Primero fue la pandemia de Covid-19, después la escasez de semiconductores y, más tarde, la Guerra de Ucrania. La industria del automóvil se enfrenta a uno de los contextos más complicados que se recuerdan y Volkswagen lo está sufriendo en su propia piel. Tanto que ya se plantean mover gran parte de su producción de media Europa.
Tiempos difíciles. No son tiempos sencillos ni para los fabricantes ni para los consumidores. El pasado día 20 de septiembre la cotización de Ford en bolsa se desplomó como no se había visto en más de una década. El motivo: la inflación le costará 1.000 millones de dólares extras por trimestre y sus ingresos se verán seriamente reducidos. General Motors también ha sufrido una dura caída e, incluso, está fabricando su propios chips para sus vehículos autónomos, como consecuencia de la escasez general.
Para los consumidores, la situación que se está viviendo tampoco es sencilla. Hay quien paga más por un Tesla de kilómetro 0 que por uno nuevo con tal de saltarse la cola. En Estados Unidos, hay coches que merece la pena comprarlos por el simple hecho de revenderlos. Y en España estamos viendo cómo los fabricantes tienen que vender modelos con equipamientos cerrados para limitar los tiempos de espera.
Las múltiples caras de la guerra. La invasión rusa de Ucrania ha sido la puntilla a un mercado que ya estaba muy presionado. Una de las primeras decisiones fue la salida de las marcas del mercado ruso. Renault, BMW, Stellantis y Hyundai han sido algunos de los fabricantes más afectados en este cambio de rumbo.
Pero la industria al completo se ha visto afectada. De hecho, Ucrania era uno de los mayores fabricantes de mazos de cables para los vehículos. Por ahorrarse cinco euros en una pieza, la producción de miles de coches se vio retrasada. Volkswagen fue una de las empresas más afectadas.
Precios disparados. Con los problemas que se han ido sucediendo, los fabricantes se han visto obligados a aumentar los precios de los vehículos y repercutir parte de sus mayores gastos en los consumidores. Una decisión que, sin embargo, sigue aportando altos beneficios a los fabricantes pese a vender menos. Las exigencias en materia de seguridad por parte de la Unión Europea también están aumentando el coste de los automóviles.
Tampoco la conversión al vehículo eléctrico parece ser el camino para mejorar las perspectivas. Si bien la producción de sus motores es más sencilla y necesitan de menos empleados (las marcas ya avisan de despidos masivos), el precio de las materias primas se ha disparado hasta el punto de que coches, como el Ford Mustang Mach E, han dejado de ser rentables.
La puntilla. Y con este contexto, la guerra de Ucrania ha vuelto a poner una nueva piedra en el camino. Ahora, el corte del gas y los altos precios de la electricidad, que están complicando la rentabilidad de algunas fábricas en Alemania y el este de Europa. Tanto que VW se plantea mover su producción.
Según Bloomberg, la compañía estaría pensando en desplazar gran parte de su fabricación al suroeste de Europa y el norte del continente, donde el abastecimiento de gas parece estar más garantizado tener la puerta abierta a la entrada de barcos que transporten GNL.
Beneficiados indirectamente. El movimiento de Volkswagen sería un duro golpe para sus fábricas de Alemania, República Checa y Eslovaquia, de cuyas fábricas salen vehículos estratégicos para el grupo entero como el Volkswagen ID.3, los Skoda Kamiq, Karog y Eniaq iV o los grandes SUV que salen de las puertas de Bratislava, como los Volkswagen Touareg, Audi Q7 y Q8 o Porsche Cayenne.
En el diario económico apuntan a unas declaraciones de Geng Wu, jefe de compras de Volkswagen, en las que señala que el fabricante trabaja en "alternativas a medio plazo. Nos estamos enfocando en una mayor localización, reubicación de la capacidad de fabricación o alternativas técnicas, similares a lo que ya es una práctica común en el contexto de los desafíos relacionados con la escasez de semiconductores y otras interrupciones recientes en la cadena de suministro".
Pero, además, una fuente interna habría apuntado a España, Portugal o Bélgica como alguno de los posibles destinos de parte de la producción de estos automóviles. En nuestro país, Volkswagen cuenta con plantas en Martorell, El Prat de Llobregat, fábrica puesta en entredicho por la propia compañía, y Pamplona, además de estar construyendo una gigafábrica de baterías en Sagunto.
Salida al mar. Uno de los motivos que se aducen para la mejor posición de Bélgica y de la Península Ibérica es su salida al mar y menor dependencia del gas ruso. Como señalaba El País, las reservas de gas en nuestro país son mucho menores que en Alemania, Eslovaquia o República Checa, pero esto no es definitivo pues las importaciones de GNL por barco se han redoblado (ya son un 50% superiores que en el mismo periodo de hace un año).
Además, las plantas regasificadoras tendrán un papel mucho más importante en el nuevo contexto. Europa tiene 24 disponibles pero seis de ellas se encuentran en la Península Ibérica. Eslovaquia y República Checa (sin salida al mar) no tienen ninguna y Alemania tampoco cuenta con ninguna disponible en estos momentos.
Ver 8 comentarios