Año 2017, Ford anuncia que invertirá 4.500 millones de dólares para transformar por completo la marca. Acaba de empezar el año y Mark Fields, entonces CEO de la compañía, confirmaba que invertirían en coches eléctricos y conducción completamente autónoma. En cinco años lanzaría 13 modelos más o menos electrificados y en 2021 tendrían un coche completamente autónomo en el mercado.
Apenas unos meses después, la cotización de Tesla (entonces planteando el lanzamiento del Tesla Model 3) superaba a Ford. Sin duda, la pujanza de los de Elon Musk había presionado a una compañía con más de un centenar de años a su espalda y responsable de lanzar el primer gran automóvil de masas en su país a que invirtieran con fuerza en una tecnología completamente ajena para ellos.
Estamos en 2025, Ford ha lanzado al mercado el Ford Mustang Mach-E, el Ford F-150 Lightning (una pick-up eléctrica) en Estados Unidos y, recientemente, el Ford Explorer y el Ford Capri, coches que en realidad son diferentes carrocerías de un mismo vehículo. Con menos focos, también ha llegado el Ford Puma eléctrico.
Por el camino, además, han decidido partir la compañía en dos en lo que han denominado Ford Model e (eléctricos y software) y Ford Blue (combustión). La idea es funcionar como un balancín y que el peso que ahora recae en Ford Blue se vaya equilibrando hasta caer del lado de Model e en un traspaso de poderes de la combustión al eléctrico.
Toda esa estrategia, sin embargo, no pasa por un buen momento. Jim Farley es ahora el CEO de Ford y tiene fuertes opiniones sobre el momento que está viviendo la compañía.
Quemando 2.000 millones de dólares
Es es el coste a pagar por una estrategia que no está funcionando. En la última presentación de resultados, Farley ha confirmado que la compañía prevé un descenso en los beneficios esperados de 2.000 millones de dólares.
Recogen en Bloomberg que en 2025 no esperan beneficios (antes de impuestos) por encima de 8.500 millones de dólares y que podrían situarse por debajo de los 8.000 millones de dólares, muy lejos de los 10.200 millones de dólares recogidos en esta partida en 2024. Desde el pasado verano, las acciones de la compañía han sufrido un duro ajuste, perdiendo más de un 35% su valor, como consecuencia de las malas expectativas recogidas con cada nuevo informe.
Ford tiene que enfrentar un mercado, el del coche eléctrico, donde los márgenes de beneficios son escasos o se han esfumado dado los volúmenes de ventas con los que trabajan estas compañías. Pero, además, su CEO asegura que los coches que gustan en Estados Unidos son todo lo contrario a lo que debería ser un coche eléctrico.
Son clientes que "tienen casos de uso muy exigentes para un vehículo eléctrico. Remolcan, conducen fuera de carretera, hacen viajes largos por carretera. Estos vehículos tienen peor aerodinámica y son muy pesados, lo que significa baterías muy grandes y costosas", asegura Farley que no es la primera vez que apunta a que los vehículos de grandes dimensiones son un problema para la tecnología eléctrica.
De hecho, este enfoque son los que han costado 1.900 millones de euros a la compañía. En plena fiebre por el coche eléctrico gigantesco, Ford se lanzó al desarrollo de un Ford Explorer eléctrico de siete plazas. El coche debía pelear con los grandes SUV americanos desde la tecnología eléctrica. El pasado verano de 2024, Ford confirmó que cancelaba ese desarrollo y que no lanzaría el coche al mercado porque no había demanda.
Desde entonces, el CEO de la compañía asegura que este tipo de automóviles necesitan de baterías gigantescas, muy costosas de producir y más complicadas de rentabilizar. Por eso la intención es la de vender los coches eléctricos más pequeños posible. El problema es que la propia compañía ha decidido empezar la casa por coches como el Ford Mustang Mach-E o el Ford F-150 Lightning. Descanse en paz el Ford Explorer eléctrico de siete plazas.
La otra alternativa es, directamente, aprender de China. El país asiático ha conseguido posicionarse como el país más puntero en esta tecnología y, de hecho, el propio Farley ha sido el primero en alabar su forma de trabajar y en confirmar que Ford está despiezando sus coches para entender cómo conseguían su ventaja competitiva.
En palabras a The New York Times, Farley aseguró que China se encuentra 10 años por delante en la fabricación de las baterías lo que les otorga una posición estratégicamente más adelantada y, por tanto, no tienen que enfrentar las enormes dificultades económicas que sí enfrentan compañías como la suya.
A esta competencia china, los fabricantes de coches estadounidenses tienen que afrontar ahora una posible guerra comercial que podría encarecer seriamente sus productos. El Ford Mustang Mach-E, por ejemplo, también se fabrica en México y hay que tener en cuenta que los aranceles al acero y el aluminio también terminarán por subir el precio final del producto. Cambios regulatorios que no han sido contemplados en la última presentación de resultados.
Las esperanzas de Ford están puestas en BlueOval City, una enorme fábrica que ha costado 5.600 millones de dólares, ideada en 2021 y posteriormente proyectada bajo el paraguas de la Ley de Reducción de la Inflación de Joe Biden. Un programa que, ahora, está en el aire con la llegada de Donald Trump al poder. Con ese programa esperan producir baterías a coste más bajo en los próximos años.
Sin embargo, Farley lo tiene claro: en China llevan 10 años de ventaja a Estados Unidos y, en estos momentos, no hay compañía estadounidense que pueda igualar en prestaciones y tiempo de carga las baterías de CATL.
Foto | Ford
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imf017
China tiene:
- Acceso a las materias primas en su propio territorio.
- Infraestructuras de producción que los mismos occidentales les pusimos cuando todavía era un país de mayoría campesina (y es que como dije muchas veces, el Made in China iba a acabar pasando factura).
- Mano de obra preparada (una vez más, el Made in China).
- Un gobierno que sufraga los gastos de producción (será una dictadura todo lo que queráis, pero esta estrategia es muy inteligente por su parte), absorbiendo pérdidas para poder vender sus vehículos con un precio más barato.
Coño, llevamos AÑOS mandando todo a fabricarse en China y ahora nos sorprende el desarrollo que ha experimentado ese país en los últimos años.
reper
Es evidente que sin el deseo de UE de vender solo eléctricos en 2035 China no habría invertido tanto dinero. La idiotez del asunto es que no obligaron a sus propios fabricantes a estar preparados para esto. Asegurar propia cadena de suministro y producción. Pero, los progres ... poca cosa, muy poca cosa, quieres ser verde pero ... sin baterías ... sin paneles solares ....
Trump gana tiempo, por un lado el mercado estadounidense no está interesado, por otro lado sus fabricantes llevan años de retrasos. Dentro de 5, las cosas pueden cambiar mucho.
redboy
El problema con el auto eléctrico es el paradigma. "para qué"
El auto eléctrico debería ser de uso urbano, no más de 100km de autonomía, y de tamaño justo para ese uso, pequeño-mediano. No más. A lo sumo Vans, para traslados específicos de más gente.
Para TODO lo demás, TREN o AVION.
En destino, alquilar otro eléctrico.
Meterle eso en la cabeza a un estadounidense... misión imposible.
Además, con las dimensiones del país y los usos (tarde se dió cuenta Ford) los de combustión van a reinar mucho tiempo más por ahí.
approved101
Al final se dan cuenta. Les ha costado.
klair
Váyase a su paraíso socialista y deje de dar la brasa aquí.