La propiedad privada en el mercado del automóvil está en entredicho. En los últimos años hemos experimentado un enorme crecimiento de los precios de los automóviles. Al mismo tiempo, hay que sumar el pago de los impuestos y la creación de nuevas tasas para los coches eléctricos, las amenazas de imponer peajes para la conservación de las carreteras o un pago por uso en las ciudades, bien teniendo en cuenta su tamaño o, simplemente, si queremos sacarlo de casa.
En este repaso hemos hablado de España, Noruega, Francia y Reino Unido. Y no hemos tenido en cuenta las nuevas restricciones que la Unión Europea quiere sacar adelante, con una nueva licencia para conducir buena parte de los vehículos del futuro o los movimientos para expulsar a los SUV de las ciudades.
El cambio de contexto está propiciando que algunas marcas estén apostando fuertemente por los vehículos compartidos o fórmulas de alquiler o renting a corto plazo en lo que, en el fondo, es una suscripción a un automóvil. Si los precios suelo de los coches expulsan a gran parte de la población, las marcas siguen buscando fórmulas para que sigamos teniendo acceso a sus automóviles.
Y expulsar a buena parte de la población de contar con un automóvil es lo que a sucedido en Singapur.
Un Toyota Yaris Cross por más de 120.000 euros
Comprar un Toyota Yaris Cross en Singapur sólo está al alcance de los ricos. Porque para comprarlo es necesario desembolsar 121.372 euros, pese a que el coste del coche es de poco más de 20.000 euros. Adquirir un Volkswagen Golf obliga a pagar más de 128.600 euros. Y el precio de salida (descuentos incluidos) de un Citroën C4 eléctrico es de 122.464 euros.
Con estas cifras, parecía lógico que Singapur, cuyo salario medio familiar es de 83.848,85 euros anuales, según recoge Reuters, se haya convertido en la ciudad más cara del mundo para tener un coche. Gran parte de sus ciudadanos han sido expulsados de la posibilidad de contar con un automóvil en casa, víctimas de un sistema creado en 1990.
Para comprar un coche en Singapur es necesario contar con una licencia que nos dé derecho a poseer un vehículo. Este derecho se denomina COE y tiene una validez de 10 años. El problema es que el precio del COE no es fijo y lo determina el mercado mediante subasta. El objetivo final es que el número total de vehículos no supere en ningún momento los 950.000 automóviles.
Esto provocó un desplome de los precios durante la pandemia de Covid-19. Con las familias ahorrando y los movimientos restringidos, el precio del COE cayó hasta los 20.767 euros. Es decir, para comprar un Toyota Yaris Cross era necesario pagar el doble de lo que valía en el mercado.
Sin embargo, con la recuperación económica postpandemia y la posibilidad de viajar de nuevo, la demanda de vehículos se ha disparado hasta tal punto que el precio final del SUV de Toyota ha quintuplicado su coste real en el mercado sin el sistema COE.
Ante la enorme demanda de coches, el COE ha elevado su precio hasta los 100.000 euros para los automóviles con más de 1.600 centímetros cúbicos de motor o una potencia superior a 97kW (130 CV). Quienes no puedan pagarlo siempre pueden optar por conseguir una licencia para los vehículos que sí se sitúan por debajo de estos límites. Su precio: 72.000 euros.
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Foto | Lily Banse
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