Países Bajos es, de largo, la nación en la que más se usa la bicicleta del mundo. Sólo hay que pasear por las calles de sus pueblos y ciudades para intuirlo, pero los datos confirman esa sensación: el 53% de sus ciudadanos asegura utilizar este medio de transporte dos o más veces a la semana, según la última información al respecto recabada por Statista. La segunda es la India, con un 38%, y la tercera Alemania, con un 34%. España ocupa la octava posición con un 22%.
Así, los neerlandeses recorren, de media, unos 2,6 kilómetros al día en sus bicicletas. Una cifra que, de extenderse al resto de habitantes del planeta, ahorraría a nuestra atmósfera 686 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono al año, según un reciente estudio sobre movilidad y contaminación publicado por Nature.
Es decir, más de lo que contaminan algunos de los países con mayores emisiones del mundo, como Alemania (605 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono al año), Corea del Sur (578 toneladas al año) o Canadá (518 toneladas al año), y más de una cuarta parte de lo que contaminan todos los miembros de la Unión Europea en su conjunto: 2.551 toneladas al año, según los datos del informe Revisión estadística de la energía mundial 2021 de la petrolera BP.
No se sigue su ejemplo
Los autores del estudio señalan que, a pesar de las evidencias sobre el impacto positivo del uso de la bicicleta en el medio ambiente y la salud desde hace años, son pocos los países que han potenciado de forma seria y uniforme su utilización con políticas que la incentiven y trazados que la faciliten en ciudades, pueblos y vías interurbanas.
“Hace años que tenemos pruebas científicas sólidas de los beneficios de la movilidad ciclista para la salud, el medio ambiente y la sociedad. Sin embargo, esto no es suficiente para que se observe un aumento de esta movilidad, ya que hay otros argumentos (económicos y políticos) que debemos tener en cuenta. Este estudio nos ayuda a entender el potencial global que tendría la adopción de la movilidad ciclista a niveles similares a los que muestran a día de hoy ciertas ciudades y países en los que se han generado las condiciones adecuadas”, explica Esther Anaya-Boig, investigadora sobre movilidad sostenible del Imperial College de Londres y de la organización CambiaMO, que no ha participado en la citada investigación.
En la actualidad, los distintos tipos de transportes representan una cuarta parte de todos los gases de efecto invernadero relacionados con los combustibles que se emiten en el mundo, y la mitad de esas emisiones corresponden a vehículos privados como turismos y camiones.
Muchas bicis, poco uso
El estudio también incide en que en el mundo cada vez hay más bicicletas, y que su producción global ha aumentado a un ritmo mayor que la de automóviles en las últimas décadas. De hecho, en la actualidad habría el doble de bicicletas que de coches en el planeta, y entre los años 1962 y 2015 (periodo que ha sido analizado en este estudio) la cantidad de bicicletas existentes en el mundo se multiplicó por seis, mientras que la de vehículos a motor se multiplicó por cinco.
“Aunque esto no se correlaciona con el uso de las bicicletas para el transporte, indica que una buena parte de la población dispone de acceso al vehículo ciclista y que podría usar para su transporte en cualquier momento, si se dieran el resto de condiciones que obstaculizan su uso inmediato”, señala Anaya-Boig.
Así, tanto los autores del estudio como la investigadora del Imperial College de Londres insisten en que los países deberían seguir el ejemplo de Países Bajos y mejorar la educación, la comunicación, la normativa y la planificación sobre el uso de la bicicleta para facilitar que todos aquellos que ya tienen estos vehículos puedan utilizarlos con seguridad y facilidad en sus ciudades, e incentivar a quienes no lo tengan a usarlo.
Imagen | Alice
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