Dongguan, una de las cien que la firma china tiene distribuidas por todo el mundo. El proceso desde el que ves unas cuantas placas metálicas a la caja me ha resultado sorprendentemente rápido y automatizado, aunque hay procesos que parecen de auténtica orfebrería.
Vaya por delante que no es lo mismo fabricar el móvil más sencillo del catálogo que uno de sus plegables, motivo por el cual los datos numéricos ofrecidos se corresponden a la media proporcionada por OPPO. Así, por ejemplo aunque pueden llegar a 3000 móviles al día por línea para el modelo más básico, los Fold pueden ser solo 2000 unidades diarias.
Gracias a la alta automatización, solo hay de tres a cinco personas supervisando
La línea de producción de un móvil estándar de OPPO se divide en tres fases y aunque la primera es la menos atractiva visualmente hablando, es probablemente la que más me llamó la atención. Esa fase inicial se integran la placa base y la circuitería, pero lo que tú ves es una concatenación de máquinas: no es para menos, gracias a la alta automatización, solo hay de tres a cinco personas supervisando.
En la segunda fase la cosa cambia y ya puede haber de media unas 40 personas trabajando en cadena . Esta fase intermedia de la producción está destinada al ensamblaje de elementos como la batería, el módulo RF, la pantalla o el packaging. Cuando sale el teléfono de esta línea, está perfectamente embalado, con todas sus protecciones y elementos. Pero no es el final.
Si nos ceñimos a lo visual, lo más impactante está en sus tests de fiabilidad, donde encontramos, entre otras cosas, pruebas supervisadas por su personal como una caja de plástico transparente rotando donde los móviles a prueba están cayéndose continuamente desde diferentes alturas y ángulos, una máquina de torsión que trata de deformar un terminal, una persona encargada de colocar un móvil en un émbolo imantado que asciende para luego dejar caer la unidad o exposición a temperaturas extremas.
Preguntamos al equipo de OPPO por el tamaño de la muestra tomada para los tests de fiabilidad y la frecuencia de las tomas, pero declinaron responder. La que más me llamó la atención (porque me ha pasado a mí) fue una en la que el teléfono está en horizontal y soporta peso en la zona intermedia, emulando la experiencia de tener el móvil en el pantalón y sentarnos encima.
Algunas de estas pruebas ya estaban presentes en nuestra visita anterior, pero otras como la sala de doblado donde los móviles plegables de OPPO se abren y se cierran hasta alcanzar el millón de repeticiones.
La filosofía de OPPO se basa en el Benfen, algo así como hacer lo correcto y hacerlo bien. Tiene por delante un escenario no demasiado halagüeño en Europa y un futuro tan prometedor como desafiante, el de la era después del smartphone.
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